Vuele, pero seguro
Un nuevo fantasma recorre los cielos del mundo, y tambi¨¦n las rutas que conducen y salen de Espa?a, uno de los grandes destinos tur¨ªsticos del planeta: el terrorista camuflado, o el chiflado dado a la m¨ªmesis, que puede causar la cat¨¢strofe en cualquier vuelo, sobre todo, internacional. El caso del 63 de American Airlines, Par¨ªs-Miami, donde un pasajero que hab¨ªa llamado la atenci¨®n ya en el aeropuerto, y que luego pretendi¨® detonar un explosivo alojado en sus zapatillas, sin conseguirlo por el arrojo de pasajeros y auxiliares, lo dice todo.
En Europa, donde las medidas de control han sido siempre m¨¢s completas que en Estados Unidos, se est¨¢n dando ya los pasos necesarios para garantizar una mayor seguridad. No s¨®lo el calzado es s¨²bito motivo de inter¨¦s de los servicios de control, sino que se proyecta la utilizaci¨®n de rayos X capaces de detectar el explosivo pl¨¢stico y se ha intensificado el empleo de perros especializados. Pero la capacidad de infiltraci¨®n de los terroristas dif¨ªcilmente termina con las comprobaciones que quepa hacer sobre el pasajero. ?Estamos convencidos de que est¨¢ perfectamente verificada la actuaci¨®n de todos los que tienen acceso a los aviones mientras ¨¦stos se hallan en tierra, o mejor, de quienes pudieran hacerse pasar por cualquiera de ellos?
Los responsables del aeropuerto Charles de Gaulle tienen a¨²n muchas explicaciones que dar sobre lo que se les col¨® en el citado vuelo a Miami, pero no hay que pensar que la seguridad en los aeropuertos espa?oles o en nuestras compa?¨ªas, con Iberia a la cabeza, es en todo momento suficiente. En el mejor de los casos, es evidente que el terrorista, o el loco, pleno de determinaci¨®n y alguna capacidad de disimulo, podr¨ªa hacerlo mucho mejor que Richard Reid, el hombre de las zapatillas explosivas, y eso ser¨ªa mucho peor para sus compa?eros de viaje.
Habr¨¢ que dar por bien empleadas las molestias y complicaciones para los pasajeros a¨¦reos tras el 11 de septiembre si en el futuro m¨¢s inmediato es posible viajar sin tener que recurrir a la destreza y decisi¨®n del propio pasaje para evitar el desastre. Las compa?¨ªas y las autoridades aeroportuarias han de ser capaces de garantizar un vuelo sin sobresaltos, porque, de otro modo, estar¨ªamos asistiendo al m¨¢s grave quebranto que una industria, hasta ahora pasablemente floreciente, pudiera sufrir. Por lo que respecta a EE UU, donde el dedo acusador se alza contra Europa a la menor oportunidad, grato es saber que a finales del a?o entrante todos sus aeropuertos tendr¨¢n cuando menos esc¨¢ner, lo que no es el caso en la actualidad.
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