Locos de desatar

Abundan en este montaje, sin pretensiones en apariencia, aspectos de inter¨¦s: un desenfado notable y cierta mala leche irreverente, que tambi¨¦n puede dirigirse hacia el p¨²blico, que ya no abunda en nuestros pulcros escenarios. Cuatro peligrosos convictos son recluidos en una especie de corredor de la muerte, y a partir de ah¨ª, vali¨¦ndose de gestos, movimientos, onomatopeyas y algunos objetos muy seleccionados, se monta una trifulca a veces muy pr¨®xima a la de dios es cristo. Una abundante escatolog¨ªa, casi siempre de origen sexual, va haciendo de las suyas a lo largo de hora y media hasta desembocar en un final pri¨¢pico, aunque no sea ese atrevimiento de colegial lo m¨¢s destacado.

Se dejan ver las fuentes donde bebe este trabajo, pero tiene m¨¢s inter¨¦s destacar su frescura, el desparpajo de unas actuaciones que en muchos momentos brillan a gran altura, y una voluntad casi siempre conseguida de argumentar la sucesi¨®n de ocurrencias. En hora y media de teatro de situaciones sin texto y sin m¨¢s voz que la imitada con sonidos guturales es dif¨ªcil mantener un nivel alto, pero la media es buena, en un trabajo divertido y con una docena de gags elaborados. Habr¨¢ que ver lo pr¨®ximo de Yllana.