F¨¢tima
Cuando el lunes, F¨¢tima Elidrisi franque¨® las puertas de la ense?anza p¨²blica, refulgieron los valores constitucionales y los principios que informan los derechos humano. A sus 13 a?os, la ni?a marroqu¨ª ya sabe c¨®mo se las gastan xen¨®fobos y meapilas investidos de un parad¨®jico laicismo fundamentalista, por la gracia de alg¨²n dios feroz. El hiyab, un pa?uelo que cubre la cabeza, se le hizo espada de Damocles y del se?or ministro de Asuntos Sociales. Que un tema tan simple haya irritado a ciertos sectores ciudadanos, es una muestra m¨¢s de la intolerancia, del miedo, y de la falta de luces que los pudre. Con tan irracional esc¨¢ndalo, se pulverizaba la ley que garantiza la escolarizaci¨®n hasta los 16 a?os y el car¨¢cter aconfesional de la ense?anza p¨²blica y de la concertada, que tambi¨¦n financiamos con nuestros impuestos. El hiyab es la libre expresi¨®n de una creencia y una tradici¨®n, que podr¨¢ o no gustarnos, pero que en ning¨²n caso atenta contra la pluralidad de creencias o indiferencias. En su d¨ªa, el pantal¨®n vaquero, supuestamente prenda propia de pistoleros y caballistas, s¨ª provoc¨® discriminaci¨®n aunque positiva, al parecer: ven¨ªa de un pa¨ªs rico y poderoso que nos coloniz¨® con d¨®lares y leche en polvo. Y era como una bendici¨®n, para los inflagaitas. Y si el hiyab oculta alguna discriminaci¨®n sexista, cuando menos en su origen, el refr¨¢n pinturero 'la mujer, la pata quebrada y en casa' m¨¢s que ocultar, alienta la perversi¨®n y las abyectas conductas, en las relaciones de pareja.
Que nadie se rasgue las vestiduras y aun menos, por pudor, las monjas del colegio concertado, que han escurrido el bulto, y a las que habr¨¢ que arrimarles estopa. Como al ministro Juan Carlos Aparicio, por torpedear la integraci¨®n de los inmigrantes, con exabruptos que lo colocan en la cuerda floja: la ablaci¨®n del cl¨ªtoris es una mutilaci¨®n delictiva, que nada tiene que ver con el pa?uelo de F¨¢tima. F¨¢tima cuando sea maestra, que lo ser¨¢, si la dejan unos y otros, deber¨ªa darle educaci¨®n de calidad al susodicho, y procurar desasnarlo, aunque le cueste. Menuda faena.
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