Menos es m¨¢s
El inicio de la competici¨®n de los 100 metros lisos nos recuerda que el secreto de la mayor¨ªa de las pruebas de los Juegos es su brevedad. Durante los cuatro a?os que separan unos Juegos de otros consumimos deportes extenuantes desde un punto de vista narrativo. Un partido de f¨²tbol te ocupa casi dos horas, eso sin contar los desplazamientos y preparativos, y el baloncesto o el balonmano m¨¢s o menos lo mismo. Se trata, pues, de emociones de largo recorrido que hay que administrar para no desgastarse en los cinco primeros minutos. Y, de repente, llega la tregua ol¨ªmpica, con su revoluci¨®n temporal y sus pruebas de nataci¨®n, de ciclismo en pista, de yudo, de esgrima y de atletismo, todas intensas y, sobre todo, breves. Hay toda una variedad de matices entre la velocidad y la media o la larga distancia, pero casi nada dura m¨¢s de un cuarto de hora -incluso la prodigiosa carrera de Bekele fue un aqu¨ª te pillo, aqu¨ª te mato-. Michael Phelps o Ian Thorpe son aut¨¦nticos maestros del minuto o par de minutos explosivos y sin el lastre ag¨®nico de pruebas m¨¢s largas. Nos encanta verlos nadar, pero ?disfrutar¨ªamos lo mismo si la carrera durase, pongamos, 90 minutos o lo que dura un partido de tenis?
De todas estas pruebas la reina es, sin duda, la carrera de los 100 metros lisos. La concentraci¨®n, las salidas falsas, el cuento que le echan los velocistas al despojarse del ch¨¢ndal, su manera de matar los nervios mascando chicle, poniendo cara de malos o haciendo los ¨²ltimos estiramientos conscientes de la presencia de las c¨¢maras. Luego, la carrera dura un suspiro. Si lo deseas, puedes dejar de respirar admirando la intensidad de cada zancada o comparando la elegancia de los corredores y sus respectivos estilos.
En literatura, lo extenso e interminable est¨¢ tremendamente prestigiado. Cualquier novela con aspiraciones de posteridad o de ¨¦xito comercial debe tener muchas p¨¢ginas, las suficientes para que no sea necesario leerla hasta el final. Lo breve, en cambio, se ningunea y desprecia por falta de ambici¨®n. En los Juegos, por suerte, no interviene para nada la cr¨ªtica literaria y los m¨¢s sabios admiten que los 100 metros lisos, pese a su brevedad, son una de las pruebas cl¨¢sicas. En realidad, s¨®lo son diez miserables segundos, algo que ni desde un punto de vista econ¨®mico -costes de inversi¨®n, tiempo de disfrute- es rentable y que, en cambio, proporciona un placer basado precisamente en que la distancia y el tiempo invertido en recorrerla son una inyecci¨®n de adrenalina, admiraci¨®n y emociones. Como ocurre con la literatura, en el peor de los casos, una carrera de este tipo ser¨¢ breve, lo cual ya es, en s¨ª mismo, una caracter¨ªstica positiva. En el mejor de los casos, ser¨¢ breve e inolvidable. Conclusi¨®n: dos virtudes son mejor que una.
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