Escritura y vida
Sinestesia y sexo, y perd¨®n por la redundancia (el sexo es pura sinestesia) han sido los asuntos estrellas del pasado mes. Surgieron porque una oyente nos explic¨® por carta que de peque?a, cuando se masturbaba, le sab¨ªa la lengua a mandarina. Lo coment¨¦ con el equipo de La ventana y un redactor asegur¨® que cuando abr¨ªa la nevera escuchaba dentro de su cabeza un gemido que cesaba al cerrarla. La se?ora de la limpieza, que pasaba en ese instante por all¨ª, nos cont¨® que la sopa del cocido le sab¨ªa a electricidad y que al cortarse las u?as se le llenaba la boca de saliva. Estuvimos discutiendo en antena sobre el significado del t¨¦rmino sinestesia, del que el diccionario de Manuel Seco dice que es una "sensaci¨®n que se produce en una parte del cuerpo o en un sentido distinto a aquellos que han recibido el est¨ªmulo". Pero tambi¨¦n es una figura ret¨®rica consistente, seg¨²n el diccionario Claves, en "unir dos im¨¢genes o dos sensaciones que proceden de distintos campos sens-oriales" (verde chill¨®n, por ejemplo). El asunto dio mucho que hablar, pues todo el mundo intu¨ªa que sinestesia y arte, por no abundar en sinestesia y sexo, estaban muy relacionados.
Abrimos los micr¨®fonos y una mujer dijo que para ella todas y cada una de las letras del alfabeto ten¨ªan un color preciso. Le preguntamos por la hache y asegur¨® que era de color lila; le eme era naranja, creo, y la be roja. Respond¨ªa con tanta seguridad que a Gemma Nierga y a m¨ª nos entr¨® complejo de ciegos. Personalmente, creo que todas las letras del alfabeto son negras, y de la familia Times, lo que sin duda es una forma de sinestesia austera (y anglosajona). El espacio se llen¨®, en fin, de sensaciones corporales y los relatos que llegaron durante los siguientes d¨ªas tambi¨¦n.
Nos gust¨® mucho el de Santi Pe?a, Los domingos, por la sencillez con la que establece esa asociaci¨®n entre el sexo y la muerte. Pero si quieren ustedes saber de verdad qu¨¦ es la sinestesia, lean Colores, de Josefina H., porque lo explica mejor que la mejor definici¨®n, y en apenas cuatro l¨ªneas. El relato de Juan Antonio Mena, Las l¨¢grimas, conmovi¨® a la audiencia por ese final tan eficaz en el que el colirio y la l¨¢grima se confunden. Es rara la semana que no llegan dos o tres cuentos de terror. A m¨ª, los cuentos de terror me saben a gasolina; sin embargo, Una que se le parece, de Albert Rossell, me supo a cobre. Hablando de sabores, a ver a qu¨¦ les sabe a ustedes el cuento titulado Tentaci¨®n, de Natacha Wassilieff Knudsen. Me da verg¨¹enza confesar a qu¨¦ me supo a m¨ª. Y una ¨²ltima cuesti¨®n: ?la sinestesia nace o se hace?
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