Silvia Mistral, escritora del exilio
Su nombre era Hortensia Blanch Pita. Hab¨ªa nacido en La Habana en 1914, de padres de origen catal¨¢n y gallego. Desde ni?a vivi¨® en Vilalba (Lugo), hasta que en 1926 volvi¨® con su familia a La Habana, pero en 1931, al instaurarse la Rep¨²blica, regresaron a Barcelona. Su primer trabajo fue en un laboratorio qu¨ªmico, pero lo suyo era la escritura y a los 18 a?os empez¨® a colaborar en el suplemento literario de Las Noticias y despu¨¦s en El D¨ªa Gr¨¢fico. Su pasi¨®n era el cine. Aceptaron sus cr¨ªticas cinematogr¨¢ficas en la revista Popular Film, donde colaboraban los futuros directores Antonio del Amo y Rafael Gil. Despu¨¦s pas¨® a Films Selectos y Proyector.
En julio de 1936, Silvia Mistral se iba a hacer cargo de la secci¨®n de publicidad de la Paramount, que hab¨ªa dirigido la escritora gallega Mar¨ªa Luz Morales. Al comenzar la guerra continu¨® en su trabajo como ayudante en la industria qu¨ªmica. Sus colaboraciones aparecieron en la revista Umbral, ilustradas por los dibujantes Viejo y Jos¨¦ Horna; algunas cr¨®nicas de guerra en La Vanguardia, colectivizada por CNT- UGT. Una cr¨®nica sobre el ¨¦xodo de Teruel la ilustr¨® la fot¨®grafa Kati Horna, una colaboraci¨®n que continuar¨ªa en el exilio. Escribi¨® cuentos y fue secretaria de la revista Nuevo Cinema, de vida ef¨ªmera.
A1 finalizar la guerra se exili¨®. En el refugio de un pueblo minero en el Gard (Francia) prosigui¨® el Diario de una refugiada, en el que plasm¨® sus ¨²ltimos d¨ªas en Barcelona, la visi¨®n desolada de los campos de concentraci¨®n en Francia y el drama de un pueblo que hab¨ªa luchado contra el fascismo, hasta embarcar en el Ipanema, hacia M¨¦xico, reunida ya con su compa?ero, Ricardo Mestre. El Diario se public¨® en ocho cap¨ªtulos en la revista Hoy, con ilustraciones del artista sevillano Francisco Carmona. En 1940 lo publicaba la editorial mexicana Minerva con el t¨ªtulo de Exodo. Diario de una refugiada espa?ola. En el pr¨®logo, Le¨®n Felipe hablaba de la "repugnancia y escalofr¨ªos... y el miedo" que hab¨ªa que vencer ante la visi¨®n del campo de Argeles sur Mer y otros hechos que Silvia, notaria puntual, tomaba de la realidad: "Una playa inmensa, y nada m¨¢s. Ni caseta, ni agua, ni comida, ni enfermeros, ni medicinas. S¨®lo la arena y el mistral. Y los senegaleses. Altos y negros, semejan ni?os a los que se ha dado un fusil y un uniforme y una orden de matar". Exodo, adem¨¢s de ser el primer testimonio, es quiz¨¢ el libro m¨¢s hermoso del exilio, con las heridas abiertas a flor de piel de unas gentes sin b¨¢lsamo para la esperanza.
A Silvia Mistral el b¨¢lsamo le lleg¨® con sus hijos y despu¨¦s con sus nietos. Continu¨® escribiendo cuentos para la revista Aventura y cr¨®nicas mexicanas ilustradas por Kati Horna. Novelas rosa como Violetas imperiales, que obtuvo gran ¨¦xito, para la colecci¨®n Delly, que firmaba con diferentes seud¨®nimos, como otras ilustres exiliadas: Ana Mar¨ªa Muri¨¢, Mar¨ªa Luisa Algarra. Tambi¨¦n alguna cient¨ªfica hizo colonia con escasos ingredientes, que vend¨ªa ella misma de puerta en puerta. No est¨¢ escrito a¨²n el libro que cuente la supervivencia de los exiliados espa?oles. Silvia, en cuanto pudo, volvi¨® a la cr¨ªtica cinematogr¨¢fica en la revista Arte y Plata y escribi¨® Madr¨¦poras, que ilustr¨® Ram¨®n Gaya; La cola de la sirena, El ni?o de la banda, La cenicienta china... y sus colaboraciones en Excelsior durante muchos a?os. Son tantos los escritos de Silvia Mistral. Primero, para sobrevivir; despu¨¦s, para ense?ar y construir y, algo esencial, para que no se olvide por lo que luchamos -
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