'Mi marido mat¨® a Masud'
Una periodista ha reconstruido la vida de un inmigrante tunecino en Bruselas m¨¢rtir de la causa de Bin Laden
Cuando Abdesatar Dahmane lleg¨® a Bruselas procedente de T¨²nez vest¨ªa pantalones vaqueros, llevaba el pelo corto y disfrutaba del reggae y la cerveza belga. Catorce a?os m¨¢s tarde, Dahmane luc¨ªa una larga barba, vest¨ªa al estilo talib¨¢n y part¨ªa en importante misi¨®n hacia Afganist¨¢n. All¨ª, haci¨¦ndose pasar por periodista, lograba acceder y matar al l¨ªder guerrillero opositor al r¨¦gimen talib¨¢n Ahmed Masud. Era el 9 de septiembre de 2001, dos d¨ªas antes de los atentados contra el Pent¨¢gono y las torres gemelas.
-No comprendo, ?por qu¨¦ est¨¢s en peligro?
-Mi marido ha matado a Masud. Los militares americanos y los hombres de la Alianza del Norte me est¨¢n persiguiendo.
Este di¨¢logo es uno de los muchos que jalonan el libro de una periodista belga, Marie-Rose Armesto, que durante meses ha tenido acceso exclusivo y directo a Malika, la esposa de Dahmane. A trav¨¦s de su testimonio y la investigaci¨®n de la propia Armesto, el libro, titulado Su marido mat¨® a Masud (ediciones Balland) trata de desentra?ar el misterio de c¨®mo un inmigrante aparentemente dispuesto a integrarse en el mundo occidental se radicaliza hasta el extremo de convertirse en un terrorista suicida, un m¨¢rtir de la causa que lidera el multimillonario saud¨ª Osama Bin Laden.
'B¨¦lgica le fue cerrando las puertas. Y, de repente, se le abre la del islam'
La historia de Malika es similar a la de su marido Dahmane. Tras haber llegado con su familia a Bruselas desde Marruecos cuando s¨®lo ten¨ªa cinco a?os, Malika era hace 10 a?os una mujer de gustos occidentales y nacionalidad belga que a duras penas hablaba el ¨¢rabe. Ahora cubre su cabeza y pr¨¢cticamente todo su rostro con un pa?uelo y organiza los grupos de mujeres en el Centro Isl¨¢mico de Bruselas. Vive en la capital de Europa apartada de su familia, pero rodeada de sus nuevos hermanos y hermanas en el islam, que la apoyan y la entienden. Sus largas, inquietantes y contradictorias conversaciones con Marie-Rose Armesto son lo ¨²nico que aparentemente la mantienen a¨²n en contacto con el mundo occidental que ahora tanto odia.
La polic¨ªa belga sigue su pista, pero no tiene pruebas contra ella. Malika, que conoce bien las leyes belgas, asegura que desconoc¨ªa los planes de su marido para matar a Masud y el hecho de que meses antes del atentado llevara en su maleta hasta Afganist¨¢n un par de volt¨ªmetros (con los que se pueden fabricar bombas) no es prueba suficiente como para inculparla.
Abdesatar Dahmane quiso vivir y trabajar en B¨¦lgica. Cuando lleg¨® a Bruselas en 1987, con 25 a?os, intent¨® convalidar sus estudios de Periodismo en la Universidad Cat¨®lica de Lovaina, pero lo cierto es que a partir de ah¨ª, fue de fracaso en fracaso, Dahmane no consigue nunca ni un trabajo como periodista o como profesor (era su sue?o) ni un permiso de estancia que regularice definitivamente su situaci¨®n. Para salir adelante da clases de ¨¢rabe en centros isl¨¢micos.
'No creo que en aquellos a?os sus actividades fueran una tapadera', dice Armesto. 'Pero B¨¦lgica le fue cerrando todas las puertas; una detr¨¢s de otra. Y, de repente, se le abre la puerta del islam. Seguramente, sus nuevos amigos, algunos de ellos inculpados ahora en actividades terroristas, le ayudaban econ¨®micamente y le dec¨ªan que hay otro pa¨ªs donde desarrollar todas las capacidades de un creyentes isl¨¢mico: Afganist¨¢n. Fue aqu¨ª, en B¨¦lgica, donde se radicaliz¨® como todos los dem¨¢s, como Adel Terbouski, el hombre que les facilitaba los billetes de avi¨®n para ir a Afganist¨¢n, o Nizar Trabelsi, el ex futbolista'.
El viaje sin retorno comienza para Abdessattar Dahmane a mediados de 2000. Su esposa Malika se queda en Bruselas, aunque consciente de que su marido ha partido en misi¨®n importante para el islam y de que s¨®lo tiene que reclamarla para abandonar la capital de Europa. As¨ª sucede en enero de 2001, fecha crucial en la que Malika, tras recorrer decenas de kil¨®metros bajo un burka, se re¨²ne por fin con su marido en Jalalabab.
El desenlace es conocido. Dahmane, tras presuntos meses de entrenamiento en los campos talibanes, se rasura la barba y recupera su aspecto occidental. Se hace pasar por periodista y pide una entrevista con Masud. Finalmente, el 31 de agosto de 2001, es autorizado junto a su c¨®mplice, Rachid Bouraoui, apodado Soheil, tambi¨¦n de origen tunecino e inmigrante clandestino en B¨¦lgica, a subir a un helic¨®ptero que le llevar¨¢ hasta el norte del pa¨ªs, donde se esconde el comandante que luch¨® contra los sovi¨¦ticos y entonces resist¨ªa a los talibanes. Tras una larga espera, por fin, el domingo 9 de septiembre son recibidos por Masud. Nada m¨¢s iniciarse la entrevista, Soheil hace estallar los explosivos que porta alrededor de su cintura. ?l y el le¨®n del Panshir mueren casi instant¨¢neamente. Dahmane sale ileso e intenta escapar antes de ser abatido por los guardianes de Masud.
Malika, 42 a?os, convertida desde entonces en la viuda de un m¨¢rtir, ha contado con el inestimable apoyo de sus hermanos y hermanas. La ayudaron a huir de Afganist¨¢n tras la derrota de los talibanes y ahora vive con el salario de inserci¨®n social en Molenbeek, un barrio de Bruselas con una gran proporci¨®n de musulmanes, donde a veces la polic¨ªa se niega a entrar a auxiliar a ciudadanos en apuros.
Confesiones en la mutua desconfianza
Malika recurri¨® a Marie-Rose Armesto en diciembre de 2001, cuando ella hab¨ªa logrado huir de Afganist¨¢n y, desde Pakist¨¢n, intentaba volver a Bruselas. Cre¨ªa que el menor de los riesgos que corr¨ªa era el de terminar en una c¨¢rcel belga. Sin embargo, la legislaci¨®n de B¨¦lgica permite a Malika seguir viviendo en libertad e, incluso, a trav¨¦s de Armesto, contar sus medias verdades. Ella cree que tales confidencias le aportan cierta seguridad y ha elegido a Armesto porque cree que sus reportajes muestran cierta sensibilidad hacia el mundo musulm¨¢n. Marie-Rose Armesto, de 42 a?os y de origen espa?ol, es reportera en la televisi¨®n privada RTL-TV y la relaci¨®n establecida con Malika le ha quitado el sue?o. Sus largos encuentros han generado entre ambas tanta simpat¨ªa como incomprensi¨®n y desconfianza mutua. Finalmente, Malika, tras la emisi¨®n en febrero pasado, de un reportaje sobre Abdesatar, reh¨²sa volver a encontrarse con la periodista, aunque han hablado alguna vez por tel¨¦fono. La periodista cree que Malika es una v¨ªctima, aunque consentidora, de las redes fundamentalistas isl¨¢micas que act¨²an en Europa captando a los m¨¢s fr¨¢giles para sus acciones terroristas. Pero insiste: 'Algo hacemos mal en Europa para que esta radicalizaci¨®n ocurra justamente aqu¨ª'. Seg¨²n el semanario Le Vif L'Express, la demanda de regularizaci¨®n de Dahmane fue rechazada en Bruselas el 15 de noviembre de 2001. Para entonces, Dahmane ya no viv¨ªa en B¨¦lgica; ni siquiera estaba vivo.
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