Quebec hoy, el Pa¨ªs Vasco ma?ana
Los nacionalismos de base cultural que se producen en el marco de los viejos Estados occidentales, normalmente tambi¨¦n viejas naciones de base pol¨ªtica, tienen un doble camino de actuaci¨®n. El primero es embarcarse en un proceso de enfrentamiento con el Estado y la naci¨®n pol¨ªtica en que se encuentran enmarcados, en que el recurso ¨²ltimo es la amenaza de la secesi¨®n a favor de un sentido amplio concepto de autodeterminaci¨®n. El segundo es encontrar un espacio de entendimiento con el Estado y la naci¨®n pol¨ªtica a trav¨¦s del uso de diversas formas de reparto territorial del poder. Dando por buena la superioridad del segundo de estos caminos, interesa destacar las condiciones que lo hacen posible. Son ¨¦stas, en primer lugar, la aceptaci¨®n de un marco de lealtades compartidas en que el reconocimiento de la naci¨®n pol¨ªtica ligada a la vida del Estado y el reconocimiento de la nacionalidad cultural pierden su car¨¢cter excluyente. En segundo lugar, la vida del federalismo en sentido lato se hace posible por la asunci¨®n en profundidad de los valores del pluralismo, tanto en su sentido cultural como pol¨ªtico. El tercer requisito fundamental para la vida de las pr¨¢cticas federales es el de la tolerancia, una tolerancia entendida en un sentido fuerte, que va m¨¢s all¨¢ de la aceptaci¨®n de lo diferente o lo equivocado, para ver en la convivencia de rasgos culturales diferenciados un enriquecimiento de la vida colectiva.
Una separaci¨®n juega un papel intimidatorio en las relaciones con el Estado
Sobre estos supuestos, el nacionalismo cultural puede encontrar un status claro y favorable en la vida del Estado y la naci¨®n com¨²n, renunciando a una visi¨®n ag¨®nica que tendr¨ªa su manifestaci¨®n m¨¢s radical en la amenaza de separaci¨®n. Una separaci¨®n que juega fundamentalmente un papel intimidatorio en las relaciones con el Estado, pero que puede deslizarse del terreno de los argumentos pol¨ªticos a la realidad a favor de unas condiciones especiales de conflicto pol¨ªtico.
Tradicionalmente, el nacionalismo quebecois ha jugado respecto al Estado y la naci¨®n canadienses el camino del enfrentamiento radical. La propiciaci¨®n de un esquema de relaciones tensas con el Gobierno federal o la celebraci¨®n de dos referendos son recursos, sin embargo, que han quedado frenados con los resultados electorales de abril. Una mayor¨ªa de la opini¨®n de Quebec se ha manifestado, por el contrario, a favor de la exploraci¨®n de una v¨ªa federal para tratar los problemas del pa¨ªs. Constituye una reacci¨®n significativa en el mundo occidental, que inmediatamente hace pensar en su repercusi¨®n en el caso espa?ol y, en concreto, en el caso vasco. ?Qu¨¦ condiciones deben darse en el Pa¨ªs Vasco para una soluci¨®n similar a su conflicto? Pienso que la hegemon¨ªa de un discurso nacionalista en el Pa¨ªs Vasco se ve favorecida por dos grandes factores. El primero, indudablemente, es el peso de la violencia, que crea una situaci¨®n de excepci¨®n en la vida pol¨ªtica vasca. Como tantas veces se ha dicho, el fin de ETA supondr¨¢ la voladura del dique que contiene la emergencia del pluralismo pol¨ªtico en la sociedad vasca, un pluralismo que har¨¢ surgir nuevos equilibrios y que pondr¨¢ fin al actual control de su vida pol¨ªtica por el nacionalismo.
El segundo factor que ha garantizado hasta ahora la hegemon¨ªa nacionalista es la creencia de que a mayor control del nacionalismo, mayores ser¨¢n las cotas de bienestar econ¨®mico y social en el Pa¨ªs Vasco. La idea de un "nacionalismo del bienestar" es la ra¨ªz del ¨¦xito de esta opci¨®n pol¨ªtica. Bien es cierto que del bienestar quedar¨ªan excluidos los objetivos potenciales del terrorismo. Pero se trata, al fin y al cabo, de una minor¨ªa en el contexto de satisfacci¨®n general por los niveles de desarrollo econ¨®mico y social alcanzados en la sociedad vasca. Este bienestar no puede ser funci¨®n, sin embargo, del "m¨¢s nacionalismo". Por el contrario, la sociedad vasca debe comprender que los objetivos m¨¢ximos del discurso nacionalista amenazan directamente las bases de un bienestar que necesita la colaboraci¨®n del resto de Espa?a y de Europa para hacerse realidad. Sin llegar a estos objetivos m¨¢ximos, la opini¨®n vasca debe descubrir los riesgos de una estrategia de la tensi¨®n con el Estado para garantizar el mantenimiento del status actual. Lejos de sucumbir a la tentaci¨®n nacionalista que equipara nuevas conquistas en su programa al aumento de beneficios econ¨®micos y sociales, la sociedad vasca debe tomar conciencia de las ventajas inherentes al actual modelo auton¨®mico como marco pol¨ªtico propiciador de lo hasta ahora conseguido. El camino europeo no puede recorrerse con la oposici¨®n del resto de Espa?a. La econom¨ªa vasca necesita del conjunto de la econom¨ªa espa?ola para su vida. En s¨ªntesis, el lema "a mayor nacionalismo, mayor bienestar" amenaza en convertirse exactamente en su contrario, de avanzar el camino de las conquistas nacionalistas, tal y como se vienen planteando a partir de Lizarra.
La acci¨®n combinada de la lucha contra el terrorismo y la comprensi¨®n realista de las bases del desarrollo econ¨®mico y social del Pa¨ªs Vasco son las condiciones que hacen presumible un cambio en el electorado que equivalga al inicio de la soluci¨®n pol¨ªtica del problema vasco. Ese cambio estuvo al alcance de la mano en las anteriores elecciones auton¨®micas, y todo hace indicar que seguir el camino iniciado entonces es recorrer el espacio que lleve a la victoria a los vascos que est¨¢n dispuestos a oponer las bazas de las actitudes federales a las de la autodeterminaci¨®n. Esta victoria electoral es la que permitir¨¢, complementariamente, la creaci¨®n de un nuevo espacio pol¨ªtico en el Pa¨ªs Vasco y la renovaci¨®n ideol¨®gica de su nacionalismo. Se trata, en definitiva, de la victoria que hoy se estrena en Quebec y que ma?ana habr¨¢ de ser una realidad en el Pa¨ªs Vasco.
Andr¨¦s de Blas Guerrero es catedr¨¢ticode Teor¨ªa del Estado de la UNED.
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