Se acab¨® la guerra... ?y la paz?
La muerte de los hijos de Sadam Husein no alterar¨¢ la situaci¨®n de fondo que vive Irak, con una tendencia inocultable al empeoramiento. Al tiempo que se desmoronan las previsiones posb¨¦licas de los estrategas de la guerra, todos los pron¨®sticos negativos de los que nos opon¨ªamos a la intervenci¨®n van haci¨¦ndose realidad dram¨¢ticamente.
Con la victoria militar se acabaron los r¨¦ditos de la guerra, y la opini¨®n p¨²blica americana y brit¨¢nica empieza a pasar factura a los dirigentes que la embarcaron en esta contienda. En Espa?a, esa opini¨®n nunca fue favorable a la aventura en que nos embarcaba el Gobierno del PP y, ahora, ver¨¢ cada d¨ªa con mayor claridad el desprop¨®sito de este empe?o.
Irak es un caos en todos los sentidos, con una onda expansiva que afectar¨¢ a toda la regi¨®n, pero m¨¢s all¨¢ de la peligrosa autocomplacencia de recordar que ten¨ªamos raz¨®n oponi¨¦ndonos a esa estrategia de pax americana, hay que intentar contribuir a recuperar la senda de la sensatez, para encaminarnos hacia una soluci¨®n del conflicto y hacia la articulaci¨®n de un nuevo orden internacional. Para esto podr¨ªan servir las lecciones de Irak.
Naturalmente, hay que exigir responsabilidades pol¨ªticas por el falso montaje de las supuestas amenazas, por las mentiras de la guerra, por el disparate del unilateralismo y de las guerras preventivas, porque sin ellas la democracia seguir¨¢ debilit¨¢ndose y el aventurerismo internacional puede repetirse. Pero ni siquiera ¨¦ste ser¨ªa el objetivo de esta reflexi¨®n, sino la b¨²squeda leal de una ruta diferente para encarar el futuro.
Es un problema de responsabilidad, porque si la guerra pretend¨ªa destacar a unos beneficiarios concretos, encabezados por Estados Unidos, el fracaso de la paz va a perjudicar a todo el mundo. Por eso no podemos permanecer pasivos, ni siquiera conformarnos con las exigencias de responsabilidades por las mentiras, aunque sean imprescindibles para la salud democr¨¢tica.
La proximidad de las elecciones presidenciales en Estados Unidos acelerar¨¢ el proceso de toma de decisiones en el seno de la Administraci¨®n de Bush, nerviosa ante las crecientes cr¨ªticas internas y la ca¨ªda de la popularidad del presidente candidato. En este marco de referencia, con muertos diarios que superan a los habidos en la contienda, parece tan necesario como antes, o m¨¢s necesario que nunca, colaborar en la b¨²squeda de una salida razonable a la crisis iraqu¨ª como paso imprescindible para recomponer la estrategia global en la que esta guerra se inserta.
Desde el escenario rosa de una guerra que ser¨ªa percibida como de liberaci¨®n por los ciudadanos sometidos a la dictadura de Sadam, y de un triunfo militar r¨¢pido seguido de un proceso de reconstrucci¨®n material del pa¨ªs, acompa?ado de una transici¨®n democr¨¢tica exitosa, se ha pasado en dos meses a un escenario de creciente caos, con rechazos palpables a la ocupaci¨®n. Podr¨ªamos diagnosticar una triple crisis:
En el terreno de la seguridad los atentados se suceden diariamente, en un goteo de muertes que puede convertirse en cualquier momento en una masacre. La actitud de rebeld¨ªa ante la ocupaci¨®n crece, m¨¢s all¨¢ de la simplificaci¨®n que la atribuye a los seguidores del dictador. Esta violencia contra el ocupante se inserta en un clima de robos y saqueos, de ajustes de cuentas y amenazas, de enfrentamientos entre comunidades.
Los servicios esenciales no se han restablecido. Bien al contrario, se han seguido deteriorando tras la ocupaci¨®n. Destruidas y saqueadas las redes del tendido el¨¦ctrico, el servicio es casi inexistente, el bombeo de agua, imposible, as¨ª como la refrigeraci¨®n de alimentos perecederos y otros insumos vitales. No hay capacidad para restaurar el funcionamiento ni previsi¨®n sobre el horizonte de posibilidades del servicio. La poblaci¨®n cuelga toda la responsabilidad sobre los ocupantes, y las mafias que dominaban el mercado negro de la ¨¦poca anterior sometida al embargo siguen dominando la situaci¨®n.
El man¨¢ del petr¨®leo previsto como bot¨ªn y como motor de la reconstrucci¨®n est¨¢ fallando estrepitosamente. Ni la producci¨®n, dos o tres veces menor de lo que se preve¨ªa para el primer a?o, ni los plazos de recuperaci¨®n para alcanzar una velocidad de crucero capaz de ayudar a mantener un presupuesto que atienda las necesidades b¨¢sicas o las inversiones se aproximan a lo calculado. El PIB ha ca¨ªdo a menos de la mitad del ya escu¨¢lido que hab¨ªa antes de la guerra. Si la poblaci¨®n de 25 millones de personas sobreviv¨ªa con mil d¨®lares de renta por habitante, es posible imaginar lo que est¨¢ ocurriendo con menos de la mitad de esos recursos.
En esta situaci¨®n, la presencia militar de Estados Unidos y Gran Breta?a ha debido aumentar, frente a las previsiones de una disminuci¨®n de fuerzas e incluso a los c¨¢lculos de sustituci¨®n y complementariedad por otros contingentes internacionales. Apenas el diez por ciento de las fuerzas desplegadas en el gran avispero iraqu¨ª son de otro origen.
Estas fuerzas no son de Naciones Unidas ni est¨¢n bajo su mandato. No son fuerzas de paz, sino de ocupaci¨®n. No tienen marco de legitimidad internacional, salvo el de ser consideradas responsables del orden -o del desorden-. No deber¨ªamos a?adir por ello confusi¨®n y mentira a las mentiras anteriores sobre el estatuto de la presencia de tropas en la zona.
Se pueden atisbar tres posibles salidas de esta trampa. Los distintos sectores de la Administraci¨®n de Bush y del Congreso tendr¨¢n la m¨¢xima responsabilidad en la orientaci¨®n que se d¨¦ a la crisis posb¨¦lica, y la comunidad internacional debe estar preparada para encarar los diferentes escenarios resultantes.
La primera tentaci¨®n, que no hay que descartar, va a ser una salida precipitada, tan unilateral como la intervenci¨®n, del territorio iraqu¨ª. Formalmente presentable como la devoluci¨®n inmediata a los propios iraqu¨ªes de su soberan¨ªa de decisi¨®n, no faltan grupos influyentes de neoconservadores que se inclinan por esta deriva irresponsable. Salir, cuanto antes, para evitar las consecuencias electorales, abandonando a su propia suerte a un pueblo m¨¢s empobrecido y sumido en el caos m¨¢s que nunca. Si esto se produce, la situaci¨®n interna estallar¨¢ en mil pedazos y la regi¨®n se ver¨¢ arrastrada por las luchas intercomunitarias. El d¨¦bil plan de paz entre israel¨ªes y palestinos se ver¨¢ afectado negativamente.
La segunda hip¨®tesis de salida tender¨¢ a afirmar la estrategia de control unilateral de la regi¨®n, incrementando la presencia sobre el territorio iraqu¨ª. El grupo de los estrategas de la guerra larga,que alimenta discursos amenazantes para otros pa¨ªses de la regi¨®n, como Siria e Ir¨¢n, recordar¨¢n que ya hab¨ªan previsto que pod¨ªan quedarse solos y recurrir¨¢n a la consabida tesis de que su propuesta no ha fallado, sino que la dosis aplicada no es suficiente. Es decir, propondr¨¢n avanzar en la aventura aunque las evidencias del fracaso aumenten. Son los trotskistas conversos que han teorizado el nuevo poder imperial que nos conducir¨ªa a la pax americana.
La tercera posibilidad, que ganar¨¢ terreno r¨¢pidamente aunque s¨®lo est¨¦ incipientemente sobre el tapete de discusi¨®n, propondr¨ªa la recomposici¨®n de la estrategia, acudiendo de nuevo al multilateralismo. Si los atentados contin¨²an, crecen los gastos de la ocupaci¨®n y se mantiene el desastre de seguridad y servicios b¨¢sicos, como parece probable, la reelecci¨®n de Bush estar¨¢ en peligro, sin que un horizonte de recuperaci¨®n econ¨®mica de Estados Unidos -que llegue a los votantes- alivie esta situaci¨®n.
Si esta hip¨®tesis se abre camino, aunque sea por razones de pol¨ªtica interior, deber¨ªamos alimentarla, a pesar de que muchos piensen que ser¨ªa una socializaci¨®n del fracaso de la aventura.
El primer paso ser¨ªa la recuperaci¨®n del papel del Consejo de Seguridad, no para avalar lo hecho, que no podr¨¢ recuperar legitimidad internacional, sino para asumir multilateralmente lo que ha de hacerse a partir de esta situaci¨®n. La imbricaci¨®n de la Liga ?rabe y la Conferencia Isl¨¢mica, con la presencia sobre el terreno de algunos pa¨ªses ¨¢rabes, como grueso de unas tropas de pacificaci¨®n y acompa?amiento en la transici¨®n hacia un nuevo r¨¦gimen, ser¨ªa uno de los elementos clave para que la percepci¨®n de ocupaci¨®n americana y occidental cambiara en Irak y en la regi¨®n.
Estados Unidos podr¨ªa recuperar la relaci¨®n de cooperaci¨®n con la Uni¨®n Europea en este marco, saliendo del error de sustituir alianzas permanentes, con grandes v¨ªnculos hist¨®ricos, por alianzas oportunistas y de dudosa eficacia. El papel de Europa -la vieja Europa- ser¨¢ clave en este escenario, no s¨®lo para el entendimiento con el mundo ¨¢rabe, sino para la reconstrucci¨®n del Irak devastado. Ser¨ªa dram¨¢tico que cometi¨¦ramos el error de implicar a la OTAN como alianza en la sustituci¨®n de la presencia de los ocupantes.
La participaci¨®n rusa parece imprescindible, como actor regional que contiene en su seno comunidades isl¨¢micas y est¨¢ rodeada de rep¨²blicas de esta naturaleza. Aunque no fuera relevante su aportaci¨®n de recursos, s¨ª lo ser¨ªa su conocimiento de la zona. Probablemente, los ¨²ltimos esfuerzos para conseguir evitar la guerra han estado protagonizados por los rusos en Bagdad.
Naturalmente, el establecimiento de una autoridad iraqu¨ª de transici¨®n, capaz de mantener equilibrios entre las comunidades que integran el pa¨ªs, con el apoyo de estas fuerzas internacionales bajo la tutela de Naciones Unidas, debe jugar un papel central. Es urgente que se trate al Gobierno Provisional como tal, no como mero Consejo a las ¨®rdenes de la potencia ocupante. La legitimidad de esta autoridad local ante la poblaci¨®n iraqu¨ª se est¨¢ jugando en estos momentos, y un fallo en este sentido profundizar¨¢ el caos.
Como ha crecido exponencialmente el sentimiento antiamericano, una propuesta de esta naturaleza no ser¨¢ bien entendida, porque muchos pensar¨¢n que son ellos los que deben pagar sus errores. Pero, desde la perspectiva de un nuevo orden internacional basado en el multilateralismo, el papel de Estados Unidos va a seguir siendo determinante para todos. Su fracaso traspasar¨¢ las fronteras de ese pa¨ªs y afectar¨¢ a todos. Una salida ordenada de esta err¨¢tica estrategia y la recomposici¨®n del tablero puede ayudar a Estados Unidos y a la comunidad internacional.
Conclusi¨®n: en Estados Unidos empiezan a tener prisa y las decisiones a adoptar no van a esperar. Pero no depender¨¢n s¨®lo de ellos. Tras la cat¨¢strofe que se precipita en Irak, los interlocutores que he mencionado tendr¨¢n mucho que decir. No podemos renunciar a hacerlo.
Felipe Gonz¨¢lez es ex presidente del Gobierno espa?ol.
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