Tranquilo paseo por La Rosaleda
El Madrid se impone sin ning¨²n problema al M¨¢laga en un partido que tuvo a Casillas como espectador
La ortodoxia rindi¨® beneficios en el Madrid, que gan¨® en M¨¢laga con la autoridad que le ha faltado durante la temporada. Regres¨® el equipo convencional, con casi toda la gente en sus puestos naturales, y volvi¨® el juego de pase, la elaboraci¨®n paciente y la ausencia de sobresaltos. Atr¨¢s qued¨® el extravagante, pero muy eficaz, experimento de Garc¨ªa Rem¨®n, autor de las alineaciones con m¨¢s delanteros por metro cuadrado que se recuerdan. Fue una idea eficaz porque sac¨® al Madrid de la aton¨ªa anterior. Vencer o hundirse, era la cuesti¨®n. Con un desprecio casi insolente por el equilibrio, el Madrid venci¨® al Dinamo de Kiev y al Valencia en un momento cr¨ªtico, despu¨¦s de la fuga de Camacho y de algunas derrotas sangrantes. Ante la evidencia del riesgo -sus victorias se produjeron en partidos vibrantes, desordenados, impredecibles-, el equipo reaccion¨® con orgullo y alg¨²n momento de buen juego. Pero la f¨®rmula val¨ªa para lo excepcional, no para lo cotidiano de la Liga. Se vio frente al Getafe y Garc¨ªa Rem¨®n tom¨® nota.
M?LAGA 0 - REAL MADRID 2
M¨¢laga: Calatayud; Gerardo, Juanito, Fernando Sanz, Valcarce; Manu, Romero (Duda, m. 66), Miguel Angel, Leko; Amoroso (Edgar, m. 66, Geijo, m.72) y Wanchope.
Real Madrid: Casillas; Salgado, Helguera, Pav¨®n, Roberto Carlos; Celades, Guti; Figo (Solari, m. 80), Ra¨²l (Morientes, m.82), Zidane; y Ronaldo (Owen, m.70).
Goles: 0-1. M. 23. Penalti por zancadilla de Gerardo a Zidane en el v¨¦rtice del ¨¢rea grande que transforma Figo.
0-2. M. 78. Jugada de Salgado por la derecha, mete el bal¨®n al ¨¢rea, donde Owen controla, regatea a un rival y marca.
?rbitro: Iturralde Gonz¨¢lez. Amonest¨® a Gerardo, Romero, Miguel Angel, Juanito y Figo.
Unos 30.000 espectadores en La Rosaleda.
De nuevo Guti fue el mejor, aunque no le sirven como cr¨¦dito sus magn¨ªficos partidos
En M¨¢laga retir¨® a Owen de la alineaci¨®n y coloc¨® a Celades junto a Guti. M¨¢s gente en el medio campo y Ra¨²l en su sitio natural. Con ese dibujo, el Madrid se estrell¨® en el arranque de la temporada. Era un equipo plano, ins¨ªpido y perdedor. Pero las victorias han tenido un valor terap¨¦utico. El Madrid pod¨ªa volver a la normalidad. Por ejemplo, a jugar en M¨¢laga y ganar sin despeinarse.
La noticia fue la inactividad de Casillas, espectador del encuentro. El Madrid, que no tiene compasi¨®n con su portero, le dio por una vez la tarde libre. Lo hizo a trav¨¦s de la vieja receta: mucho pase, pocas prisas y colmillo en el ¨¢rea. Nadie se destac¨® por una actuaci¨®n gloriosa, pero tampoco nadie dio la nota. Hubo comunicaci¨®n, algo parecido a la armon¨ªa y un sentido colectivo que no ha sido habitual en el ¨²ltimo Madrid. Desde el desplome en la final de Copa frente al Zaragoza, el Madrid no hab¨ªa jugado con la comodidad que le caracteriz¨® en sus mejores d¨ªas. En La Rosaleda se dio un paseo frente a un rival decepcionante. Al M¨¢laga le dio por mirar el partido, con una dejadez sorprendente en un equipo que gasta fama de ¨¢spero y peleador. Fue pat¨¦tico cuando pretendi¨® jugar, cosa que ocurri¨® en muy pocas ocasiones, porque esencialmente dedic¨® el tiempo a perseguir la pelota sin ¨¦xito. Lo m¨¢s parecido a algo eficaz fueron los controles de Wanchope en el ¨¢rea. Al hombre, una gr¨²a con unas piernas kilom¨¦tricas, le tiraban una pedrada y la bajaba con el pecho entre los centrales del Madrid. Ah¨ª terminaba todo. Despu¨¦s de los controles no ocurr¨ªa nada. Amoroso, que una vez fue un delantero cotizado, tiene el aire de los futbolistas jubilados. En el centro del campo, el M¨¢laga no tuvo ni pujanza, ni f¨²tbol. Ni tan siquiera se apreci¨® la habitual agresividad de Romero. Fue un partido sin patadas. El Madrid cometi¨® cuatro en todo el encuentro. La cifra es reveladora de dos cosas: de la escasa exigencia del duelo y de su abusiva posesi¨®n de la pelota. No pod¨ªa hacer faltas porque apenas nunca tuvo que pelear por el bal¨®n.
El juego fue tranquilo, sin agitaciones. El Madrid no cometi¨® errores defensivos y concedi¨® a Guti los galones para manejar el bal¨®n. Celades se limit¨® a acompa?ar, sin excesos, de forma casi inocua, pero suficiente para sostener el medio campo sin dificultades. Zidane no sali¨® de su discreto estado actual, pero se permiti¨® el lujo que marc¨® el signo del encuentro. Regate¨® a Gerardo, que reaccion¨® mal, con el perfil cambiado y le tir¨® la patada. El ¨¢rbitro consider¨® que la falta se produjo en el ¨¢rea. Los jugadores del M¨¢laga dijeron que hab¨ªa sido fuera. No le convencieron. Figo anot¨® el penalti y el partido deriv¨® en un tranquilo mon¨®logo del Madrid. De nuevo Guti fue el mejor. Este singular jugador, uno de los m¨¢s notables que ha dado el f¨²tbol espa?ol en los ¨²ltimos diez a?os, tiene la etiqueta de perezoso, discontinuo y distra¨ªdo. A veces ha estado a la altura de su mala fama. Pero han sido muchas m¨¢s las ocasiones donde ha demostrado una clase excepcional. No le ha valido de mucho. Condenado al papel de meritorio desde que era juvenil, a Guti no le sirven como cr¨¦dito sus magn¨ªficos partidos. Otros, y hay varios jugadores del Madrid que no funcionan desde hace tiempo, tienen cr¨¦dito ilimitado. Guti, no. Comenz¨® la temporada en el banquillo, o sea, donde siempre, y resulta que ha sostenido al Madrid por juego, inteligencia y coraje. Es igual. Cuando llegue el momento, y ser¨¢ m¨¢s pronto que tarde, volver¨¢ a escuchar los silbidos, ser¨¢ retirado de la alineaci¨®n y nadie la recordar¨¢ los servicios prestados en el momento m¨¢s crudo del equipo.
Fue interesante la decisi¨®n de Garc¨ªa Rem¨®n con Ronaldo. Le retir¨® en el segundo tiempo y entr¨® Owen. Ronaldo parece inc¨®modo. O por lo menos, no parece el jugador feliz de sus dos primeros a?os en el Madrid. Cualquier d¨ªa se l¨ªa a goles y arregla la sensaci¨®n de pesadumbre que transmite ahora mismo. A Owen le ocurre lo contrario. Arranc¨® en el Madrid como un jugador de medio pelo y ahora se ha hinchado de optimismo. Como futbolista no es un fen¨®meno, pero en el ¨¢rea define como un artista. Es lo que proporcionan los goles: confianza y seguridad. Su tanto fue de categor¨ªa. Control¨® con el pecho el pase de Salgado, regate¨® al central, se gir¨® y cruz¨® el bal¨®n por el palo que no quer¨ªa el portero. De alguna manera fue el s¨ªntoma de un equipo imperfecto que ahora se siente m¨¢s liberado. Como Owen.
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