El maestro 'inmedi¨¢tico'
La personalidad de El¨ªas D¨ªaz responde bien al perfil de lo que alguna vez se ha llamado, con innegable acierto, un intelectual "inmedi¨¢tico". Forjada aqu¨¦lla en una ¨¦poca, descrita con realismo en su Pensamiento espa?ol en la era de Franco (1939-1975), a lo largo de la cual resultaba indecoroso el menor trato con los medios de comunicaci¨®n al uso, la gente como ¨¦l se acostumbr¨® a vivir de espaldas a estos ¨²ltimos. Y la inercia por ambas partes se encargar¨ªa con posterioridad de prolongar el mutuo divorcio tras el advenimiento de la democracia, preservando a profesores universitarios por el estilo de El¨ªas D¨ªaz de la acad¨¦micamente resistible tentaci¨®n de convertirse en intelectuales "medi¨¢ticos".
UN ITINERARIO INTELECTUAL. DE FILOSOF?A JUR?DICA Y POL?TICA
El¨ªas D¨ªaz
Biblioteca Nueva.
Madrid, 2003
270 p¨¢ginas. 16 euros
LA RECONSTRUCCI?N DE LA RAZ?N: EL?AS D?AZ, ENTRE LA ?TICA Y LA POL?TICA
Fernando Ba?uls Soto
Publicaciones de la Universidad de
Alicante. Alicante, 2004
396 p¨¢ginas. 18,27 euros
Tal vez eso explique que la multitudinaria presentaci¨®n de su ¨²ltimo libro hasta el momento, recientemente acontecida en la Residencia de Estudiantes de Madrid, haya sido ignorada sin fisuras por la prensa y no digamos la radio o la televisi¨®n. Al autor me imagino que semejante circunstancia le trae completamente sin cuidado, puesto que nunca pretendi¨® extender de forma masiva la influencia de sus ense?anzas, prefiriendo por el contrario concentrarla en las sucesivas generaciones de quienes fueron sus alumnos y en especial dentro de ellos sus disc¨ªpulos. Un itinerario intelectual se abre, en efecto, con unas notas para una autobiograf¨ªa intelectual ("De un tiempo, de un pa¨ªs") que discurre desde su iniciaci¨®n como estudiante en la Universidad de Salamanca de los a?os cincuenta del pasado siglo a sus casi treinta a?os de profesi¨®n como catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho de la Universidad Aut¨®noma madrile?a, con una breve parada intermedia en la de Oviedo, y se cierra con su discurso de investidura como doctor honoris causa por la Carlos III ("Itinerario: ?final provisional?") el a?o 2002; a lo que hay que a?adir el texto de las Conferencias Aranguren de 2001 ("Raz¨®n de Estado y razones del Estado. El Estado democr¨¢tico de Derecho") y una larga entrevista ("Puesta en cuesti¨®n: un di¨¢logo cr¨ªtico") realizada por dos de los disc¨ªpulos mencionados, Francisco Laporta y Alfonso Ruiz Miguel, con destino al n¨²mero de homenaje que le dedic¨® hace diez a?os la revista Doxa, una revista de filosof¨ªa jur¨ªdica -dirigida por Manuel Atienza, otro disc¨ªpulo- que se cuenta, por cierto, entre las mejores de su especialidad a escala mundial.
Por aludir tan s¨®lo a un par
de rasgos del pensamiento iusfilos¨®fico de El¨ªas D¨ªaz que contribuye a destacar dicha entrevista, citar¨ªa su insistencia en considerar a la Sociolog¨ªa del Derecho como un complemento indispensable de la Filosof¨ªa del Derecho, as¨ª como su esfuerzo por hacer equidistar a ¨¦sta tanto del iusnaturalismo cuanto del iuspositivismo. En lo primero se registra claramente el influjo de Renato Treves, y en lo segundo la huella cuando menos del di¨¢logo tambi¨¦n cr¨ªtico con Norberto Bobbio.
Junto a estos "viejos maestros" italianos, El¨ªas D¨ªaz ha reconocido como tales -en su libro de ese t¨ªtulo, Los viejos maestros (1994)- otros notables magisterios espa?oles, adem¨¢s de Ortega y Unamuno, como los de Francisco Giner de los R¨ªos, Juli¨¢n Besteiro, Fernando de los R¨ªos, Felipe Gonz¨¢lez Vic¨¦n, Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez, Enrique Tierno Galv¨¢n o Jos¨¦ Luis Aranguren, a todos los cuales adeuda su propio empe?o en "la reconstrucci¨®n de la raz¨®n" (por la que hay que entender no s¨®lo su reconstrucci¨®n tras la crisis de la Modernidad ilustrada en la que todav¨ªa hoy nos debatimos, sino tambi¨¦n su m¨¢s dom¨¦stica, pero no menos importante, reconstrucci¨®n tras los devastadores efectos de la Guerra Civil de 1936 y la interminable posguerra que hubo de sucederle).
Sin poder ser a¨²n llamado "viejo" -al fin y al cabo, tan s¨®lo acaba de cumplir sus primeros setenta a?os-, El¨ªas D¨ªaz acredita no menos su indiscutible condici¨®n de "maestro" en la monograf¨ªa de Fernando Ba?uls precisamente titulada La reconstrucci¨®n de la raz¨®n. Su filosof¨ªa del Derecho es emplazada ah¨ª "entre la ?tica y la Pol¨ªtica", entendida esta ¨²ltima ya sea como actividad personal -el nunca desmentido compromiso de El¨ªas D¨ªaz con el socialismo democr¨¢tico-, ya sea como reflexi¨®n filos¨®fica sobre la pol¨ªtica en s¨ª misma y sus implicaciones de orden jur¨ªdico (a las que El¨ªas D¨ªaz prest¨® atenci¨®n en su primera y ya cl¨¢sica obra de 1966 Estado de Derecho y sociedad democr¨¢tica, cuya aparici¨®n en pleno franquismo provocar¨ªa un sonado esc¨¢ndalo, y volvi¨® a hacerlo en obras m¨¢s tard¨ªas como, entre otras, De la maldad estatal y la soberan¨ªa popular de 1984). Y en cuanto a la ¨¦tica, que El¨ªas D¨ªaz ha podido dar a veces la sensaci¨®n de contraponer a la pol¨ªtica -como parecer¨ªa sugerirlo, con alguna intenci¨®n ir¨®nica, el t¨ªtulo de su libro ?tica contra pol¨ªtica: los intelectuales y el poder de 1990-, lo cierto es que constituye para ¨¦l una insoslayable instancia cr¨ªtica al respecto, as¨ª como tambi¨¦n en relaci¨®n con el derecho positivo, seg¨²n inequ¨ªvocamente lo demuestra, sin necesidad de invocar ning¨²n derecho natural, su preocupaci¨®n por las tensiones que subsisten irreductibles entre "legalidad" y "legitimidad" o, lo que a¨²n ser¨ªa m¨¢s, entre el derecho y la justicia.
Cuantos en nuestros d¨ªas se interesan por el estado de la filosof¨ªa jur¨ªdica en Espa?a saben de sobra que en ella ha habido un antes y un despu¨¦s de El¨ªas D¨ªaz. Pero su ejercicio de la misma nos concierne igualmente a quienes nos dedicamos a la filosof¨ªa sin adjetivaciones o "a palo seco", de lo que es testimonio el libro de Ba?uls, un fil¨®sofo de esta ¨ªndole y no un especialista en Filosof¨ªa del Derecho. Y asimismo nos sentimos concernidos por la pregunta que m¨¢s arriba se hac¨ªa El¨ªas D¨ªaz acerca del final de su itinerario, una pregunta a la que habr¨ªa que responder apostando por la provisionalidad de dicho final y dese¨¢ndole que la ruta a recorrer siga abierta por muchos a?os.
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