El catal¨¢n y los municipios metropolitanos
El consejero Vilajoana, ante los resultados de la encuesta metropolitana sobre el uso del catal¨¢n, se ha despachado reclamando un mayor esfuerzo a los ayuntamientos metropolitanos y la incorporaci¨®n de la Diputaci¨®n de Barcelona al Consorcio de Normalizaci¨®n Ling¨¹¨ªstica. Seg¨²n parece, el consejero practica la vieja t¨¢ctica de esconder las propias flaquezas atacando al de enfrente. Por otra parte, pone en evidencia que su dedicaci¨®n a las cosas de la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica es reciente y que no tiene la memoria de su departamento, de lo contrario no habr¨ªa mentado el susodicho consorcio en casa de la Administraci¨®n local.
El Consorcio de Normalizaci¨®n Ling¨¹¨ªstica se cre¨® para que el Gobierno de la Generalitat asumiera su responsabilidad sobre los Centros de Normalizaci¨®n Ling¨¹¨ªstica que hab¨ªan proliferado de la mano de los ayuntamientos, desde los cuales se gener¨® la primera oferta p¨²blica generalizada de cursos de catal¨¢n, especialmente en los municipios metropolitanos. No fue su ¨²nica acci¨®n, ni mucho menos. Todo el mundo sabe que los ayuntamientos fueron los pioneros de la normalizaci¨®n del catal¨¢n, cuando la Generalitat estatutaria todav¨ªa no exist¨ªa. Desde el primer momento, emprendieron la ingente labor de devolver sus nombres a nuestras calles y plazas. E hicieron del catal¨¢n la lengua propia de la Administraci¨®n local y de sus servicios, siempre naturalmente desde el respeto a los derechos ciudadanos en las dos lenguas oficiales.
El consorcio recogi¨® la responsabilidad de ense?ar catal¨¢n, hasta ese momento en manos de los municipios
Es sabida tambi¨¦n la extraordinaria labor desarrollada por los ayuntamientos en apoyo de la cultura y de la lengua catalana, especialmente en la provincia de Barcelona, donde contaron con el impulso decisivo de la Diputaci¨®n para la creaci¨®n de las actuales redes intermunicipales de servicios culturales: la extraordinaria red de bibliotecas y bibliobuses, el circuito de teatros municipales, el circuito escolar de artes esc¨¦nicas y musicales, el circuito de artes visuales, la red de museos, la red de archivos... Una labor tomada hoy como referencia por toda la Administraci¨®n local catalana y espa?ola, de todos los signos.
Con la hoy a?orada Aina Moll, crearon el famoso Consorcio de Normalizaci¨®n Ling¨¹¨ªstica. Era la v¨ªa por la cual el Gobierno asumir¨ªa progresivamente unas funciones que eran de su competencia y que los ayuntamientos, en su ausencia, hab¨ªan emprendido. Porque no todo es responsabilidad de todos. Y la docencia -eso son los cursos de catal¨¢n- es competencia del Gobierno. La Administraci¨®n local siempre imagin¨® que ese consorcio ser¨ªa el marco en el cual el Gobierno asumir¨ªa enteramente los cursos de catal¨¢n para pasar a una segunda fase m¨¢s ambiciosa, con la elaboraci¨®n de estrategias conjuntas en favor del catal¨¢n, adaptadas a cada realidad socioling¨¹¨ªstica, concertadas seg¨²n las competencias de cada Administraci¨®n. ?ste era el ¨¢nimo con que los municipios promovieron la inclusi¨®n de la lengua como un apartado del Pacto Cultural de 1985, ese celebrado neonato que morir¨ªa a manos del Gobierno.
El consorcio nunca fue, ni por aproximaci¨®n, el instrumento deseado por los ayuntamientos y que la lengua catalana precisaba. Bien al contrario, acab¨® en algo que muchos consideraron simplemente una estafa. Qued¨® en un simple mecanismo para retener a los ayuntamientos en la cofinanciaci¨®n de los cursos de catal¨¢n, es decir, para drenar los recursos municipales hacia una funci¨®n que era competencia estricta del Gobierno. No fue de extra?ar para nadie la creciente incomodidad de algunos ayuntamientos
implicados como tampoco que la Diputaci¨®n de Barcelona renunciara a su prevista incorporaci¨®n.
La necesidad de reconvertir el consorcio en una ambiciosa plataforma de concertaci¨®n de pol¨ªticas territorializadas a favor del catal¨¢n fue una constante en las sucesivas negociaciones a que los acontecimientos dar¨ªan lugar. En alg¨²n momento, pareci¨® entenderse la propuesta, incluso pareci¨® inminente su puesta en pr¨¢ctica. Al final, sin embargo, todo qued¨® en agua de borrajas. Entretanto, eso s¨ª, se desplegaban algunas ruidosas pol¨ªticas de escaparate, con despliegue de banderas, para consumo de segmentos muy determinados y para desorientaci¨®n del resto, cuya eficacia se revelar¨ªa nula. El consejero Vilajoana deber¨ªa reflexionar sobre todo ello. Ah¨ª, tal vez, pueda encontrar algunas claves que le ayuden a interpretar las encuestas metropolitanas.
Jordi Font es comisionado de Cultura de la Diputaci¨®n de Barcelona.
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