Del silencio al sonido
Precisamente porque se mueve en la frontera del sonido con el silencio, precisamente porque la sutileza de esa transici¨®n se constituye en un pivote estructural dentro de la m¨²sica de Sciarrino, es preciso que sea buena la ac¨²stica del espacio donde se interpreta. El hermoso claustro de la calle de la Nave, ideal desde un punto de vista pl¨¢stico, pero problem¨¢tico en el aspecto sonoro -sobre todo si no se cuenta con alg¨²n tipo de pantalla que dirija el sonido hacia el p¨²blico- no sirvi¨® para escuchar bien los Studi per l'intonazione del mare. Los sonidos tenues volaban hacia arriba antes de llegar a los o¨ªdos de los asistentes (el trabajo de la orquesta de flautas apenas fue perceptible), y, dada la importancia que tienen en la obra, resulta aventurada su valoraci¨®n sin haberlos escuchado. La primavera pasada, cuando el Cuarteto Arditti puso en pie Codex Purpureus II y La ragioni delle conchiglie, en el teatro Talia, se pudo escuchar ese nacimiento -o ese resto- imperceptible del sonido, cobrando entonces aut¨¦ntico sentido las b¨²squedas de Sciarrino, y traduci¨¦ndose en obras de un calado importante. El montaje de la calle de la Nave, sin embargo, no fue tan convincente, y es dif¨ªcil calibrar, puesto que no se ha escuchado en las condiciones adecuadas, cu¨¢nto de ese peor resultado se debe a la ac¨²stica y cu¨¢nto a la propia entidad de la obra.
Ensems 2004
Salvatore Sciarrino: Studi per l'intonazione del Mare. Andr¨¦s Valero-Castello, director. Solistas: Marion Orr, Salvador Mart¨ªnez, Angel Marzal, Jose M? S¨¢ez-Ferriz, Maria Dolores Tom¨¢s, Javier de la Vega, Dario Benedito, Rafael Dom¨¦nech, Diego Baena, Manuel Gassengt. Orquesta de 100 flautas y 100 saxos. Claustro de la Universidad de Valencia. 15 de mayo de 2004.
En la vieja Universidad se encuentra instalada, tambi¨¦n, una exposici¨®n de m¨¢quinas musicales que, bajo el ep¨ªgrafe de ?ltimo esfuerzo rural, nos presenta unos grandes toneles convertidos en zambombas, y unos aventadores que, montados sobre muelles, producen ciertos efectos percusivos. Nos encontramos ante una nueva plasmaci¨®n de la ya cincuentenaria m¨²sica concreta, y ante un nuevo intento de explicarnos -otra vez- que cualquier objeto de la vida cotidiana puede producir sonidos, y que ¨¦stos, una vez organizados, son susceptibles de convertirse en m¨²sica. Estamos todos de acuerdo, pero sin olvidar que esa manipulaci¨®n sonora de los objetos cotidianos debe tener, como m¨ªnimo, el mismo inter¨¦s musical que el tradicional trabajo compositivo sobre, por ejemplo, las cuerdas de un viol¨ªn. De lo contrario, estaremos echando piedras en nuestro propio tejado.
En cualquier caso, dado que en nuestro entorno siguen siendo desconocidos la mayor¨ªa de los movimientos estil¨ªsticos que hubo en Europa a partir de la Segunda Guerra Mundial -por no hablar de los que ya cuajaron en la primera mitad del XX- pueden resultar pedag¨®gicas, y hasta necesarias, exposiciones como ¨¦sta.
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