El oboe demente
Visit¨® de nuevo el Palau Frans Br¨¹ggen, y aunque repiti¨® con Haydn, tuvo la delicadeza de no tocar las obras que ya hab¨ªamos escuchado aqu¨ª (sinfon¨ªas 52, 95 y 100). Esta vez interpret¨® la n¨²mero 6, la 26 y la 102, completando el programa con el Concierto para trompeta.
La Orquesta del Siglo de las Luces trabaj¨®, como acostumbra, con profesionalidad, atenci¨®n a la filolog¨ªa, uso de instrumentos originales, energ¨ªa y precisi¨®n. El Haydn de la sinfon¨ªa n¨²m. 6 se verti¨® vigoroso, ajustado y con toda la ingenuidad que corresponde no s¨®lo a los inicios de un compositor, sino tambi¨¦n de un estilo: el clasicismo estaba dando sus primeros frutos y aparec¨ªa con todos los encantos y la l¨®gica inmadurez de un ni?o. En el Allegro hubo buenos solos de flauta, bien contestada por los oboes. El segundo movimiento fue rico en contrastes, y Fr¨¹ggen se esforz¨® en subrayarlos expresivamente: la secuencia Adagio-Andante-Adagio se dise?¨® de forma encantadora, as¨ª como el di¨¢logo entre el viol¨ªn y el violonchelo. La afinaci¨®n del primer viol¨ªn, sin embargo, no fue siempre excelente. Tampoco la del fagot, en el solo que comparti¨® con el contrabajo durante el Menuetto. Los vertiginosos dise?os -escalas, y algo m¨¢s que escalas- del Finale pusieron de nuevo a prueba a la flauta, al primer viol¨ªn y al conjunto de la orquesta.
Ciclo de M¨²sica Antigua
Orchestra of the Age of Enlightenment. Director: Frans Br¨¹ggen. Trompeta solista: David Blackadder. Obras de Haydn. Palau de la M¨²sica. Valencia, 10 de febrero de 2003
En la Sinfon¨ªa 26, un poquito extra?a por su uso de melod¨ªas eclesi¨¢sticas, el director holand¨¦s no subray¨® apenas el papel del oboe y los segundos violines, encargados de su exposici¨®n, lo cual puede resultar discutible. La n¨²m. 102 exhibe a Haydn -y al clasicismo- al final de un largo camino: la forma sinf¨®nica ha madurado y s¨®lo espera a Beethoven para el remate. Se toc¨® con unci¨®n el Largo inicial, que desemboc¨® en un en¨¦rgico y transparente Vivace. Los silencios se hicieron expresivos. Los vientos se desenvolvieron bien, en t¨¦rminos generales, con los instrumentos antiguos: en el Trio del Menuetto, sobre todo, pero no s¨®lo all¨ª. Los timbales sonaron vigorosos pero no atronadores. Falt¨®, eso s¨ª, un punto de chispa, ese punto que convierte a Haydn en el m¨¢s arrebatador y peligroso rival de Mozart.
David Blackadder interpret¨® el Concierto para trompeta con el instrumento para el que fue dise?ado. Se trata de una trompeta que no es natural ni de v¨¢lvulas, sino de llaves, como los instrumentos de madera. En su tiempo (finales del XVIII) fue definida, con poca misericordia, como un "oboe demente". A partir de tales pre¨¢mbulos, no cabe sino aplaudir al solista, que son¨® ¨¢gil en los movimientos r¨¢pidos, frase¨® bien el Andante y -naturalmente- desafin¨® muchas veces. Bastantes menos de las que pod¨ªan esperarse con esa herramienta.
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