Muere Luis Carandell, el escritor que llen¨® de inteligencia y humor la cr¨®nica pol¨ªtica
El periodista fue fundamental en el panorama informativo de la transici¨®n espa?ola
Un viejo amigo suyo recordaba ayer c¨®mo Luis Carandell pod¨ªa pasarse horas contando an¨¦cdotas e historias. 'Era un conversador inagotable, maravilloso, lleno de humor, bondad e inteligencia'. Carandell muri¨® ayer en Madrid v¨ªctima de un c¨¢ncer y ser¨¢ incinerado hoy en el cementerio de la Almudena. Hab¨ªa nacido hace 73 a?os en Barcelona. 'Soy un catal¨¢n integral, por lo tanto s¨®lo puedo vivir en Madrid', sol¨ªa decir. Padre de dos hijas, su Celtiberia show marc¨® a toda una generaci¨®n. Pero fueron sus cr¨®nicas parlamentarias en los a?os ochenta las que le dieron mayor popularidad.
El s¨¢bado pasado, Luis Carandell llam¨® a la secci¨®n de Madrid de este peri¨®dico para advertir que ya no podr¨ªa seguir con sus colaboraciones, que publicaba cada dos domingos. Carandell, que siempre enviaba sus art¨ªculos con suficiente antelaci¨®n, quiso avisar personalmente, sin patetismos y movido por el impulso del veterano profesional, de que su trabajo probablemente llegaba a su fin.
Luis Carandell Robuste, hijo de un abogado del Comit¨¦ Cotoner de Catalu?a, era el mayor de siete hermanos. 'Otras personas se formaron con Sartre, Camus o Heidegger. Yo me he formado con la Iglesia cat¨®lica y el general Franco. Son los dos temas de mi vida. Si s¨¦ algo m¨¢s se lo debo a mis amigos'. Entre esos amigos estuvieron Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo (casado con una de sus hermanas), Mario Lacruz, Blas de Otero, Carmen Mart¨ªn Gaite y Rafael S¨¢nchez Ferlosio. 'Mario Lacruz y Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo, que ven¨ªan a mi casa a hacer funciones de teatro, me hablaban de Camus, descubr¨ª la injusticia, me inici¨¦ en el periodismo, viaj¨¦...'.
A los 18 a?os, Luis Carandell se traslad¨® a Madrid, donde estudi¨® Derecho, y en 1952 empez¨® a trabajar en El Correo Catal¨¢n. Poco despu¨¦s, seg¨²n recordaba ayer la agencia Efe, se traslad¨® a El Cairo, desde donde enviaba sus cr¨®nicas para El Noticiero Universal y otros peri¨®dicos. Despu¨¦s de Egipto viaj¨® a Tailandia, Singapur, Ceil¨¢n y Calcuta. De aquellos a?os naci¨® el libro Oriente Medio. Vivi¨® tres a?os en Jap¨®n. En 1961 fij¨® su residencia en Madrid y a mediados de 1968 entr¨® como redactor en la revista Triunfo, donde public¨® las secciones 'Silla de pista' y 'Celtiberia show', cuya recopilaci¨®n en un libro se convirti¨® en gran ¨¦xito de ventas.
Escribi¨® tambi¨¦n para Informaciones, Por favor y Diario de Barcelona. A finales de los a?os setenta trabaj¨® en Cuadernos para el Di¨¢logo y comenz¨® sus colaboraciones habituales con Diario 16. En 1982 se convirti¨® en cronista parlamentario de Televisi¨®n Espa?ola. En 1985 present¨® el telediario del fin de semana y, que se sepa, ha sido el ¨²nico presentador que inici¨® un telediario de la tarde con un soneto de Lope de Vega. Carandell lamentaba que los pol¨ªticos espa?oles hubieran perdido los recursos de la oratoria: 'Ya no hablan, leen', explicaba.
Se declar¨® a s¨ª mismo como un defensor de la conversaci¨®n y de los conocimientos y saberes in¨²tiles. Para ¨¦l, la tertulia era un modo de vida y por ello fund¨® en los ochenta la suya propia. En La Taberna del Alabardero, junto a Vicente Verd¨², Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n, F¨¦lix Santos, ?ngel Garc¨ªa Pintado, Fernando Castell¨®, Jos¨¦ Antonio Gabriel y Gal¨¢n, Manu El¨¦xpuru, Luis Lezama, ?ndres Berlanga, ?ngel Fern¨¢ndez-Santos y Miguel ?ngel Aguilar, desgranaba hasta el amanecer sus historias. 'Cuando ¨¦l empezaba a hablar todos call¨¢bamos', recuerda Verd¨². 'Ten¨ªa tantas an¨¦cdotas, y tan buenas, que era inagotable'. 'Era un genio de la literatura oral', a?ade otro contertulio. 'Hab¨ªa tanta generosidad en ¨¦l que hasta cuando contaba algo contra alguien, ese alguien sal¨ªa beneficiado. Siempre resultaba simp¨¢tico y nada malvado. Ten¨ªa el don de la generosidad intelectual'. En este sentido, el editor Josep Maria Castellet subraya: 'Era amigo incluso de sus enemigos'. 'Su optimismo', a?ade Verd¨², 'era contagioso. Estuve con ¨¦l hace dos d¨ªas en el hospital y todav¨ªa estaba convencido de que sal¨ªa de ¨¦sta. Un optimismo a prueba de bomba'.
Ayer, la periodista Margarita Rivi¨¨re apuntaba hacia su talento discreto. 'Era la persona que menos importancia se daba del mundo. La suya no era propiamente humildad, sino una mirada sobre la vida siempre distanciada y con enormes dosis de iron¨ªa'. Y el cineasta Luis Garc¨ªa Berlanga dijo en El Escorial: 'Coincidimos en tantas cosas en la vida que era m¨¢s que un amigo. Lo he pasado con ¨¦l maravillosamente, y sabemos lo que ha representado y lo que ha sido, chapeau a eso'.
Presum¨ªa de no ir al cine desde el d¨ªa de su primera comuni¨®n, en que lo llevaron vestido de marinero. Un recuerdo que le hizo aborrecer las salas de cine el resto de su vida. Carandell se trajo de sus a?os en Oriente no s¨®lo una vast¨ªsima cultura de la que jam¨¢s alardeaba, sino una afici¨®n -la papiroflexia- que lo convert¨ªa a ojos de los hijos de sus amigos (tambi¨¦n contribu¨ªan la barba y la mirada burlona por encima de sus gafas) en un especie de mago Merl¨ªn. La papiroflexia era un saber in¨²til que, adem¨¢s, le un¨ªa a uno de sus maestros: Unamuno. Carandell sembraba el suelo de las redacciones con todo tipo de animales y objetos de papel: ranas, patos, cisnes, barcos. Sin decir nada los dejaba por todas partes o encima de la mesa, provocando as¨ª una reverencial admiraci¨®n. 'Desgranaba sus conocimientos sin hacer ning¨²n esfuerzo', record¨® ayer Vicente Verd¨². 'Ten¨ªa una memoria siempre dispuesta'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.