El padre de Do?ana
Jos¨¦ Antonio Valverde fue un investigador at¨ªpico y un conservacionista apasionado
Fuera de los c¨ªrculos cient¨ªficos, a Jos¨¦ Antonio Valverde (Valladolid, 1926-Sevilla, 2003) se le conoce, sobre todo, por haber sido el padre del Parque Nacional de Do?ana o, m¨¢s correctamente, por haber salvado de la desaparici¨®n uno de los espacios naturales m¨¢s valiosos del continente, encabezando una compleja ofensiva en la que participaron personalidades e instituciones de todo el mundo. Pero, adem¨¢s, y ¨¦sta es la parte de su legado que a ¨¦l mismo le gustaba destacar aunque fuera la menos conocida, contribuy¨®, como pocos, al conocimiento de la ecolog¨ªa de los vertebrados, campo en el que aplic¨® su heterodoxa manera de enfocar los problemas cient¨ªficos. Sus trabajos, adem¨¢s, alimentaron el nacimiento de la conciencia ambiental en Espa?a.
Cualquier conversaci¨®n con Jos¨¦ Antonio Valverde, arrancaba, inevitablemente, en el Valladolid de posguerra, escenario de las primera excursiones campestres de este naturalista vocacional. En aquellas largas caminatas trataba el joven Valverde, como sol¨ªa recordar, "de identificar a todo bicho viviente", tarea ciertamente complicada en un pa¨ªs y en una ¨¦poca "en la que escaseaban los especialistas y los libros capaces de orientarte en esta tarea".
Atra¨ªdo sobre todo por las aves, Valverde comienza a cartearse con Francisco Bernis, pionero de la ornitolog¨ªa espa?ola y por aquel entonces profesor de ciencias naturales en Lugo. De la intensa relaci¨®n epistolar que mantuvieron naci¨® una s¨®lida amistad, as¨ª es que cuando, en 1952, Bernis recibe ayuda de la Fundaci¨®n Fenosa para visitar Do?ana no duda en pedir a Valverde que lo acompa?e. Aquel primer viaje ser¨ªa decisivo en la vida y obra de este cient¨ªfico, que se enfrentaba, por vez primera, "a la gran fauna, en un territorio absolutamente perdido e ignorado por la ciencia".
Un a?o despu¨¦s, de nuevo en Do?ana, los dos naturalistas, con instrumental facilitado por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, de San Sebasti¨¢n, llevan a cabo el primer anillamiento cient¨ªfico de aves realizado en Espa?a.
A¨²n si haberse licenciado, Valverde obtiene en 1954 una beca de la Universidad de Tolouse, lo que le permite depurar sus tesis en el Instituto Biol¨®gico de la Tour du Valet, en la camarga francesa. "Mi manera de ver las cosas, distribuyendo a cada especie en su nicho y estableciendo a partir de ah¨ª esquemas ecol¨®gicos, era novedosa y me dio a conocer entre los ornit¨®logos europeos", confesaba. Y ese mismo enfoque lo traslada, durante tres meses -"los mejores de mi vida"-, al S¨¢hara, expedici¨®n que quedar¨ªa plasmada en la obra Aves del S¨¢hara espa?ol: un estudio ecol¨®gico del desierto (1957), de gran repercusi¨®n en c¨ªrculos cient¨ªficos nacionales y extranjeros.
Por primera vez, admiten hoy los especialistas, una obra, sin perder la belleza e inter¨¦s del simple relato descriptivo, incorpora las claves para revelar el complejo entramado que tejen los distintos seres vivos que habitan en un territorio. Valverde dibuja cada biotopo que visita, situando en ¨¦l a las distintas especies animales de las que, siguiendo una sistem¨¢tica propia, incorpora todas sus caracter¨ªsticas, incluida la alimentaci¨®n. Algo que repetir¨ªa con su Estructura de una comunidad mediterr¨¢nea de vertebrados terrestres (1967), tomando en este caso como escenario las marismas del Guadalquivir.
Algunos de los m¨¢s significativos descubrimientos de Valverde est¨¢n recogidos o esbozados en este ¨²ltimo trabajo, que el tiempo ha convertido en un cl¨¢sico de la literatura cient¨ªfica espa?ola. "En pocas palabras", resum¨ªa, "incorpor¨¦ el concepto de microcomunidad, se?alando que toda comunidad est¨¢ formada por la superposici¨®n de varias microcomunidades que tienen, por regla general, poca relaci¨®n entre s¨ª, actuando como verdaderos grupos econ¨®micos cerrados". Tambi¨¦n, a?ad¨ªa, "establec¨ª la relaci¨®n predador-presa sobre una base energ¨¦tica, algo que se le hab¨ªa pasado por alto a todos los que hab¨ªan estudiado la evoluci¨®n".
Un predador, determin¨® Valverde, persigue a una presa con una intensidad que es proporcional a la energ¨ªa que obtiene e inversamente proporcional a la energ¨ªa que consume. De ah¨ª que todas las estrategias de supervivencia que adoptan las presas se basen en hacerse poco rentables energ¨¦ticamente. "Este concepto tan simple", destacaba Valverde, "hab¨ªa pasado inadvertido y, sin embargo, le ha dado la vuelta a la zoolog¨ªa moderna. Hoy todo se mide en funci¨®n de la cantidad de energ¨ªa consumida". Es el optimal foragen acu?ado por los anglosajones: uno no come lo que rinde poco o cuesta mucho adquirir. Dicho de otra manera, si Darwin descubri¨® que s¨®lo sobreviven los m¨¢s aptos, Valverde matiz¨® este principio: "Solo sobreviven los que mejor aprovechan la energ¨ªa".
A partir de ah¨ª, reinterpreta la evoluci¨®n tr¨®fica desde la ¨®ptica energ¨¦tica, incluso en el caso de la raza humana, y surgen, as¨ª, otras aportaciones como el cenograma, curva que se construye con todos los animales de una comunidad, orden¨¢ndolos en funci¨®n del n¨²mero de especies y su tama?o o peso. Trat¨¢ndose de mam¨ªferos la curva tiene la misma trayectoria con independencia de la poblaci¨®n elegida y su situaci¨®n geogr¨¢fica: las especies presa ocupan los extremos (muy peque?as o muy grandes) y los predadores el centro. Para los paleont¨®logos el cenograma se convierte en una herramienta sumamente ¨²til ya que pueden determinar las especies que poblaban una determinada zona aunque s¨®lo tengan evidencias f¨®siles de unas cuantas.
Si sus trabajos no han tenido en Espa?a la repercusi¨®n que merec¨ªan, en comparaci¨®n con el trato recibido en el extranjero, es porque, como sol¨ªa quejarse Valverde, "en nuestro pa¨ªs el metabolismo cient¨ªfico es rid¨ªculo".
Un cient¨ªfico por libre
Autodidacta y heterodoxo, Valverde estaba convencido de que "ir por libre tiene sus ventajas, porque uno interpreta las cosas seg¨²n su propio criterio y no someti¨¦ndose al dictado de nada ni nadie".
Aunque se le suele asociar ¨²nicamente con Do?ana, fue el primer bi¨®logo en describir la colonia de flamencos de Fuente de Piedra (M¨¢laga), los humedales de Punta Entinas (Almer¨ªa) o alguno de los enclaves m¨¢s valiosos de lo que hoy es el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas (Ja¨¦n). Tambi¨¦n descubri¨®, en 1958, un reptil desconocido hasta la fecha: la Algyroides marchi, bautizada como lagartija de Valverde, endemismo que s¨®lo es posible encontrar en el citado parque natural y en la Sierra de Alcaraz (Albacete).
Preocupado por los rumores que hablaban de un plan del Ministerio de Agricultura para desecar y poner en cultivo las marismas del Guadalquivir, Valverde inici¨®, a finales de los a?os cincuenta, la delicada operaci¨®n que habr¨ªa de concluir con la declaraci¨®n del Parque Nacional de Do?ana. Aunque ¨¦l insist¨ªa en reivindicar ¨²nicamente su papel como cient¨ªfico, actu¨® entonces como un pionero del ecologismo.
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