El dilema de la pol¨ªtica fiscal
Se acaban de presentar los quintos Presupuestos Generales del Estado de la era del euro en un entorno macroecon¨®mico y financiero caracterizado por la incertidumbre. Casi todas las econom¨ªas experimentan procesos de desaceleraci¨®n no exentos de riesgos. Los mercados financieros, sobre todo el burs¨¢til, est¨¢n muy inquietos. Primero fue la microeconom¨ªa, como consecuencia de los decepcionantes resultados empresariales, intensificados por casos como el de Enron. Posteriormente la macro, reflejo de la preocupaci¨®n por el crecimiento de EE.UU. y de Europa as¨ª como por las crisis en Latinoam¨¦rica. Finalmente, la guerra de Irak, y las incertidumbres pol¨ªticas y econ¨®micas asociadas a la misma. En particular, con unos precios del petr¨®leo que ya superan las expectativas, las perspectivas sobre el crecimiento y la inflaci¨®n de las econom¨ªas industrializadas se ensombrecen a¨²n m¨¢s.
Sin embargo, el hecho de que la econom¨ªa espa?ola est¨¦ inmersa en un entorno internacional complicado, no debe desviar la atenci¨®n de sus propios problemas. En este sentido, la cesi¨®n de la soberan¨ªa en pol¨ªtica monetaria y cambiaria al Banco Central Europeo asociada a la incorporaci¨®n de Espa?a a la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM) otorga un papel decisivo a la pol¨ªtica fiscal para afrontar los problemas propios de cada pa¨ªs, ya que de los asuntos 'externos' se encargan, se supone que acertadamente, los bancos centrales respectivos y los organismos multilaterales, todo ello bajo la atenta mirada de unos mercados financieros globalizados.
Los Presupuestos Generales del Estado constituyen la herramienta b¨¢sica del dise?o de la pol¨ªtica fiscal para 2003 y, por tanto, deber¨ªan intentar ofrecer una respuesta a los problemas propios de nuestra econom¨ªa, entre los que destacan dos situaciones puntuales espec¨ªficas. En primer lugar, una tasa de inflaci¨®n que superar¨¢ con creces el 4% al acabar este a?o, muy por encima de la de sus socios comerciales con los que mantiene un tipo de cambio fijo, con la consiguiente p¨¦rdida de competitividad y su impacto negativo sobre la actividad econ¨®mica a largo plazo. En segundo lugar, una desaceleraci¨®n de la actividad que probablemente conducir¨¢ a tasas de crecimiento en torno al 1,5% a finales de a?o, un punto por debajo del crecimiento potencial de la econom¨ªa espa?ola y pr¨®ximas al nivel cr¨ªtico en el cual puede tener lugar una destrucci¨®n neta de empleo. El dilema de la pol¨ªtica fiscal es decidir a cu¨¢l de estas situaciones deben atender prioritariamente los nuevos Presupuestos Generales del Estado. Si se considera que es la primera, la inflaci¨®n, se deber¨ªa elaborar un presupuesto m¨¢s bien restrictivo en los cap¨ªtulos de gasto corriente, con una inversi¨®n p¨²blica destinada a eliminar los cuellos de botella por el lado de la oferta, orientado a implementar las nuevas tecnolog¨ªas que abaraten los procesos de producci¨®n y distribuci¨®n, generoso en medidas fiscales que estimulen el ahorro y dirigido a reforzar las instituciones encargadas de velar por la competencia y el buen funcionamiento de los mercados de trabajo y de bienes y de servicios. Si, por el contrario, se decide que la prioridad es el crecimiento generador de empleo, se deber¨ªa optar por un presupuesto moderadamente expansivo, m¨¢xime cuando el margen de maniobra relativo a la situaci¨®n fiscal de buena parte de los pa¨ªses de la UEM parece holgado: casi todos est¨¢n relajando sus pol¨ªticas fiscales y a la Comisi¨®n Europea no parece importarle demasiado.
En el fondo se trata de un dilema cl¨¢sico de la pol¨ªtica econ¨®mica: optar entre actividad y empleo o inflaci¨®n o, si se quiere, entre crecimiento a corto y a largo plazo. El presupuesto presentado no aclara el dilema. El d¨¦ficit cero en una econom¨ªa creciendo por debajo de su crecimiento potencial es, en apariencia, se?al de un presupuesto restrictivo. Sin embargo, el recorte de impuestos destinado a estimular el consumo y la expansi¨®n de la obra civil sin medidas tendentes a atajar la inflaci¨®n, son caracter¨ªsticas de un presupuesto expansivo. El dilema no se aclara porque ni siquiera se plantea. Al fin y al cabo se basa en un escenario en el que la econom¨ªa crece un 3%, por encima de su potencial, con una inflaci¨®n de consumo en el 2%, menos de la mitad de la cifra con la que previsiblemente se cerrar¨¢ este ejercicio. Ojal¨¢ se cumpla. Ojal¨¢ tampoco haya guerra.
Miguel Sebasti¨¢n es economista.
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