De lo sacro y lo profano
Con lo suyos que son los franceses en asuntos patri¨®ticos, sorprende un poco que hayan producido en los ¨²ltimos a?os tal cantidad de bandas multi¨¦tnicas. Tan es as¨ª, que el panorama musical del momento parece un colonialismo vuelto del rev¨¦s: un aut¨¦ntico hervidero de formaciones mestizas que compran 10 gramos de cada m¨²sica del mundo en el mercadillo m¨¢s cercano. A Dezoriental, grupo que inauguraba la secci¨®n Jazz del siglo XXI en el festival vitoriano, no debe de preocuparle la saturaci¨®n, en parte porque juega la baza de un animador inasequible al desaliento, incitador hasta el descaro y bien capaz de poner a bailar hasta a un ping¨¹ino con ci¨¢tica.
Se llama Abdel Waheb Sefsaf y, si no triunfa como cantante -su voz termina haci¨¦ndose un poco mon¨®tona-, siempre podr¨¢ ganarse la vida como saltimbanqui: sus brincos sobre el escenario y sus fulgurantes carreras por los pasillos del solemne Teatro Principal constituyeron la noticia del d¨ªa. Ya en p¨¢ginas interiores, se puede comentar la labor estrictamente musical de la banda, resultona cuando se zambull¨® en fuentes festivas y refinadamente serena en los buceos m¨¢s profundos. Sensuales aires mediterr¨¢neos y ¨¢rabes, gruesas gotas de m¨²sica gitana centroeuropea y una llovizna de otros g¨¦neros procedentes de aqu¨ª y de all¨¢ formaron el n¨²cleo de su compleja p¨®cima sonora. Tocaron menos percusi¨®n de la habitual porque Air France les hab¨ªa perdido parte del equipaje, pero el fallo no impidi¨® que el excelente acordeonista Jean-Luc Frappa defendiese la identidad nacional con lindas pinceladas de musette. El grupo que ocup¨® la sesi¨®n de noche no ten¨ªa instrumentos que perder porque tra¨ªa toda la m¨²sica en sus voces.
25? Festival de Jazz de Vitoria
Dezoriental, Jerome Van Jones Tabernacle Gospel Ensemble. Teatro Principal y Polideportivo de Mendizorrotza. Vitoria. 16 de julio.
Fervor
El Jerome van Jones Tabernacle Gospel Ensemble pertenece al singular mundo del canto religioso afroamericano, no por rec¨®ndito menos plagado de formaciones que compiten en fervor y autenticidad. Los espect¨¢culos que suelen ofrecer, al menos los escuchados en estas tierras, parecen escritos por el mismo guionista o por su primo, pero siempre es posible entresacar alg¨²n rasgo distintivo en cuestiones de matiz. Lo m¨¢s com¨²n es que este tipo de conjuntos vocales salgan cubiertos por largas t¨²nicas rojas o enfundados en severos trajes negros. Van Jones opt¨®, en cambio, por presentarse como un din¨¢mico masajista de balneario: pantal¨®n holgado, camisola suelta y toalla en mano, todo blanco, blanqu¨ªsimo. El atuendo m¨¢s adecuado, sin duda, para controlar con comodidad el desbocado candor de un grupo que perfila su estilo a trav¨¦s de una peculiar mezcla de voces masculinas y femeninas, j¨®venes, maduras y ancianas. Como quiera que los del tabern¨¢culo estuvieron casi dos horas manifestando su fe, por un momento se temi¨® que la duraci¨®n del concierto resultara tan infinita como la bondad del Se?or al que alaban.
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