Entra?able buscavidas

Si hubiera que ponerle un rostro contempor¨¢neo al protagonista del Mack the knife, de Kurt Weill, habr¨ªa que pensar en Jerry Gonz¨¢lez. El m¨¢s fotog¨¦nico de los m¨²sicos de Calle 54 -a pesar de Eliane Elias- es un personaje propio de barrio marginal, enjuto y encorvado, de perilla afilada y andares err¨¢ticos, c¨®modo tras unas aerodin¨¢micas gafas que le dan aspecto de buscavidas trapicheador. Ante ese retrato nadie sospechar¨ªa que su m¨²sica es tan juiciosa y refinada como la de un instrumentista formado en la escuela de ¨¦lite m¨¢s estricta y remilgada. Por fortuna, en este neoyorquino no hay rastro de academicismo: lo suyo es la lecci¨®n aprendida a pie de calle mestiza, cruda, directa y sincera. Desde el arranque, el trompetista plante¨® una est¨¦tica que rehusaba crecer a partir de una sola ra¨ªz, atenta a la tradici¨®n, pero con el futuro en el punto de mira. Algunos s¨®lidos originales y tres piezas de Thelonious Monk, arregladas con mano sensible y experta, fueron los materiales de partida que el quinteto tom¨® para refrendar sus a?os de trabajo com¨²n. Con todo, fue en Verdad amarga, preciosa balada de la venezolana Consuelo Vel¨¢squez, donde Gonz¨¢lez present¨® su candidatura a mejor solo de este ciclo del teatro Alb¨¦niz. La ¨²ltima nota de la exquisita propina, Someday my prince will come, que su trompeta asordinada dej¨® flotando en el aire, vali¨® por s¨ª sola m¨¢s que muchos conciertos enteros.