Detalles y pinceladas

No hubo motivos para echarse las manos a la cabeza,por favor, ni emoci¨®n genuina, que es s¨ªntoma puntual de que la verdad se ha hecho presente. La del arte eterno del toreo. Y no la pudo haber porque falt¨® algo tan necesario como el toro con su casta correspondiente. La tarde fue de detalles, pinceladas y suspiros.

La corrida de Zalduendo fue noble, en exceso c¨®moda, quiere decirse que las defensas no eran como para asustarse. Embistieron los toros unos mejor y otros con m¨¢s reticencia. En el caballo, pelear, lo justo, en una sola vara, lo habitual en cualquier ruedo de la Hispania profunda.

Los detalles m¨¢s celebrados de la tarde fueron los de Jos¨¦ Tom¨¢s, y de ah¨ª que al final saliera a hombros, despu¨¦s de que le fueran concedidas dos orejas, tras una estocada de buena ejecuci¨®n, pues hizo la cruz como cuentan que es el can¨®n: la muleta al hocico, la mirada torera en el morrillo, y a empujar con el pecho, sin remordimientos, dudas o alivios.

La primera faena de Jos¨¦ Tom¨¢s fue larga, un trasteo de muleta sin apreturas, con quietud ejemplar, en el que bord¨® el toreo accesorio, de adorno, y se tom¨® ventajas en el fundamental. Al quinto lo salud¨® con lances desiguales, aunque templados. Y despu¨¦s, bueno, sin ser faena redonda, result¨® reunida, compacta, adem¨¢s de la indiscutible personalidad, en la que prima la serenidad y el recogimiento. La templanza.

Curro V¨¢zquez dio poca coba a su primero, en el que dej¨® pinceladas de maestro en el arte de la tauromaquia. Una media ver¨®nica de esc¨¢ndalo, ese trincherazo sublime. Y volvi¨® a repetir faena, mas corregida, aumentada y gustosa, en el cuarto. En donde dos breves series al natural, fueron prodigio de temple y comp¨¢s.

Morante de la Puebla no se acopl¨® a ninguno de sus toros. Muletazos sueltos en su primero con denominaci¨®n de origen art¨ªstico, y ver¨®nicas de saludo en el sexto, en los que la cadera cruji¨® muy en silencio. Las musas estaban de vacaciones.