Los museos no sueltan prenda
Instituciones de varios pa¨ªses rechazan la devoluci¨®n de obras de arte
Los museos de las grandes potencias coloniales siempre se han nutrido de los expolios de su pasado conquistador. Las instituciones de los nuevos imperios utilizaron su poder¨ªo econ¨®mico para comprarse una historia. Ambos dicen ahora que se quedar¨¢n con lo que tienen. Ante las crecientes demandas de pa¨ªses como Turqu¨ªa o Grecia, que perdieron parte de su legado hist¨®rico en circunstancias desfavorables, los principales museos del mundo, entre ellos El Prado y el Museo Thysen-Bornemisza, han firmado, en nombre de la cultura universal, una declaraci¨®n que les permite conservar sus colecciones.
El comunicado que hizo p¨²blico ayer el Museo Metropolitano de Nueva York afirma que "la admiraci¨®n universal por las antiguas civilizaciones no ser¨ªa ahora tan generalizada sin los objetos de estas culturas, que siempre estuvieron a la disposici¨®n del p¨²blico en los grandes museos". Cita en concreto el caso de las obras griegas. "Las colecciones de los museos p¨²blicos del mundo garantizaron el alcance de la cultura griega".
El manifiesto dice que los objetos se adquirieron en circunstancias que no son comparables a las de ahora
La idea surgi¨® durante una reuni¨®n de directores de museos el pasado octubre. "Los objetos y monumentos que se instalaron hace decenas de a?os, e incluso siglos, en museos de Europa y Am¨¦rica se adquirieron en circunstancias que no son comparables con las de ahora", aseguran las dieciocho instituciones.
Entre ellas figuran el Art Institute de Chicago, el Museo Estatal de Baviera, el Museo de Arte de Cleveland, el Museo J. Paul Getty de Los ?ngeles, el Museo del Condado de Los ?ngeles, el Louvre de Par¨ªs, el Metropolitan, el Whitney, el Guggenheim y el Moma de Nueva York, el Museo de Arte de Boston, el Ufficio delle Pietre Dure de Florencia, el Museo de Filadelfia, el Rijksmusem de Amsterdam y el Hermitage de San Petersburgo. La pol¨¦mica m¨¢s reciente y duradera concierne el Museo Brit¨¢nico, el m¨¢s afectado por este tipo de controversias y que, sin embargo, ha preferido no firmar la declaraci¨®n. Desde hace casi 20 a?os, el Brit¨¢nico est¨¢ enzarzado en una batalla legal con las autoridades de Atenas para conservar los m¨¢rmoles del Parten¨®n (diecisiete figuras de m¨¢rmol y una parte del friso gigante) expoliados por el embajador brit¨¢nico lord Elgin en 1801.
El museo asegura que los restos consiguieron as¨ª escapar de la corrosiva contaminaci¨®n de la capital griega. Catorce parlamentarios brit¨¢nicos e intelectuales griegos han pedido que las piezas vuelvan a su pa¨ªs de origen antes de los Juegos de Atenas, en el 2004.
Nigeria tambi¨¦n ha reclamado al museo sus tesoros nacionales, entre ellos una serie de piezas de bronce, la mayor¨ªa procedentes del entonces reino de Ben¨ªn, conquistado por Gran Breta?a en 1897. Turqu¨ªa lleva a?os pidiendo al museo de Berl¨ªn la puerta de Pergam¨®n, descubierta durante unas excavaciones arqueol¨®gicas alemanas en 1871.
Hace unas semanas, un donante an¨®nimo devolvi¨® a Etiop¨ªa un amuleto sagrado que se perdi¨® tras el paso de las tropas coloniales en 1867, poco despu¨¦s del suicidio de su emperador, Teodoro II, abrumado por la derrota. El pasado julio, el Ministerio italiano de Cultura nacionaliz¨® el obelisco de Axum, trofeo de guerra de las tropas de Mussolini en Etiop¨ªa, aunque recientemente anunci¨® su intenci¨®n de devolverlo a los due?os originales.
Despu¨¦s de a?os de negociaciones, el Museo Getty y el Instituto de Arqueolog¨ªa Cl¨¢sica de la Universidad de Berna se resignaron recientemente a devolver a las autoridades italianas 500 piezas de bronce y terracota de la antigua ciudad griega de Sybaris (en Calabria).
Espa?a, por tomar un ejemplo, tambi¨¦n ha perdido parte de sus tesoros. Muchos cruzaron el Atl¨¢ntico a principios de siglo. De no ser por la fiebre compradora de Archer Milton Huntington, heredero del imperio de ferrocariles que le dej¨® su padre, la Hispanic Society no tendr¨ªa una de las mejores colecciones de cer¨¢mica moz¨¢rabe o el primer ejemplar de La Celestina.
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