Uniforme contra la 'guerra de marcas'
Un colegio p¨²blico de Madrid implanta una sola vestimenta para evitar las diferencias sociales entre sus alumnos
La primera vez que a Diaman N¨²?ez, miembro de la asociaci¨®n de padres de un colegio p¨²blico de Madrid, se le ocurri¨® proponer que los escolares fueran con uniforme al Mar¨ªa Moliner, la reacci¨®n fue un¨¢nime en el consejo escolar: de eso, ni hablar. 'Pero insist¨ª e insist¨ª y, el pasado junio, la tercera vez que lo llevaba al consejo, lo consegu¨ª', asegura esta mujer. Este curso, la mitad de los casi 400 alumnos que tiene este colegio lucen polo blanco, jersey azul marino y pantal¨®n o falda gris.
No se trataba de un capricho elitista. Se trataba de impulsar la imagen de un centro que lleg¨® a tener m¨¢s de 1.000 alumnos a principios de los noventa y que hace tres a?os vivi¨® su peor momento con tan s¨®lo 200. 'En la escuela p¨²blica est¨¢n los mejores profesores, pero eso los padres no lo ven. Lo que tienen en cuenta a la hora de elegir centro es que tenga un columpio en el patio, que est¨¦ embellecido y el uniforme, que les gusta mucho tambi¨¦n. Y eso lo ofrecen los colegios concertados', asegura N¨²?ez.
'Competencia desleal'
Por eso el Mar¨ªa Moliner -ubicado en una zona del distrito de San Blas, en la que 'd¨ªa a d¨ªa se sufre la competencia de los centros concertados'- decidi¨® quedarse con lo mejor que ofrece la p¨²blica y rescatar para este curso una idea que se asocia con el supuesto cach¨¦ que da estudiar en un centro privado. 'Yo lo vi claramente cuando una mam¨¢, que hab¨ªa tra¨ªdo a su hija a este colegio los tres a?os de infantil, se present¨® un buen d¨ªa en la puerta para presumir con su nena uniformada, despu¨¦s de haberla cambiado a un colegio concertado', comenta N¨²?ez. Y a?ade: 'Ten¨ªas que haber visto la cara de desesperanza que se le puso a la maestra que la hab¨ªa educado tres a?os'.
La directora del centro, Marisol Montes, asegura que, tras el revuelo que caus¨® la idea, se dej¨® bien claro a los padres que era un tema voluntario y todos tan contentos. 'Nosotros somos un centro p¨²blico y no podemos obligar a nadie a que vaya vestido de una determinada manera', exclama. Una vez superado este trago, todo han sido ventajas, seg¨²n N¨²?ez. La iniciativa ayuda a eliminar tambi¨¦n la 'guerra de marcas' de ropa entre los alumnos: 'Evita que los ni?os anden con marcas, que ah¨ª es por donde empiezan las diferencias sociales, y es una comodidad y un ahorro para los padres que no tienen que andar pensando qu¨¦ poner al ni?o'. La directora encuentra una tercera ventaja: 'Hace m¨¢s acogedor el centro. Una profesora me ha llegado a decir que los ni?os cambian de actitud'. Ahora, el 50% de los alumnos lo lleva, que para ser el primer a?o no est¨¢ nada mal.
'Si a m¨ª me llegas a decir hace tres a?os que iban a poner uniforme en el colegio me hubiera negado rotundamente', asegura Felisa Criado, la presidenta del APA. Y contin¨²a: 'Pero luego te das cuenta que tienes que competir por el alumnado con los colegios concertados. Es as¨ª de triste, pero hay que captar a las familias por la imagen'. Y desde luego se lo tomaron en serio. Hicieron un concurso entre los alumnos y padres del centro para que presentaran un logotipo del centro. Y, de entre los m¨¢s de 125 que se presentaron, se eligi¨® el mejor. Ahora una doble M con un libro en el inferior luce en los polos del centro. Y en la entrada en una tela bordada por una madre del centro.
En el inmenso patio que tiene este colegio (unos 11.000 metros cuadrados dividido para los de primaria y los de infantil) los chavales juegan. Unos llevan ropa de calle, otros uniforme y otros un ch¨¢ndal con el emblema del centro. En la pared que le separa del edificio contiguo, hay un inmenso grafiti. Y el c¨¦sped est¨¢ descuidado. 'Es una pena porque el Ayuntamiento pod¨ªa plantar ¨¢rboles para hacerlo un poco m¨¢s acogedor. Porque no me ir¨¢s a negar que los centros concertados de la zona tienen motivos para envidiar esta parcela', exclama N¨²?ez.
El uniforme no ha sido la ¨²nica iniciativa que ha puesto en marcha este colegio (que tiene dos edificios y m¨¢s de 30.000 metros cuadrados) para luchar contra un problema que todos los centros p¨²blicos de Madrid se est¨¢n encontrando: la dura competencia por el alumnado que se va yendo poco a poco a los centros concertados. Una red con la que es dif¨ªcil competir, reconoce N¨²?ez: 'Te ofrecen multitud de actividades extraescolares, tienes uniforme. Y los padres aunque tengan que pagar algo por los servicios que ofrecen, est¨¢n contentos porque se aseguran que apenas van a ir inmigrantes o gitanos', dice esta madre indignada porque el Ayuntamiento de Madrid acaba de ceder una parcela a su vera a una asociaci¨®n religiosa para que construya un centro concertado.
Por eso, la asociaci¨®n de padres decidi¨® dar al centro una imagen ejemplar. 'Es complicado porque el Ayuntamiento invierte poqu¨ªsimo en mantenimiento y cualquier petici¨®n es una lucha', exclama la directora. Pero en vez de llorar por la maldad de la administraci¨®n los padres se pusieron a trabajar. Tienen una oferta inmejorable de actividades por las tardes, han decorado el centro para darle por dentro el aspecto c¨¢lido del que carece por fuera. Y todo con los murales que realizan en la semana cultural. El APA no deja de parir ideas para que los padres tengan sentimiento corporativo. Tan s¨®lo un ejemplo: el centro celebra una graducaci¨®n cuando los alumnos pasan a primaria su birrete y su diploma escolar.
El 'privado' de San Blas
Al antiguo colegio Julio Cort¨¢zar (que dio lugar tras su fusi¨®n hace dos a?os con el otro centro p¨²blico que ten¨ªa enfrente al Mar¨ªa Moliner) todo el mundo lo conoc¨ªa a mediados de los a?os ochenta como el privado de San Blas. 'Cuando yo llegu¨¦ aqu¨ª, estaba lleno de gente obrera, hijos de taxistas y de chavales de clase media. Y ten¨ªamos muy buen nivel', explica su directora, Marisol Montes. Pero llegaron los a?os noventa y el centro comenz¨® a recibir a los hijos de los asentamientos chabolistas que se instalaron en la zona. 'En un momento dado llegamos a tener el 90% de alumnado de etnia gitana y fuimos viendo c¨®mo el resto de los padres sacaban a sus hijos de aqu¨ª ante la desidia de la Administraci¨®n'. Fue su peor momento: de los m¨¢s de 1.000 alumnos que llegaron en sus d¨ªas gloriosos se quedaron con 200. 'Luego el barrio cambi¨®. Se desmantelaron los poblados y empezaron a venir a vivir profesionales. Cre¨ªamos que el colegio mejorar¨ªa, pero la Administraci¨®n nos fusion¨® con el centro de enfrente y comenz¨® a concertar la educaci¨®n infantil en los colegios de titularidad privada. Es una pena porque antes ven¨ªan muchos alumnos en esa etapa porque en los colegios privados eran de pago. Una vez que conoc¨ªan el centro se quedaban. Ahora van a ir directamente a un concertado'. Al abrir la puerta de la clase donde est¨¢n los ni?os de cinco a?os, los m¨¢s peque?os, tras una se?al de la maestra, se levantan y se ponen firmes. 'Buenos d¨ªas', corean. Todos llevan un babi blaco de cuadros verdes. Algunos, los menos, el uniforme. 'Material tenemos aqu¨ª para parar un tren', exclama su profesora. Y se?ala una estanter¨ªa repleta de pinturas y juegos. 'Las madres tienen la man¨ªa de los colegios concertados. Pero aqu¨ª todos los maestros han pasado por dos oposiciones y est¨¢n muy motivados. Tenemos unas instalaciones inmejorables: biblioteca, sala de psicomotricidad, sala espec¨ªfica para que la logopeda atienda a los alumnos. La orientadora viene dos veces por semana. Yo s¨®lo me hago una pregunta: ?pero qu¨¦ tienen las monjas que nosotros no podamos dar?'.
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