Nueva burla a la afici¨®n
Tal era el grado de invalidez de lo que se llevaba lidiado que, mediado el trasteo del tercero, la parte seria de la plaza era un clamor gritando: "Manos arriba, esto es un atraco". Los aplaudidores estaban a lo suyo: unas veces ovacionaban a los que protestaban y otras las incorporaciones de los toritos. En realidad, adem¨¢s de un atraco, era una burla, una ofensa a la historia de la plaza, a su afici¨®n y a la fiesta. Para esto, el aludido, el del palco, el defensor por ley del espect¨¢culo, por tanto del aficionado, el se?or presidente, ni se despein¨®. Al contrario, se hizo el orejas mientras que de soslayo parec¨ªa mirar al burladero rotulado con la palabra "Empresa". "?En qu¨¦ manos estamos!", se desga?itaba un aficionado.
Valdefresno / Ponce, Manzanares, Serranito
Cinco toros de Valdefresno, desiguales de presentaci¨®n, descastados y blandos, 2?, 3? y 4?, inv¨¢lidos. Y uno de Hermanos Fraile, blando y noble. Enrique Ponce: silencio y divisi¨®n. Jos¨¦ Mari Manzanares: silencio y palmas. Serranito, que tom¨® la alternativa: palmas y oreja. Plaza de Zaragoza, 12 de octubre. 5? de feria. Algo m¨¢s de tres cuartos de entrada.
A Enrique Ponce le toc¨® comerse el marr¨®n. En ninguno de sus dos toros consigui¨® robar un pase, que ya es decir. La afici¨®n le culp¨® de escoger el ganado, de sus pelas y de no apuntarse a los vitorinos. Jos¨¦ Mari Manzanares, ante su lote, no pudo pasar de pesado. Eso s¨ª, sin descomponer la figura. A Serranito le toc¨® el toro so?ado por cualquier toricantano: dulce, noble, incluso amable. Agrad¨® con el capote y dej¨® series de redondos de calidad. En el otro, batallador incansable en pos del triunfo, mat¨® de gran estocada y le concedieron una merecida oreja.
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