Varriale y el clan de los napolitanos
Ocurri¨® el mismo d¨ªa 13. Casi a la misma hora. En Lieja (B¨¦lgica), Stefano Garzelli gan¨® la segunda etapa del Giro con los brazos en alto y, de paso, la maglia rosa. A m¨¢s de 1.000 kil¨®metros, en Brescia, al norte de Italia, junto al lago Garda, la Guardia de Finanzas detuvo a Antonio Varriale, ciclista napolitano. Sus esposas brillaban al sol como si fueran una bicicleta, que dir¨ªa el cantante mientras era trasladado a la comisar¨ªa. All¨ª habl¨®. Toda una historia policiaca, c¨®mo funciona y se estructura una red de distribuci¨®n de sustancias prohibidas, empez¨® a salir a la luz. Una historia que, pese a que Varriale no disputa la carrera, tambi¨¦n golpe¨® de lleno al Giro.
La novela de Varriale nace de un cap¨ªtulo de las investigaciones de la fiscal de Padua, Paola Cameran, durante el Giro de 2001. Se revel¨® el alto contenido de medicamentos de la rulotte del suegro de Ivan Gotti y la alegr¨ªa con la que algunos ciclistas del Alessio y el Liquigas ped¨ªan a su m¨¦dico sustancias dopantes. Tirando del hilo, en septiembre, la polic¨ªa detuvo a dos personas, acusadas de distribuir productos prohibidos al por mayor. Estos individuos hablaron. Y se sigui¨® investigando, desentra?ando la trama. El lunes pasado se presentaron en Manerba, en la casa de una camarera de hotel amiga de muchos ciclistas. En una habitaci¨®n encontraron cantidades industriales de doping: Epo, Nesp, hormona del crecimiento, insulina, cafe¨ªna... Un verdadero supermercado. La camarera dio un nombre: Varriale, Antonio, 28 a?os, napolitano, ciclista profesional del Panaria, amigo de Giuliano Figueras, otro ciclista napolitano que no puede participar en el Giro por su suspensi¨®n tras la redada de San Remo el a?o pasado -en su habitaci¨®n, que compart¨ªa con Varriale, se encontr¨® una jeringa de insulina-. Varriale, detenido, habl¨®. Todos esos productos no son para m¨ª, dijo; hay m¨¢s ciclistas implicados. La polic¨ªa sigui¨® preguntando. Y actuando.
Los nombres de los amigos de Varriale, casi todos napolitanos, empiezan a conocerse. El mi¨¦rcoles, tras la etapa de Estrasburgo, Domenico Romano, ciclista que estuvo en el Panaria y corre con el Landbouwkrediet Colnago, se retir¨® alegando las heridas en una ca¨ªda y no tom¨® el ch¨¢rter que llev¨® al pelot¨®n a Cuneo (Italia). Dos d¨ªas despu¨¦s se supo que la polic¨ªa le busca, aunque no le encuentra. A quien s¨ª que encontr¨®, el viernes por la tarde, fue a Nicola Chesini, otro corredor del Panaria, maglia nera, ¨²ltimo clasificado, a quien detuvo, tambi¨¦n con relucientes esposas, en el hotel Commercio, de Roccaforte di Mondovi, en el que se aloj¨® con su equipo despu¨¦s de la etapa. Otro compa?ero, Filippo Perfetto, abandon¨® el Giro porque en casa de sus padres, en N¨¢poles, hab¨ªa recibido una orden de detenci¨®n. Y el mismo viernes, en Caserta, cerca de N¨¢poles, se produjo la ¨²ltima detenci¨®n: Armando Marzano, ex polic¨ªa, acusado de proveer al supermercado de Varriale con sustancias procedentes de robos en hospitales de la zona napolitana.
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