Cambios no secundarios
La implantaci¨®n de la educaci¨®n secundaria obligatoria (ESO) ha tenido efectos dif¨ªciles de prever antes de su puesta en marcha y que necesitan modificaciones urgentes para que pueda cumplir los objetivos perseguidos. El debate sobre la ense?anza de las humanidades vino a simbolizar algunos de estos aspectos que necesitan reformas, aunque hay problemas de mayor envergadura que afectan a la eficacia de la ense?anza y a la moral de los ense?antes. Por ejemplo, la extensi¨®n de la ense?anza obligatoria hasta los 16 a?os, una medida en principio positiva, ha hecho coincidir alumnos con motivaciones muy diversas en la segunda fase de la ESO y creado situaciones que derivan con frecuencia en un perjuicio para el nivel, la intensidad y hasta la disciplina de las clases. Los profesores de secundaria han se?alado las dificultades con las que se encuentran y no parece que se est¨¦n atendiendo sus preocupaciones.El debate sobre la ense?anza de las humanidades ha puesto de manifiesto deficiencias reales, pero tampoco han faltado an¨¢lisis sesgados, con no pocas adherencias de corporativismo y de inercia acerca de una ense?anza que nunca fue ejemplar. Como resultado de ese debate, el Ministerio de Educaci¨®n y Cultura plantea en estos d¨ªas una serie de reformas que afectan a los contenidos y que, a pesar de que puedan desatar agrias controversias con las comunidades aut¨®nomas, son retoques sobre el esquema b¨¢sico original y no afrontan el resto de los problemas que aquejan hoy a la ense?anza no universitaria. Se propone en la ESO el aumento de la carga lectiva en lengua y matem¨¢ticas, una concreci¨®n y reordenaci¨®n de los contenidos en varias asignaturas, se?aladamente en la historia, y otras modificaciones menores. Nadie duda de que los lenguajes, el natural y el simb¨®lico de las matem¨¢ticas, son herramientas imprescindibles para la transmisi¨®n y comprensi¨®n de los dem¨¢s saberes, de forma que ese aumento parece razonable y ha sido ya ensayado en algunas comunidades aut¨®nomas. Lo malo es que ha sido necesario recortar un tiempo equivalente en m¨²sica y educaci¨®n pl¨¢stica y visual, novedades de la LOGSE que ven¨ªan a colmar lagunas tradicionales en la escuela espa?ola.
Y es que no es tan f¨¢cil, como a veces se nos hace creer, modificar los contenidos sin causar da?os colaterales. Las modificaciones en la asignatura de historia afectan al bachillerato y pretenden concretar m¨¢s el temario y ampliar el horizonte temporal estudiado. Es cierto que la historia debe proporcionar una perspectiva, tanto espacial como temporal, que trascienda la propia comunidad y supere la contemporaneidad. El mundo es m¨¢s ancho y m¨¢s antiguo de lo que algunas mentalidades obtusas creen. Pero tampoco puede llegarse a una diluci¨®n total del tiempo presente en la enumeraci¨®n de hechos y personajes remotos.
La LOGSE asigna a Educaci¨®n y Cultura la responsabilidad de definir un 65% de los contenidos, excepto para el caso de comunidades con lengua propia, en las que se reduce al 55%. Est¨¢ obligado por ley a ejercer esa competencia y cabe exigirle su cumplimiento, aunque sea l¨®gico que busque acuerdos con las autonom¨ªas que, al fin y al cabo, son esenciales en la financiaci¨®n y en la organizaci¨®n concreta de las ense?anzas. Est¨¢ claro que, del mismo modo que la ense?anza tradicional en Espa?a ha servido para fomentar un nacionalismo casticista y empobrecedor, se han dado en la situaci¨®n actual casos de contaminaci¨®n localista, igualmente negativa, que hay que corregir.
Hay que esperar que la sensatez de las medidas propuestas no se supedite a la discusi¨®n sobre competencias, ni mucho menos a la tensi¨®n pol¨ªtica existente en otros ¨¢mbitos. El acuerdo ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil, y tendr¨¢ m¨¢s posibilidades de incidir positivamente en la escuela, si se cuenta con la opini¨®n de los expertos, sin olvidar la de los ense?antes, verdaderos protagonistas de la educaci¨®n y poco tenidos en cuenta a la hora de planificar. Porque el hecho cierto es que, cuando los planes salen del ¨¢mbito de la pol¨ªtica, son los profesores quienes han de convertirlos en pr¨¢ctica educativa.
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