Un lugar para la ignominia
IU reclama en Huelva que la nave del Centro de Homosexuales franquista se dedique a usos sociales
Hace 30 a?os cientos de personas fueron v¨ªctimas en Espa?a de la humillaci¨®n y la ignominia m¨¢s absolutas por causa de su orientaci¨®n sexual. Eran homosexuales en un pa¨ªs cuyos dirigentes pon¨ªan la virilidad, el machismo y la homofobia como se?as de identidad de su r¨¦gimen dictatorial. El Gobierno del general Franco estableci¨® en la prisi¨®n de Huelva, a principios de los a?os setenta, el denominado Centro de Homosexuales. Una nave de la antigua prisi¨®n provincial, situada en la avenida de las Fuerzas Armadas, en la populosa barriada de la Isla Chica, abri¨® sus puertas hace 30 a?os para acoger este siniestro lugar.Es un edificio de ladrillo blanco que ahora est¨¢ cerrado a cal y canto. Casi abandonado. Cuando se le aplica el adjetivo de siniestro no se hace un mero ejercicio de estilo. En esa nave se trat¨® como a cobayas a cientos de homosexuales a los que se les practicaron terapias extremas contra su voluntad, como lobotom¨ªas (operaci¨®n que consiste en seccionar ciertas fibras nerviosas del cerebro), descargas el¨¦ctricas o vomitivos, para modificar sus inclinaciones sexuales.
La Diputaci¨®n Provincial de Huelva ha aprobado una moci¨®n presentada por el grupo de Izquierda Unida (IU) en la que se solicitaba la recuperaci¨®n de los expedientes relativos al Centro de Homosexuales, con el fin de sacar toda esa documentaci¨®n a la luz p¨²blica "respetando siempre la identidad de sus v¨ªctimas".
Durante los ¨²ltimos meses, son muchas las voces, sobre todo de colectivos ciudadanos, apoyados por Izquierda Unida, las que exigen la reconversi¨®n del edificio de la Isla Chica en un centro multifuncional que pueda dedicarse a usos sociales.
El coordinador del ¨¢rea por la Libertad de Expresi¨®n Afectivo Sexual de IU, Manuel Velasco, considera que "se trata de un cap¨ªtulo de la historia de Huelva que no se puede olvidar". Velasco recuerda a dos personas que fueron v¨ªctimas de los tratamientos que se aplicaban en el centro. "El primero, ya fallecido, un trabajador portuario, reconoci¨® haber sufrido duchas, insultos y palizas. El segundo, un trabajador del campo, vecino de la sierra onubense, no quiere o¨ªr hablar del asunto, porque a¨²n no ha superado cinco a?os de reclusi¨®n terror¨ªfica", se?ala Velasco.
El recuerdo del Centro de Homosexuales tiene un poso siniestro en la memoria de muchos. Armand de Fluvi¨¤, genealogista e iniciador del movimiento gay en Espa?a en 1970, explica que la rehabilitaci¨®n se llevaba a cabo "a base de trabajo y charlas con curas, psic¨®logos y psiquiatras".
"Segu¨ªan el lema que imperaba en los campos de concentraci¨®n nazis: 'el trabajo os har¨¢ libres'. A los homosexuales detenidos se les obligaba a fabricar sogas para la marina, pelotas de f¨²tbol y parqu¨¦ para el suelo", comenta Fluvi¨¤. "Esto era lo que propugnaban los pont¨ªfices de la psiquiatr¨ªa franquista con L¨®pez-Ibor a la cabeza", agrega Fluvi¨¤.
El Centro de Homosexuales de Huelva, el primero de estas caracter¨ªsticas que funcion¨® en Espa?a, se cre¨® en virtud del art¨ªculo 24 de la Ley 16/1970 sobre Peligrosidad y Rehabilitaci¨®n Social. En aplicaci¨®n de esa norma, se promulg¨® en 1971 un decreto del Ministerio de Justicia que establec¨ªa la apertura del mismo "para el cumplimiento de las medidas de reeducaci¨®n impuestas a homosexuales peligrosos varones", seg¨²n cita el Bolet¨ªn Oficial del Estado del 3 de junio del mismo a?o.
El decreto, entre otras cosas, autorizaba el uso "de los adecuados m¨¦todos psiqui¨¢tricos, psicol¨®gicos, pedag¨®gicos y sociales para el perfeccionamiento de sus aptitudes y la desaparici¨®n de sus s¨ªntomas". El s¨®rdido v¨ªnculo entre homosexualidad y enfermedad contribuy¨® a que el centro permaneciera oculto a los ojos de mucha gente. Por ello, todav¨ªa es dif¨ªcil esclarecer cu¨¢ndo dej¨® de funcionar.
El escritor y psiquiatra Carlos Castilla del Pino no tiene noticia de este lugar, pero s¨ª recuerda distintos episodios de represi¨®n hom¨®foba en los a?os de la dictadura. "Durante el franquismo tuve ocasi¨®n de facilitar el ingreso en un psiqui¨¢trico de dos o tres homosexuales para evitar que fueran a la c¨¢rcel", indica Castilla del Pino.
"En esa ¨¦poca, a los homosexuales se les aplicaba la ley de Vagos y Maleantes. Si un homosexual era sorprendido por la polic¨ªa, la l¨ªnea de defensa que segu¨ªa su abogado era decir que era un enfermo. Se explicaba, a trav¨¦s de un informe, que ten¨ªa tendencias homosexuales de car¨¢cter impulsivo", comenta. "Para librar a esos hombres de la c¨¢rcel, yo les ayud¨¦ a ingresar en un psiqui¨¢trico. Estaban recluidos dos o tres meses. Y, luego, se dec¨ªa que estaban recuperados y se iban del psiqui¨¢trico. As¨ª se libraban de la c¨¢rcel. El psiqui¨¢trico era un mal menor", dice Castilla del Pino.
En agosto de 1998 se inaugur¨® la nueva c¨¢rcel onubense, ubicada en las afueras de la capital, aunque algunos m¨®dulos del antiguo penal se utilizan todav¨ªa para recluir a los presos de tercer grado, los que disfrutan de la condicional. La antigua prisi¨®n de Huelva recuerda con su mole siniestra un episodio m¨¢s de los a?os de plomo de los homosexuales espa?oles.
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