La desmesura de Schnabel
Todo en la persona de Julian Schnabel, de 53 a?os, es grande, desmedido con generosidad: desde sus cuadros a su f¨ªsico. Los cuadros, de hasta 500 kilos de peso y 25 metros cuadrados, trajeron de cabeza a los organizadores de la exposici¨®n de Francfort, obligados a introducirlos con gr¨²as a trav¨¦s de las ventanas del pabell¨®n. En Schnabel, como explicaba el director de la Schirn Max Hollein, los cuadros "no son ventanas en la pared", sino que invaden el espacio y establecen una relaci¨®n en proporci¨®n de uno a uno con el espectador: "Son una experiencia f¨ªsica. El artista se niega a reducir la superficie pict¨®rica y lleva esa actitud hasta el extremo".
Estas dimensiones obligan al espectador a introducirse, qui¨¦ralo o no, en la pintura de Schnabel, para despu¨¦s morir en el intento de encontrar un hilo conductor ante lo que, por sus diferentes formas expresivas, podr¨ªa considerarse la obra de media docena de artistas diferentes a lo largo de un cuarto de siglo. Para el director del Museo Reina Sof¨ªa, Juan Manuel Bonet, una serie de cuadros en apagados tonos oscuros, titulada Tratado sobre la melancol¨ªa, evoca a Antoni T¨¤pies y a la fase final negra de Mark Rothko. El mismo Schnabel reconoce la influencia de Gaud¨ª en alguno de sus cuadros pintados sobre platos rotos en los que otros cr¨ªticos se?alan una relaci¨®n con la t¨¦cnica del mosaico del arte bizantino.
"No soy un cantante que viene a Francfort a presentar los ¨¦xitos de los ochenta", afirma Schnabel
Hollein considera a Schnabel un pintor imprevisible, "la pesadilla de cualquier marchante de arte", porque "apenas el p¨²blico, la cr¨ªtica y los coleccionistas se han acostumbrado a un estilo y sus caracter¨ªsticas, cuando surge el siguiente, un grupo de cuadros por completo diferente, sin que se produzca una evoluci¨®n desde los precedentes". El propio Schnabel lo formula en una entrevista: "No s¨¦ si se trata de una decisi¨®n consciente, pero no me encuentro en situaci¨®n de crear obras que tengan algo que ver con lo anterior". Los materiales empleados en su pintura y los temas no pueden ser m¨¢s variados. Los tradicionales ¨®leo, cera, emulsi¨®n y escayola se entremezclan con platos rotos, cuernos de ciervo, piel de vaca, andrajos, terciopelo, vela de barca egipcia, tabla de surf y diversos tipos de lonas, de cami¨®n mexicano a jeep militar o de un ring de boxeo. Se trata de utilizar esos elementos como objetos de referencia. Seg¨²n Schnabel, "emplear materiales existentes previamente introduce un elemento etnogr¨¢fico en el trabajo. Con ello se sit¨²an un lugar real y un tiempo real en la realidad est¨¦tica".
A los periodistas les relat¨® Schnabel que pinta al aire libre y as¨ª trata de inculcarlo a sus alumnos: "Me fastidiaba que un cuadro cayese al c¨¦sped, hasta que me di cuenta de que no era malo que estuviese manchado con hierba". Divirti¨® Schnabel a su auditorio en Francfort al explicar c¨®mo un d¨ªa se encontr¨® un cami¨®n volcado camino del pueblo de Zihuatanejo, un rinc¨®n tur¨ªstico en el Pac¨ªfico mexicano, y en el acto se le ocurri¨® comprar la lona al camionero. "S¨®lo ten¨ªa 70 d¨®lares en el bolsillo, pero me la vendi¨®", explica Schnabel el origen de lo que ser¨ªan tres mastod¨®nticas pinturas mexicanas.
Para ilustrar la variedad de motivos basta seleccionar algunos de los t¨ªtulos y temas de la exposici¨®n de Francfort: Accattone -referencia a una de las primeras pel¨ªculas de Pier Paolo Pasolini-, el papa P¨ªo IX, la serie en rojo de Los patos del Buen Retiro, el grupo Tratado de la melancol¨ªa, Jane Birkin, Llegu¨¦ a T¨¢nger y cen¨¦ con Paul Bowles, su mujer la vasca Olatz pintada sola y con su hijo Cy en brazos, retratos de sus hijas Lola Montes y Stella Madrid, pintura china y la famosa chica rubia sin ojos, otra serie titulada La voz de Antonio Molina y varios cuadros con el t¨ªtulo en espa?ol a grandes brochazos sobre el lienzo Los besos de tu amor, Encantadores de serpientes, Monjas de calle con buen ojo y jam¨®n.
Los juicios sobre la pintura de Julian Schnabel no han podido ser m¨¢s contradictorios. El peri¨®dico Die Welt iniciaba la cr¨ªtica de la exposici¨®n de Francfort con una interrogante shakesperiana: "?Schnabel o no Schnabel?" y se preguntaba si estamos ante un genio o un charlat¨¢n, un grandioso rompedor de caminos trillado o un bocazas peliculero.
Para Mar¨ªa del Corral, comisaria de esta exposici¨®n que se abrir¨¢ despu¨¦s en el Palacio de Vel¨¢zquez de Madrid con algunas modificaciones, del 3 de junio al 13 de septiembre, los cuadros de Schnabel son "signos, fragmentos de la historia y de su historia, que se ensamblan sobre la tela sin jerarqu¨ªa, ni distinci¨®n de materias o de origen y al mismo tiempo suponen un compromiso con la pintura como una experiencia sensual, t¨¢ctil, implicando las manos, as¨ª como los ojos y el cerebro". El alem¨¢n Jean-Christophe Ammann lo compar¨® con Picasso, pero un cr¨ªtico de la revista Time escribi¨® que "Julian Schnabel es a la pintura lo que Sylvester Stallone al arte dram¨¢tico".
El semanario Der Spiegel
reco-
rre en un extenso art¨ªculo los altibajos de la carrera de Schnabel desde los d¨ªas en que sus cuadros se cotizaban a un mill¨®n de d¨®lares y se gan¨® el mote de "J. R. Ewing del arte", el malo de la serie Dallas, hasta su ca¨ªda en la cotizaci¨®n hasta 350.000 d¨®lares. Por eso, el semanario le llama "?caro Schnabel", met¨¢fora que le compara con el que quiso alcanzar el sol y se cay¨®. El propio Schnabel trat¨® de quitar a la muestra de Francfort cualquier connotaci¨®n rehabilitadora: "No soy un cantante que viene a Francfort a presentar los ¨¦xitos de los ochenta". Ante los periodistas, el pintor asegur¨®: "Me han preguntado por qu¨¦ era tan famoso en los ochenta y qu¨¦ pas¨® despu¨¦s. La verdad es que soy m¨¢s rico y m¨¢s famoso que entonces y esto no hace que los cuadros sean buenos. No tiene nada que ver. Es algo enfermizo que no tiene nada que ver con la pintura en s¨ª".
Mar¨ªa del Corral califica a Schnabel de persona generosa, "todo en ¨¦l es excesivo, sus dimensiones, su expresi¨®n verbal, es absolutamente aut¨¦ntico, un artista excepcional, uno de los m¨¢s grandes de final del siglo XX. Como todos los grandes hace cosas mal y luego vuelve a ser genial. Hay que equivocarse para volver a ser genial. Schnabel nunca ha sido mediocre". Para apoyar sus afirmaciones Del Corral recuerda que Dominique Bozo, director del Centro Pompidou de Par¨ªs, le dijo en una ocasi¨®n que lo que m¨¢s envidiaba del Reina Sof¨ªa era el Guernica de Picasso y Los patos del Buen Retiro de Schnabel.
Julian Schnabel. Pintura 1978-2003. Schirn Kunsthalle, R?merberg, D-60311 Francfort, Alemania. Hasta el 25 de abril.

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