El congreso del milagro anunciado
Los pol¨ªticos con mando y solapas de lentejuelas han colocado discretamente a Francisco Camps de se?or particular y han dejado que pasee su aire g¨®tico, por la penumbra de los grandes fastos. Este joven apenas habla, murmur¨® un diputado. Puede, pero se fija mucho, respondi¨® otro rememorando el chiste del lorito que no era si no una lechuza. Despose¨ªdo de protagonismo, pero muy atento al director de escena, para no errar un ¨¢pice en su papel, Francisco Camps que, hasta dentro de un mes, no ser¨¢ proclamado oficialmente aspirante a la presidencia de la deuda p¨²blica m¨¢s grandiosa que jam¨¢s vieran los siglos ni las restantes autonom¨ªas, sabe que a su paso no se encender¨¢n las candilejas, y que focos y c¨¢maras ya tienen sus destinatarios: Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, como un lucero, en la tarde del viernes; Mariano Rajoy en la apoteosis de echarle el cierre al c¨®nclave; y el showman Eduardo Zaplana con todo un s¨¢bado de gloria, para la pleites¨ªa de sus fieles: los mismos que han rubricado sus haza?as, que han glosado sus lances, que han alabado hasta sus pifias. Por encima de un Olivas de sombras y de un Camps a quien le han disciplinado, hasta la fugaz imagen, Zaplana se asegura el derecho de ordenar y vigilar el patio trasero de su sill¨®n ministerial: aqu¨ª tiene sus reservas espirituales y terrenales, es decir, sus reservas de fieles y de suelos. Aqu¨ª tiene su reino.
En este mundo ilusi¨®n, como alguien ha bautizado, con fortuna, el acontecimiento del PP valenciano, en el Palau de Congressos, se advierte el meritorio trabajo de libretistas, guionistas, el¨¦ctricos y expertos en sastrer¨ªa y alta costura. Nada se ha dejado al azar. Incluso, las propuestas de Ibarretxe, fueron de inmediato acotadas en el texto original, para que Aznar, en camisa y con la manga liada por debajo del codo, en medio de un auditorio de cargos conservadores y arribistas del ladrillo, descalificara enf¨¢ticamente al lehendakari, que trata de 'llevar al Pa¨ªs Vasco al abismo'. Zaplana, corbata y americana de estadista reci¨¦n horneado, aprovech¨® la ocasi¨®n para recordarnos que somos la locomotora de Espa?a y parte del extranjero, y que pitamos, 'sin ser nacionalistas y sin recurrir al victimismo'.
Momentos pol¨ªticamente estelares, porque en el Congreso mundo ilusi¨®n, las ponencias y los grandes debates anunciados se los hab¨ªan aprendido de carrerilla, y la pretendida renovaci¨®n ideol¨®gica no era m¨¢s que una adivinanza o en el mejor de los casos una paradoja: ?c¨®mo renovar aquello de lo que se carece y hasta se menosprecia? Posiblemente, pocos cambios en el nuevo ejecutivo, escasas novedades program¨¢ticas y esas grandes frases de quien ha impuesto y administrado la monoton¨ªa, y ha gobernado como partido ¨²nico, sin respeto democr¨¢tico a las minor¨ªas pol¨ªticas y sociales. Si el futuro que nos espera, tras los comicios auton¨®micos y municipales, ha de ser otro de esos largos y hediondos bostezos, es que esta comunidad la pari¨® el pactismo con mucha cuerda de m¨¢rtir, para ir tirando y sin perder comba. Quiz¨¢ el martirio y la resignaci¨®n vuelvan a ponerse de moda.
Mucho triunfalismo, mucha exaltaci¨®n, y una solemne ofrenda de Zaplana: 'El ¨²ltimo domingo de mayo te prometemos una nueva mayor¨ªa absoluta'. ?A que encima nos toca aparici¨®n mariana?
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