El h¨¦roe impuro

He calificado a veces a Rafael Le¨®nidas Trujillo, el dictador de la Rep¨²blica Dominicana, como uno de nuestros demonios promocionales, meritorio demonio si tenemos en cuenta que ten¨ªamos a Franco tan cerca. Si Franco era la caricatura de Mussolini, Trujillo, como m¨¢s tarde Pinochet, era la del mismo Franco y se inscribi¨® en el olimpo de los dictadores pintorescos a la espera de que yo le dedicara Gal¨ªndez en 1990 y Mario Vargas Llosa La casa del chivo en el a?o 2000. La literatura ha contribuido a fijar la tipolog¨ªa de dictadores latinoamericanos, y ah¨ª est¨¢n el Tirano Banderas de Valle-Incl¨¢n, el Nostramus de Conrad, El se?or presidente de Miguel ?ngel Asturias o Yo, el Supremo de Roa Bastos, como un cuarteto suficientemente expresivo de la obsesi¨®n que escritores importantes han sentido por los tiranos situados entre el surrealismo y la hiperrealidad.

Trujillo convierte la tiran¨ªa sobre su pa¨ªs en un espect¨¢culo tragic¨®mico, en el que la comicidad la aporta ¨¦l mismo nombrando mariscal a su hijo de siete a?os

El dictador dominicano ten¨ªa su 'lobby' en el mismo Washington y contaba con el todopoderoso senador McCarran como uno de sus validos

Trujillo convierte su tiran¨ªa sobre la Rep¨²blica Dominicana en un espect¨¢culo tragic¨®mico, en el que la comicidad la aporta ¨¦l mismo nombrando mariscal a su hijo de siete a?os, y la tragedia tambi¨¦n, cuando asesina a sus antagonistas pol¨ªticos a palos o alarga su mano hasta el extranjero para ordenar que sea tiroteado y atropellado en M¨¦xico su ex asesor Almunia, un gallego del PSOE, tambi¨¦n exiliado tras la guerra civil. O secuestra en Nueva York, nada menos que en la Quinta Avenida, junto al Village, al profesor vasco Gal¨ªndez, lo traslada a la Rep¨²blica Dominicana, lo tortura y lo arroja a los tiburones. Estos hechos ocurrieron en el Nueva York de Gene Kelly y Frank Sinatra en el invierno de 1956, apenas los dio, mistificados, la diplomacia y la prensa franquista, y yo los recib¨ª a trav¨¦s de toda clase de clandestinidades a lo largo del curso 1956-1957.

Treinta a?os despu¨¦s empec¨¦ a escribir la novela. ?Qui¨¦n era Gal¨ªndez? Un profesor vascomadrile?o, vasquista convencido, colaborador de Irujo en el Ministerio de Justicia durante la guerra civil y dedicado sobre todo a salvar monjas vascas de los excesos anticlericales. Exiliado en Francia, en Rep¨²blica Dominicana, donde llegar¨ªa a ser preceptor de uno de los pr¨ªncipes Trujillo y asesor del sindicalismo dominicano, m¨¢s tarde en Nueva York se convierte en una pieza clave del PNV en Am¨¦rica Latina y en la conexi¨®n del Partido Nacionalista Vasco con los servicios secretos norteamericanos: la OSS, el FBI, la CIA. Desde las alturas del PNV, Aguirre e Irala dirigen la colaboraci¨®n entre servicios secretos, a veces pasando informaci¨®n sobre la izquierda espa?ola o puertorrique?a, a la espera de que EE UU cumpla lo prometido: cargarse la dictadura franquista. Profesor de la Columbia University, Gal¨ªndez trabaja en la ONU para impedir la legalizaci¨®n de la Espa?a de Franco, al lado de un exiliado notable que tambi¨¦n ha pasado por Santo Domingo, el capit¨¢n Dur¨¢n, protagonista de Soldados de Porcelana, de V¨¢zquez Rial, personaje tan valorado por Alberti y por Jaime Gil de Biedma. La noche en que Gal¨ªndez tiene que admitir la traici¨®n de los Estados Unidos de Eisenhower y los hermanos Dulles, y el ingreso del franquismo en la ONU, escribe una de sus mejores p¨¢ginas, lo que tiene su m¨¦rito porque no era demasiado buen escritor. Dej¨¦moslo en correcto o suficiente.

Desde su experiencia dominicana ha escrito un libro denuncia contra Trujillo, va a publicarlo y recibe toda clase de presiones para no hacerlo. Incluso propuestas econ¨®micas de ensue?o. Gal¨ªndez es m¨¢s fiel a Euskadi que a la Rep¨²blica Espa?ola o a sus republicanos exiliados, pero sobre todo es fiel a la imagen que tiene de s¨ª mismo y finalmente publica un libro que le costar¨¢ la vida. ?Qu¨¦ factores de prepotencia inducen a Trujillo a realizar el secuestro y la desaparici¨®n de un profesor y pol¨ªtico relativamente conocido? En la g¨¦nesis de Trujillo en Rep¨²blica Dominicana o de un Somoza en Nicaragua o de un P¨¦rez Jim¨¦nez en Venezuela o de Castillo Armas y R¨ªos Montt en Guatemala est¨¢ la inseguridad de las clases dominantes y el respaldo de Estados Unidos a reg¨ªmenes de fuerza muy primitivos que impidieran los des¨®rdenes y favorecieran su dominaci¨®n econ¨®mica en los m¨¢s fr¨ªos tiempos de la guerra fr¨ªa. Los militares concuerdan con oligarqu¨ªas a su vez teledirigidas por los intereses de las grandes compa?¨ªas extranjeras. Sobre este sustrato intervencionista germina la gran coartada de la lucha contra la subversi¨®n en tres contextos sucesivos, antes, durante y despu¨¦s de la guerra fr¨ªa, a cargo de militares formados para este fin a los que se les garantiza la impunidad, sea cual sea el procedimiento que empleen para destruir al enemigo; incluso se les ense?a en Panam¨¢ a torturar y exterminar cient¨ªficamente. Trujillo ten¨ªa su lobby en el mismo Washington, controlaba a sectores de la Administraci¨®n, de la polic¨ªa, de los medios de comunicaci¨®n norteamericanos, y contaba con el todopoderoso senador McCarran como uno de sus validos. ?stos eran sus poderes.

Pero mata demasiado. Para borrar las huellas del asesinato de Gal¨ªndez, liquida al piloto norteamericano que lo hab¨ªa trasladado a Rep¨²blica Dominicana y m¨¢s tarde al oficial del ej¨¦rcito dominicano que hab¨ªa dirigido las sesiones de interrogatorio y tortura. Lo primero le cost¨® un cambio de actitud por parte de la Administraci¨®n norteamericana una vez desaparecidos los Eisenhowers y dem¨¢s ralea, y lo segundo le cost¨® la vida, porque un hermano del oficial dominicano liquidado particip¨® en el golpe que consigui¨® derrocarlo y asesinarlo. A partir de esta historia en torno a un h¨¦roe impuro como Gal¨ªndez escrib¨ª una novela de amor y terror, en parte con ayudas documentales que me proporcion¨® en Santo Domingo el formidable editor Jos¨¦ Israel Cuello, m¨¢s tarde tambi¨¦n asesor de V¨¢zquez Rial y de Vargas Llosa. Nada m¨¢s publicarse mi novela, cuyo verdadero protagonista es una profesora norteamericana, Muriel, radicalmente liberal e indagadora de la tragedia Gal¨ªndez, tuvo pretendientes cinematogr¨¢ficos deslumbrantes, como ya me hab¨ªa ocurrido con Los mares del sur, que estuvo a punto de ser dirigida por Losey con gui¨®n de Cabrera Infante. Ahora, Gerardo Herrero se ha atrevido a poner en im¨¢genes una de las novelas contempor¨¢neas m¨¢s premiadas, fuera y dentro de Espa?a, y por tanto m¨¢s dif¨ªciles de traducir a im¨¢genes asumibles por parte de la memoria receptora. El gui¨®n resume a?os de trabajo en los que aparecen guionistas ilustres, y retengo a Azcona porque me encanta almorzar con ¨¦l para hablar de literatura. Los actores fijar¨¢n los sistemas de se?ales literarios que me atrev¨ª a proponer, y agradezco a Herreros que, entre tanto cierto selectivo, comprendiera que Muriel s¨®lo pudiera ser Saffon Borrows, la se?orita Julia de Strindberg, versi¨®n Mike Figgis, que estos d¨ªas hemos podido ver en los m¨¢s sutiles canales de Canal Plus.