Bombazos
La p¨®lvora est¨¢ en el principio de la fiesta, de los desastres y de la unidad de grandes quemados. Una semana despu¨¦s de modelar la insolencia de sus nalgas y de sus pechos en la arena, y de leer en los diarios tantas v¨ªctimas, la farmac¨¦utica de Valladolid exclam¨® cardinal y obscenamente: Estos levantinos la llevan en las c¨¦lulas de su sangre y la prenden con la punta del soplete. Son tan ardientes como intr¨¦pidos. Hasta arriba, hasta el pueblo de aguas medicinales vertidas en la memoria y el tintero, ascendi¨® el inicio de campana de Mar¨ªa del Mar Bonet, resolviendo en solfa las r¨¢fagas de chicharras y ca?averas: 'I els gats faran l'amor sota el meu llit/que jo dormir¨¦ el somni de la mort'. En la casa encuadernada primorosamente de penumbras, el anfitri¨®n sirvi¨® a sus amigos, sobre una pasta de harina, y de pimientos y cebollas pasados a cuchillo, todo el sabor de la anchoa, para depositarles en el universo del paladar la esencia de la divinidad. Luego, el anfitri¨®n que hac¨ªa versos y ensaladas de bacalao, contempl¨® unos cabezos de secano y a?oranza, y murmur¨® que asist¨ªa al desvanecimiento de la agricultura. Al ¨²ltimo macho del pueblo, coment¨®, se lo llevaron hace unos meses, y su due?o iba detr¨¢s, entre blasfemias y l¨¢grimas. Despu¨¦s de un sorbete de lim¨®n, con un alboroto de apio, el arroz pobre y el vino joven, la hierba del huerto y las buganvillas, una voz tel¨²rica y vigorosa, y la noticia: el bombazo de la pirotecnia hab¨ªa vuelto a matar.
Cuando atardec¨ªa y con la fresca, el coche de los amigos descendi¨® hacia las playas, y tras una curva divisaron el trincher¨®n de los edificios y un mar que no pasaba de bid¨¦ colectivo y sin desag¨¹e, donde se corromp¨ªa la historia. Para meterse en el Mediterr¨¢neo que hab¨ªan degustado en aquellos alimentos, tomaron el atajo de unas estrofas de Raimon, del Marussi de Henry Miller, de un poema de Gil de Biedma o de la voz de Rosa Balistreri, que reventaba el mundo, desde alg¨²n vestigio siciliano, y que era rogativa popular contra los bombazos de la p¨®lvora y de un gusto que tambi¨¦n se hac¨ªa pecado.
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