Zaplana, sin cuartel
El cronista no sabe a cuenta de qu¨¦ todo el esc¨¢ndalo, desde que el diario Abc destap¨® el inter¨¦s de Eduardo Zaplana por agenciarse un grupo medi¨¢tico af¨ªn a sus conveniencias y a las del PP. En los inicios de su fulgurante carrera pol¨ªtica, que alumbr¨® una Maruja tr¨¢nsfuga, el ex presidente de la Generalitat, hoy ministro de Trabajo, lo tuvo muy claro, y as¨ª se lo dijo al se?or Palop, en una conversaci¨®n telef¨®nica, que se hizo p¨²blica: Estoy en esto por dinero. Y luego, con el mismo tono jovial, agreg¨® que quer¨ªa comprarse un coche de tantas v¨¢lvulas. El personaje no tiene desperdicio ni remilgos, ?a santo de qu¨¦ iba a tenerlos? Va a lo suyo y no enga?a m¨¢s que a los que se dejan enga?ar. Es pr¨¢ctico, resuelto y sin pizca de lastre ideol¨®gico, ni ¨¦tico, ni solidario; faltar¨ªa m¨¢s, a sus a?os. Al cronista le encant¨® la definici¨®n que de Eduardo Zaplana dio Joan Rib¨®: "Zaplana est¨¢ acostumbrado a bordear la ilegalidad, est¨¢ acostumbrado a pisar la frontera de la ley con un pie y la de la ilegalidad con otro". Y le encant¨® porque era casi literalmente la imagen que el catedr¨¢tico ?ngel Valbuena Prat, ten¨ªa del p¨ªcaro. Ya ven, qu¨¦ personaje tan sorprendente: en sus aspiraciones se conformaba con un coche y unas ruinosas empresas de comunicaci¨®n, pero ha terminado encaram¨¢ndose, por m¨¦ritos propios y m¨²sculo de sus lacayos, a la galer¨ªa de los inmortales, junto al Lazarillo de Tormes, Guzm¨¢n de Alfarache, el Busc¨®n y otros ilustres trapaceros, vividores y criado de varios amos. Zaplana se ha hecho a s¨ª mismo sustancia de recreo y fantas¨ªas, de vistoso oracionero, de hartura abundante, de romance con estribos, de medios sin medios ni remedios. Y, si ya anda en el verso y en la estampa, ?por qu¨¦ no guardarle un hueco, en tan excelsa gloria, a su escudera portavoz, tan bien cumplida, Alicia de Miguel, junto a la p¨ªcara Justina?
Mejor en esos renglones memorables, que no de Valencia a Par¨ªs, tan peripat¨¦tico, con Ricard P¨¦rez Casado y Ximo Puig, olfate¨¢ndole la pista, metiendo sus narices en la agenda de mesi¨¦ Bouygues, donde, seg¨²n parece, s¨ª hay tela que cortar, o perdiendo el escaso aceite de la credibilidad. Zaplana est¨¢ en otra dimensi¨®n, en la que el cese que le exige Gaspar Llamazares o las acusaciones socialistas, le suenan a estrambote. Toda la miseria, para los figurantes: Aurelio Hern¨¢ndez y Francisco Pontes, ex consejero delegado y director general de Aguas de Valencia, el Palau no paga traidores; el presidente de Tabarka Media, Antonio de Alcal¨¢, tambi¨¦n presidente de la comisi¨®n de control de la CAM, al que meti¨® en el tomate la Generalitat, para sobresalto de los parroquianos de la entidad de ahorro, que costea, por c¨®mplice y al alim¨®n con Bancaixa, la pifia de Terra M¨ªtica. Y otros mendas con dineros p¨²blicos o de sudor ajeno, al cobijo de intereses bastardos. As¨ª vamos, en este simulacro de democracia, que esconde el trapicheo y enmara?a el abuso. Mientras el gobierno del PP, en su impotencia, en su obscenidad, estrena el happening de la confusi¨®n: parlotea m¨¢s que esclarece, miente m¨¢s que decide, abandona esca?os y pide que dimitan la oposici¨®n y cuantos no le den el voto. En fiestas y a fin de a?o, ni tregua ni cuartel. Los m¨¢s pacientes, a la espera. El tiempo todo lo cura, y adem¨¢s mata.
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