Esperando a las excavadoras de Israel
Una familia de Gaza espera a que el Ej¨¦rcito israel¨ª vuele su casa. All¨ª viv¨ªa un terrorista suicida de Ham¨¢s

Un edificio de cuatro plantas situado en un atestado barrio de Bet Laja, en Gaza, frente al que una mir¨ªada de ni?os corre con los pies descalzos tras un bal¨®n deshinchado, tiene los d¨ªas contados. All¨ª habitaba un miembro del Movimiento de Resistencia Isl¨¢mica (Ham¨¢s) que cometi¨® un atentado terrorista suicida en Israel y sus habitantes ya se han hecho a la idea de que, inexorablemente, la casa ser¨¢ volada como represalia. En el edificio de cuatro plantas -construido por el mismo clan familiar entre 1982 y 1998- se alojan 11 familias, con un total de 75 personas de las cuales 53 son menores de edad. "Tenemos fuertes sentimientos religiosos y creemos en Al¨¢. Si tiran la casa ser¨¢ porque Dios quiere, y en cualquier caso, no tendr¨¢ m¨¢s valor que la vida de mi hijo", subraya el cabeza de familia.
"No sab¨ªamos que mi hijo iba a participar en esta operaci¨®n. Si lo llego a saber por supuesto que lo hubiera intentado evitar. Soy su padre y es una reacci¨®n normal, pero tambi¨¦n soy consciente de que, aunque lo hubiera intentado, no habr¨ªa logrado acabar con su determinaci¨®n". Cuando Mahmud Zoher Salem habla de la "operaci¨®n", se refiere al atentado suicida que el mayor de sus siete hijos, tambi¨¦n llamado Mahmud, llev¨® a cabo el pasado 13 de marzo en el puerto israel¨ª de Ashdod asesinando a 10 personas e hiriendo a otras 19. Y pudo haber sido peor. Los suicidas eran dos y seg¨²n el Ej¨¦rcito israel¨ª algo fall¨®, ya que el segundo terrorista ten¨ªa que haberse hecho saltar por los aires cuando los servicios de socorro atendieran a las v¨ªctimas de la primera explosi¨®n. "Despu¨¦s de la operaci¨®n estaba muy orgulloso de mi hijo, y hubiera deseado estar en su puesto para defender a mi pueblo de la injusticia a la que nos someten los israel¨ªes", a?ade el padre en una sala vac¨ªa con apenas unas sillas de pl¨¢stico.
"Nunca ha habido excepciones con las demoliciones de las casas de los m¨¢rtires", explica con tono fatalista Mahmud. Los Salem ya han adoptado sus precauciones y pr¨¢cticamente han vaciado el edificio de muebles que han distribuido por otras casas de familiares. Ahora esperan que un representante de Cruz Roja en Gaza les traiga la notificaci¨®n de desalojo de la Administraci¨®n israel¨ª. Desde ese momento, en cualquier instante pueden aparecer los ingenieros del Ej¨¦rcito israel¨ª que volar¨¢n el edificio. "Tenemos muchos parientes en la ciudad y trataremos de repartirnos por sus casas. No tenemos dinero para alquilar ni much¨ªsimo menos reconstruir", explica Mahmud, empleado en el Ministerio de Educaci¨®n, dependiente de la Autoridad Palestina.
En el edificio conviven estrechamente las 11 familias. Los chavales grandes defienden a los peque?os. En Bet Laja es casi imposible estar solo. ?Nadie sab¨ªa nada? "Ninguno en la familia sab¨ªamos que mi hijo estaba relacionado con Ham¨¢s ni con ning¨²n otro grupo. Era muy estudioso y frecuentaba la mezquita, pero nada m¨¢s. Nunca lo supimos. Yo no tengo nada que ver con la pol¨ªtica, incluso tengo un permiso de trabajo en Israel y en los ¨²ltimos meses he acudido mucho a Jerusal¨¦n para rezar en la mezquita de Al Aqsa", asegura Mahmud, a pesar de que la ¨²nica decoraci¨®n que queda en la sala sea un gran cartel con la efigie del l¨ªder espiritual de Ham¨¢s, el jeque Ahmed Yassin, asesinado hace una semana por un helic¨®ptero israel¨ª. Junto a ¨¦l, la efigie de otro m¨¢rtir en uniforme de combate y Kal¨¢shnikov en la mano. "Quiero que mis otros hijos sigan el mensaje de Mahmud, pero no el de la operaci¨®n, sino el de estudiar, ir a la universidad y tener ¨¦xito en la vida, y ahora s¨®lo quiero que los israel¨ªes me devuelvan el cuerpo de mi hijo".
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