M¨¢s all¨¢ de la m¨²sica
El grupo de productores estadounidenses que, encabezado por Martin Scorsese, han promovido la serie de siete filmes que indagan con esplendor de ideas y abundancia de medios en las ra¨ªces y las ramificaciones del blues, llev¨® al Festival de Cannes, como avanzadilla, el precioso documento realizado por el director alem¨¢n Wim Wenders sobre tres de sus m¨²sicos preferidos dentro del genio del blues. Son Skip James (nacido en 1902 en Bentonia, Misisip¨ª), J. B. Lenoir (nacido en 1929 en Monticello, Misisip¨ª) y el cantante tejano de soul Blind Willie Johnson, tres prodigios de hondura y elevaci¨®n, como siempre en el blues a ras de tierra y a ras de coraz¨®n, en hermosos acuerdos y doloridas quejas, rotas y en carne viva, sobre el esfuerzo y la dificultad de vivir.
La pel¨ªcula es una s¨ªntesis admirablemente ordenada, llena de claridad y atenta a las leyes de la armon¨ªa -es decir, con luz y musicalidad cinematogr¨¢ficas-, de sonidos e im¨¢genes arrancadas del largo camino por tablados y escenarios de su Am¨¦rica de estas tres leyendas, ahora despertadas de su sue?o en estanter¨ªas de viejos archivos de instituciones y coleccionistas por los ojeadores del magn¨ªfico aparato productor de la serie. El exquisito oficio de Wenders como documentalista -que es paralelo a su estancamiento como creador de ficciones- y, sobre todo, como apasionado indagador de rincones secretos de las m¨²sicas vivas del siglo XX, saca adelante esta ¨ªntima y formidable aventura del recuerdo.
Hay poder sugeridor, pues destila el amor y el primor con que ha sido elaborada, en la secuencia de The soul of a man, en la que Wenders explora con humildad en el aliento emocional, al mismo tiempo profano y sagrado, que despide la floraci¨®n de las ra¨ªces del blues, sonidos negros que estallaron a finales del siglo XIX en el delta del Misisip¨ª y que desde all¨ª se esparcieron por el continente y treparon hasta las aceras heladas de Chicago, antes de saltar al mundo y encontrar lo que Wenders busca y acaba encontrando en ellas, en palabras de Scorsese, "su potencia y su ritmo universales".
Wenders hace una llamada por debajo de las im¨¢genes a los rastros del instante en que estos geniales artistas saltan m¨¢s all¨¢ de sus m¨²sicas y nos abren el conocimiento de algo intangible, pero duro como un pu?etazo, que hace referencia al esp¨ªritu de su tiempo y de su especie m¨¢s que cualquier libro o filme del pa¨ªs de donde surgieron. Por eso, Wenders elige con sabidur¨ªa de viejo filmador dar forma de poema a su documento, pues -gracias a que deja abandonado en la cuneta su equipaje de intelectual- nos contagia de los cantos que canta, al sentirse visceralmente concernido por ellos y lograr que la sangre del blues ti?a la pantalla.
Babelia
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