Reimann convence con su 'Bernarda Alba'
La decimoquinta edici¨®n del festival de Peralada se ha apuntado un tanto a favor de la ¨®pera contempor¨¢nea con el estreno en Espa?a de La casa de Bernarda Alba, con m¨²sica de Aribert Reimann, seg¨²n la obra de Federico Garc¨ªa Lorca y con una producci¨®n de la Komische Oper de Berl¨ªn firmada por Harry Kupfer. El tradicional p¨²blico de Peralada, despu¨¦s de algunas deserciones durante la representaci¨®n, la acogi¨® al final con particular calidez y premi¨® justamente al autor, los directores y los int¨¦rpretes.
Aunque esta Casa de Bernarda Alba comienza con un seudo-minimalismo que pretende reflejar el claustrof¨®bico mundo en que se encierran Bernarda y sus hijas, la obra adquiere pronto intensidad cuando se hacen patentes la opresi¨®n, la violencia y el oscurantismo que reinan en ese mundo, pero sobre todo cuando entran en juego las pasiones reprimidas. Aribert Reimann lo logra, en parte, a trav¨¦s del uso de una plantilla instrumental realmente peculiar: 4 pianos, 4 flautas, 5 clarinetes, 3 trompetas, 3 trombones, una tuba y 12 violonchelos, instrumentos utilizados con singulares habilidad y pertinencia para diferenciar situaciones y personajes.
La l¨ªnea vocal que Reimann utiliza en la obra es un punto repetitiva y se desenvuelve entre un recitado intenso y unas tesituras inmisericordes y agud¨ªsimas para algunos de los personajes, especialmente los de Martirio y Adela, cuyas intervenciones en las ¨²ltimas escenas de la obra adquieren una gran fuerza. Tambi¨¦n utiliza con acierto una actriz para el personaje de Mar¨ªa Josefa, la madre de Bernarda, que, perdida la raz¨®n, cree vivir en otro mundo, lo cual queda reflejado hasta en el vestido blanco, que contrasta con el negro del resto.
La representaci¨®n tuvo una baza relevante en la producci¨®n de la Komische Oper de Berl¨ªn, firmada por Harry Kupfer, uno de los m¨¢s prestigiosos directores de escena actuales. La claustrof¨®bica escenograf¨ªa era totalmente blanca con gran cantidad de sillas por el suelo, las paredes y el techo, en claro contraste con el negro que domina en el vestuario. La iluminaci¨®n fue perfecta, matizada y sugerente y Kupfer brill¨® especialmente en algo en lo que siempre ha sido un maestro: la creaci¨®n de atm¨®sferas, la utilizaci¨®n de los espacios y la direcci¨®n de actores.
Excelentes tambi¨¦n los instrumentistas de la Komische Oper de Berl¨ªn, en cometido nada f¨¢cil, as¨ª como la direcci¨®n musical, eficaz, precisa y autoritaria, de Winfried M¨¹ller.
Ignoro en estos momentos si las int¨¦rpretes femeninas de la obra pertenecen a la compa?¨ªa de la berlinesa Komische Oper. Si es as¨ª, pueden sentirse orgullosos de ellas. En cualquier caso ha de decirse que actuaron con convicci¨®n y cantaron con calidad y arrestos. Y eso que en Catalu?a s¨®lo era conocida Ute Trekel-Burkhardt, que, aunque algo insuficiente en el registro grave, hizo una imponente y muy bien perfilada Bernarda (en el Liceo hab¨ªa cantado el Ama de La mujer sin sombra en 1986).
Todo el resto estuvo tambi¨¦n a un gran nivel, aunque deban destacarse, por ejemplo, la espl¨¦ndida Martirio de Claudia Barainski, venciendo bravamente y con aplomo la tremenda tesitura, que llega dos veces hasta el fa, de su personaje. Tambi¨¦n, con una voz de menor volumen, la Adela de Anna Korondi, as¨ª como la Poncia muy s¨®lida vocalmente de Isolde Elchlepp o la estupenda voz de contralto de Chariklia Mavropoulou. El resto (Anne Pellekoorne, Jennifer Trost, Gun-Brit Barkmin y la veterana actriz Inge Keller), tambi¨¦n espl¨¦ndidas.
Al final de la representaci¨®n, junto a todos los int¨¦rpretes y el maestro M¨¹ller, salieron a saludar tambi¨¦n Aribert Reimann y Harry Kupfer, art¨ªfices no ¨²nicos, de esta meritoria y muy s¨®lida apuesta del Festival de Peralada.
Babelia
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