Perito en sexos
A¨²n era esbelto y ten¨ªa el ment¨®n intr¨¦pido. Su ¨²ltimo destino lo cumpli¨® al frente de la embajada, en un peque?o pa¨ªs africano, cuyo nombre nunca pronunci¨®. Aquel destino era un apostadero para la caza del ant¨ªlope y de la joven nativa que cubr¨ªa sus intimidades con un tanga de leopardo, y que utilizaba, con la misma destreza, machete y placer. Disfrutaba tanto con sus episodios cineg¨¦ticos que si no le telefonea el subsecretario, ni se entera de que aquel pa¨ªs ya no aparec¨ªa en ning¨²n mapa: durante las ¨²ltimas semanas, la peste y la hambruna hab¨ªan terminado con el pueblo, los consejeros y hasta el presidente, en medio de las lluvias torrenciales y de la indiferencia de las naciones opulentas, que hab¨ªan saqueado aquellos parajes, durante un siglo. El embajador regres¨® a Madrid, con dos deslumbrantes muchachas negras, y consigui¨® unas largas vacaciones. El 31 de julio se instal¨® en su casa de la costa mediterr¨¢nea: piscina, jardines y tres plantas, sobre el promontorio que se adentraba en la bah¨ªa. Desde all¨ª, con telescopios y objetivos, espiaba las constelaciones y las remesas de carne enfierecida, que los calores depositaban en la playa. Ah, s¨ª, conoc¨ªa bien el arte de la seducci¨®n.
No era m¨¢s que un diplom¨¢tico discreto, pero todo un virtuoso en el ojeo y captura de vaginas h¨²medas. Muy ufano, ense?aba a sus invitados cientos de fotograf¨ªas de sexos femeninos, y se jactaba de revelar su origen, de un solo vistazo. El sexo es el espejo de la raza, afirm¨® con aire muy pericial. Algunas de aquellas fotograf¨ªas las exhib¨ªa en sus salones, como los despojos de un matador de toros. Un d¨ªa, les present¨®, con un gui?o, a las dos divinidades negras, y les dijo que los esperaba el s¨¢bado: os voy a preparar una excitante sorpresa. Cuando llegaron, las j¨®venes divinidades negras les mostraron una gran fotograf¨ªa, a todo color, con unos genitales masculinos ensangrentados, sobre una piel de leopardo. Pero al diplom¨¢tico no volvieron a verlo jam¨¢s. Se rumore¨® que hab¨ªa regresado al remoto territorio africano, aunque nadie lleg¨® a saber c¨®mo.
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