Para¨ªso fecal
Pero que muy fina la sensibilidad de Eduardo Zaplana: no m¨¢s destaparle el Ivex, dio un bote, meti¨® a sus adversarios en la sentina de un bergant¨ªn y los puso rumbo y a toda vela, a las Islas Caim¨¢n. Eduardo Zaplana ya no desperdicia tiempo ni talento d¨¢ndole a la manivela de la pol¨ªtica-ficci¨®n. Lo que le va es la ficci¨®n a secas. Y con la ficci¨®n a secas desenvainada, desafi¨® a los portavoces de la oposici¨®n a verse las caras, en el esplendor del Caribe. Con esas carnes el¨¢sticas y ¨¢giles, mitad Douglas Fairbanks, mitad artista del trapecio, Eduardo Zaplana es, no s¨®lo presidente de la Generalitat, sino todo un capit¨¢n de nav¨ªo capaz de husmear la pirater¨ªa, hasta su guarida. Ya pueden los filibusteros disfrazarse de socialistas, o viceversa, que terminar¨¢ abati¨¦ndolos al abordaje. Y nada mejor que un abordaje de sobresalto. Pero, en el plat¨® de las Cortes, Eduardo Zaplana lo intent¨® y sufri¨® un serio percance: la jarcia Vaersa no aguant¨® tanto ¨ªmpetu, y el buen hombre se dio un sonoro batacazo. Como, en su exigente interpretaci¨®n, se dobla a s¨ª mismo, anda ahora algo mustio. Pero no le valen coplas. Los papeles de la empresa p¨²blica Vaersa no los birl¨® nadie del anterior Gobierno valenciano, como dijo: se encuentran depositados en el Registro Mercantil, a disposici¨®n de quien quiera examinarlos; y firmados por la entonces presidenta del consejo de administraci¨®n de la susodicha y hoy consejera de Agricultura, Mar¨ªa Angeles Ram¨®n-Llin. Aquellos fondos excedentes de la tesorer¨ªa no constitu¨ªan una inversi¨®n, sino un plazo fijo gestionado por Urquijo-Caim¨¢n, sin retenciones fiscales, con la autorizaci¨®n del Ministerio de Hacienda y el conocimiento del Banco de Espa?a. Todo muy legal, sin duda, pero nada generoso, dicho sea de paso y sin ning¨²n respeto. Eduardo Zaplana s¨®lo puede protestar, de aquellas ventajosas operaciones, como cualquier vecino, que pone sus ahorros en la sucursal del pueblo y luego le sacan un 25% de sus ya escasos beneficios. Legal, s¨ª lo ser¨¢, aunque qu¨¦ ejemplo tan institucionalmente deleznable.
Pero, no. Zaplana no va por esas menudencias. Zaplana quer¨ªa y quiere escabullirse, con sus artes de encantador, de las explicaciones que le exigen el PSPV y EU, acerca de los dineros que ingresa el Ivex, en algunas cuentas bancarias domiciliadas en para¨ªsos fiscales. En la diana, est¨¢ el mel¨®dico Julio Iglesias que, seg¨²n parece, ha puesto de pantal¨®n largo a la exportaci¨®n valenciana. Atufar con una elocuencia de artificio a cuantos lo acosan, es el intr¨ªngulis de una estrategia tan ra¨ªda, que apenas da para amordazar a una panda de bien mandados. La hora de echar n¨²meros est¨¢ a punto; y entonces nos admiraremos de lo dadivosos que somos los valencianos, con los vocalistas que adem¨¢s y presuntamente no hacen por aqu¨ª su declaraci¨®n de renta, en el supuesto de que la hagan en alg¨²n lugar. ?C¨®mo se lo montan Iglesias y el Ivex?, ? qui¨¦n oficia la liturgia del celestineo?, ?cu¨¢ntos millones de la ciudadan¨ªa se ha embolsado el cantante, con sus 'bolos' de promoci¨®n?, ?acaso la mayor¨ªa absoluta tambi¨¦n est¨¢ exenta de presentar, con la mayor claridad y exactitud, los resultados de su gesti¨®n econ¨®mica, al pueblo o a sus representantes leg¨ªtimos? El Parlamento auton¨®mico es una agon¨ªa o una trifulca, marginada de la sociedad, donde, eso s¨ª, todos y cada uno de sus transe¨²ntes, se dejan la huella, el careto y sus muy personales aromas. Lo que sucede con esa actitud huidiza, de Zaplana resulta irritante. No es sorprendente el rebote de Joaquim Puig, cuando califica las insinuaciones del presidente Zaplana de 'argucias inconsistentes', ni tampoco cuando se refiere a la vileza de sus t¨¢cticas para soslayar explicaciones.
Pero Eduardo Zaplana ya es capit¨¢n de nav¨ªo y quiere llevarse hasta las aguas del Caribe a su Palau. Por la islas Caim¨¢n, por otras islas, por otras cuentas, por otros corsarios del blanqueo, todo esto apesta a para¨ªso fecal.
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