El Informe Pisa
Cada columnista remata el a?o como mejor le parece. Yo lo har¨¦ volviendo al poco atendido, y peor analizado, Informe Pisa. El informe, patrocinado por la OCDE y hecho p¨²blico a principios de diciembre pasado, ha intentado medir la preparaci¨®n intelectual de decenas de miles de quincea?eros, procedentes de 32 pa¨ªses distintos. Aparte del formato gigante, el informe se distingue por la metodolog¨ªa, consensuada por los ministerios correspondientes. Hasta la fecha se hab¨ªan tasado los saberes curriculares de los alumnos. Esta vez, sin embargo, se ha querido apreciar lo que en Estados Unidos se denomina cleverness; esto es, la capacidad de usar o aplicar el conocimiento. Y hemos quedado regular, o tirando a mal. No en la sentina, pero por debajo de la media. La prensa recit¨® las eleg¨ªas de turno, imput¨® el rezago a cicater¨ªas presupuestarias en el ramo de la educaci¨®n, y se olvid¨® del asunto. ?ste, sin embargo, es demasiado importante para despacharlo con dos patadas... mal dadas. Vayamos a los detalles.
Los progenitores de nuestros quincea?eros han nacido en una Espa?a con bajos ¨ªndices de ense?anza
En primer lugar, no es cierto que Espa?a gaste especialmente poco en educaci¨®n. Es cierto que, si tomamos los 23 pa¨ªses m¨¢s ricos, Espa?a ocupa un lugar modesto en d¨®lares absolutos invertidos por alumno, pero la renta espa?ola no es comparable a la americana, japonesa o alemana. Cuando se considera no el gasto absoluto, sino el cociente entre ¨¦ste y la renta, nos encontramos con que Espa?a est¨¢ mejor que Jap¨®n o Estados Unidos y empatada con Alemania. Las cifras son m¨¢s elocuentes a¨²n en lo que hace a la retribuci¨®n del profesorado. Apelando de nuevo a estimaciones relativas, dividamos la retribuci¨®n del profesor por el PIB per capita. La cantidad que se obtiene es muy superior a la media de la OCDE (1,85 frente a 1,46) e inferior s¨®lo a las marcas de Suiza y Corea. La ratio entre profesor y n¨²mero de alumnos es tambi¨¦n m¨¢s favorable que la media.
M¨¢s importante todav¨ªa: los expertos estiman que el factor econ¨®mico s¨®lo explica los resultados en un 20%. Se pone esto de manifiesto en el orden de llegada a meta de los distintos pa¨ªses. Finlandia gasta un tercio menos que Estados Unidos por alumno y, sin embargo, ha quedado la primera en lectura y entre las primeras en ciencias y matem¨¢ticas, en tanto que Estados Unidos se sit¨²a en la mitad. O tom¨¦monos a nosotros mismos como referencia: aventajamos en las tres pruebas a Italia, la cual destina a cada alumno un gasto acumulado que es el doble del nuestro. Ocurre lo inverso con Corea del Sur. El gasto en su caso es 6.000 d¨®lares inferior al espa?ol, lo que no le ha impedido copar los puestos de cabeza, en compa?¨ªa de Finlandia y Jap¨®n.
?Conclusi¨®n? Que es pronto... para sacar una concreta. La inversi¨®n es un factor, si bien no el ¨²nico ni necesariamente el m¨¢s importante. Esto no quita para que haya que acentuar el esfuerzo econ¨®mico. Pero ser¨ªa absurdo fiarlo todo a esta carta. A falta de ideas m¨¢s claras, content¨¦monos con hacer dos reflexiones complementarias.
Primero, la de arena. Si el negocio dependiera s¨®lo de los euros o las pesetas, sabr¨ªa el Gobierno qu¨¦ hacer: rascarse el bolsillo en busca de m¨¢s euros o pesetas. Como el problema, por desdicha, es infinitamente m¨¢s complejo, habr¨¢ que invertir tiempo y esfuerzo en afinar el diagn¨®stico, y todav¨ªa m¨¢s tiempo y esfuerzo en poner los remedios oportunos.
La de cal: tan determinante o m¨¢s que la escuela, es el trasfondo familiar. Los progenitores de nuestros quincea?eros han nacido en una Espa?a subdesarrollada, con ¨ªndices de ense?anza media o superior mucho m¨¢s bajos que los actuales. Pulverizar el d¨¦ficit en una sola generaci¨®n habr¨ªa exigido un fanatismo coreano. Nosotros somos espa?oles. El que no vayamos tan aprisa no significa que estemos parados.
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