El precio de los salarios dorados
Los excesos en las retribuciones de los directivos de EE UU indignan a los accionistas
El juez de la horca Paul O'Neill habl¨® el pasado mes de junio, tras repetidas andanadas contra los directivos de laxa moral que traicionaron la confianza depositada en ellos y provocaron una crisis sin precedentes en la credibilidad del sistema capitalista norteamericano. ?se fue el mes en que cay¨® Dennis Kozlowski, acusado de evasi¨®n de impuestos, un delito cuya investigaci¨®n ha revelado que el presidente actuaba en Tyco International como un s¨¢trapa de novela de realismo m¨¢gico.
La semana pasada fue procesado, junto al director financiero Mark Swartz, por concederse 170 millones en retribuciones no aprobadas por el consejo de administraci¨®n y de conseguir m¨¢s de 400 millones con la venta indebida de acciones del conglomerado. La nueva direcci¨®n de Tyco acaba de hacer p¨²blicos nuevos detalles de la esperp¨¦ntica generosidad de Kozlowski consigo mismo y medio centenar de empleados a costa de los accionistas. El presidente perdon¨® a 51 empleados cr¨¦ditos concedidos por la empresa por valor de 56 millones de d¨®lares, al tiempo que para s¨ª y para Swartz aprobaba el abono de otros 50 millones. Entre los gastos estrafalarios cargados por Kozlowski figuran 17.100 d¨®lares en un retrete port¨¢til, 15.000 en un parag¨¹ero, 6.000 en una cortina de ba?o, 2.200 en una papelera... Tyco le ha demandado para que devuelva millones de d¨®lares, le ha retirado la indemnizaci¨®n por dejar la compa?¨ªa y ha puesto a la venta el fabuloso piso de Nueva York del que disfrutaba con cargo a la compa?¨ªa.
En 19 juntas generales de accionistas celebradas este a?o se han presentado mociones para controlar las 'jubilaciones de oro'
Los m¨¢ximos responsables de las empresas cotizadas en Wall Street ganan hoy 400 veces m¨¢s que un trabajador normal
Los pasados cinco a?os vieron duplicarse las retribuciones de los consejeros delegados de las 200 principales compa?¨ªas de EE UU
Una hucha particular
El caso de Kozlowski es extremo, pero tampoco es el primero en que un antiguo directivo ha sido acusado de usar la empresa como una inacabable fuente de recursos personales. John Rigas, el fundador del Adelphia Communications, tuvo que dimitir en junio entre alegaciones de haber empleado la caja del grupo como una hucha particular y sus sucesores acaban de anunciar que no le van a pagar los 4,2 millones de indemnizaci¨®n fijados en su contrato. Los responsables de WorldCom est¨¢n considerando aplicar la misma medida a Bernard Ebbers, el fundador de la quebrada telef¨®nica, mientras que los de la tambi¨¦n hundida Warnaco han sido demandados por su antigua presidenta, Linda Wachner, por negarse a liquidarle los 25 millones pactados para el momento en que dejara el grupo.
Sueldos de f¨¢bula, indemnizaciones multimillonarias al marcharse, jubilaciones de ensue?o, privilegios de todo tipo (en el ejercicio del cargo de jefe supremo y en un creciente n¨²mero de casos tambi¨¦n despu¨¦s) forman parte de un cuadro que Rakesh Khurama, profesor de la Business School de Harvard, presenta en t¨¦rminos antropol¨®gicos: 'El consejero delegado, como l¨ªder carism¨¢tico, requiere toda una parafernalia que confirme sus poderes de semidi¨®s, al estilo de lo que para los brujos eran sus amuletos y todo lo dem¨¢s'.
La parafernalia de los nuevos brujos creci¨® a partir de finales de los ochenta con m¨¢s fuerza que el propio boom de la econom¨ªa, hasta acompa?ar el paroxismo de la expansi¨®n de una d¨¦cada m¨¢s tarde. Los pasados cinco a?os vieron duplicarse las retribuciones de los consejeros delegados de las principales 200 compa?¨ªas de Estados Unidos, que pasaron de recibir un promedio de 5,8 millones de d¨®lares en 1996 a los 11,7 millones del a?o pasado. El crecimiento uniformemente acelerado ha hecho que hoy en d¨ªa los m¨¢ximos responsables de las empresas cotizadas en Wall Street ganen 400 veces lo que un trabajador normal, frente al m¨²ltiplo de 42 que reg¨ªa hace un par de d¨¦cadas.
Las cifras fueron glosadas el pasado d¨ªa 11 por McDonough en Nueva York, en uno de los actos que acogi¨® la ciudad para reflexionar sobre lo ocurrido hace un a?o. 'Empezando por las principales compa?¨ªas, los consejeros delegados y los consejos de administraci¨®n deber¨ªan llegar a la conclusi¨®n de que las retribuciones de los ejecutivos son excesivas y deber¨ªan ajustarse a niveles m¨¢s razonables', dijo McDonough.
'El alg¨²n momento de los pasados a?os, algunos consejeros delegados (no todos, no la mayor¨ªa, pero s¨ª muchos) se olvidaron de que eran empleados de las compa?¨ªas en las que serv¨ªan. Asumieron una actitud regia', comentaba Andrew Grove, el presidente de Intel, en la presentaci¨®n de las recomendaciones elaboradas por una comisi¨®n de notables del Conference Board, un entre privado, para responder al fen¨®meno. Para el ex senador Warren Rudman la m¨¢s importante de esas recomendaciones es la de cortar la relaci¨®n entre gestores, comit¨¦ salarial y expertos en retribuciones.
Mecanismo viciado
Es un sistema interesado y un mecanismo viciado. Los consejeros delegados de las compa?¨ªas contratan a expertos que asesoran sobre las retribuciones a comit¨¦s extra¨ªdos del consejo de administraci¨®n. En estas comisiones figuran de forma rutinaria y endog¨¢mica directivos de otras compa?¨ªas. El an¨¢lisis de los datos revela que los comit¨¦s suelen aprobar en cada empresa retribuciones para el consejero delegado por encima de la media en el sector. Y como el jefe as¨ª retribuido formar¨¢ parte de otro comit¨¦ de otra empresa y aplicar¨¢ el mismo principio, los salarios no dejan de crecer.
Con la euforia financiera de la pasada d¨¦cada, las retribuciones y crecientes privilegios en especie de los presidentes y consejeros delegados en ejercicio se han extendido a los a?os de la jubilaci¨®n, con cl¨¢usulas tan fabulosas como las del contrato de Jack Welch. Visto con ojos de hoy, tras casi un a?o de continuos y traum¨¢ticos esc¨¢ndalos financieros, ''mi contrato de 1996 podr¨ªa ser presentado indebidamente como un excesivo paquete de jubilaci¨®n, en vez de lo que era, parte de un contrato justo pactado hace seis a?os', escrib¨ªa Welch al anunciar que renunciaba a todos los privilegios.
El 'escandaloso' divorcio de Jack Welch
Jane, la mujer de Jack Welch, en plena pelea de divorcio, fue la que dio la campanada del contrato de oro al revelar algunos extremos, que luego ¨¦l calific¨® de exagerados. La l¨ªnea general es que Welch seguir¨ªa recibiendo en su retiro 'accesos y servicios comparables a los proporcionados antes de su jubilaci¨®n', lo que inclu¨ªa uso y disfrute de piso palaciego, secretarias, coche con ch¨®fer, avi¨®n... junto 86.535 d¨®lares por 30 d¨ªas de trabajo anual m¨¢s otros 17.307 por jornada adicional con que redondear una pensi¨®n a cargo de la compa?¨ªa de nueve millones anuales. El ex presidente de General Electric ha renunciado a todo ello, aunque considera que era lo que se merec¨ªa por haber llevado al grupo a la cima. Lo mismo mantiene Louis Gerstner, en raz¨®n de haber salvado a mediados de la pasada d¨¦cada a IBM. Gerstner abandonar¨¢ a finales de a?o la empresa, tras dejar en marzo la consejer¨ªa delegada. Durante los pr¨®ximos 10 a?os, hasta cumplir 70, podr¨¢ asesorar al gigante azul a raz¨®n de 600 d¨®lares la hora, adem¨¢s de tener accesos al avi¨®n de la compa?¨ªa, vivienda y uso de coche, entre otros privilegios. Los comit¨¦s que fijan estas retribuciones, una pol¨ªtica de compensaci¨®n cada vez aplicada a mayor n¨²mero de beneficiarios, alegan que mantener el contacto con el ex presidente permite a la empresa beneficiarse de su experiencia, adem¨¢s de impedir que el retirado ofrezca potencialmente servicios a la competencia. La estruendosa revelaci¨®n de los privilegios de Welch ha dado munici¨®n a quienes se preguntan si alguien con una pensi¨®n millonaria y muchas horas dedicadas al golf no puede pagarse un coche, el uso de un fax u ofrecer espor¨¢dico consejo de forma gratuita a su sucesor. Es una corriente que toma fuerza. En 19 juntas generales celebradas este a?o se han presentado mociones para controlar esas jubilaciones de oro. El a?o pasado fueron 13, por lo que cabe esperar que, con el acicate de las ¨²ltimas noticias y la frustraci¨®n de los accionistas por el desfondamiento burs¨¢til, el n¨²mero ser¨¢ mayor en el pr¨®ximo ejercicio. Sin ser vinculantes, estas exigencias han llevado ya a algunas compa?¨ªas a reconsiderar sus pol¨ªticas de retribuciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.