El desasosiego de un pa¨ªs sin rumbo
La crisis desatada por las fraudulentas elecciones presidenciales en Ucrania se ha encauzado bien, hacia su repetici¨®n el d¨ªa 26, bajo una nueva ley electoral. Pero ha puesto de manifiesto lo peligroso que para la Uni¨®n Europea resulta tener a sus puertas Estados grandes sin rumbo fijo. El lugar de Ucrania en Europa es una cuesti¨®n pendiente que la UE no quiere mirar de cara, pues sabe que, pese a los deseos de Y¨²shenko de acabar entrando en esa Uni¨®n, no puede darle acogida porque ninguna de las dos est¨¢ preparada, ni Bruselas busca un enfrentamiento con Rusia que hoy es esencial como fuente de aprovisionamiento energ¨¦tico. Estos d¨ªas ha quedado claro que ni los l¨ªmites de Rusia, o de su post- o neo-imperio (y Ucrania es clave para definirlo), ni los de la Uni¨®n Europea (como prueba el duro debate sobre Turqu¨ªa) est¨¢n a¨²n fijados. Mitterrand en su d¨ªa propuso la creaci¨®n de una Confederaci¨®n Europea en la que todos estos pa¨ªses, Rusia, y la propia UE tuvieran cabida. Fue un error desecharla. Ni la Gran OTAN, ni la OSCE (Organizaci¨®n para la Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa) dan el necesario sentido de pertenencia.
Putin se ha quejado de injerencia occidental en una Ucrania que considera coto de caza privado para Rusia. Sin embargo, la vida hoy en Europa -incluso m¨¢s all¨¢ de la UE- es injerencia permanente. La mejorable OSCE manda observadores a todas las elecciones nacionales de sus miembros que se pretenden democr¨¢ticas (tambi¨¦n a las espa?olas del 14-M y las americanas del pasado 2 de noviembre, y sus informes al respecto son p¨²blicos, en www.osce.org/odihr). En el caso de Ucrania, sus valoraciones negativas han sido decisivas para empujar por unas nuevas elecciones.
En cuanto a la Uni¨®n Europea, el buen uso de su poder blando ha jugado un papel determinante en esta crisis. El alto representante para su pol¨ªtica exterior, Javier Solana, y su equipo han actuado en defensa de dos de los principios b¨¢sicos de la construcci¨®n europea que son la democracia y el Estado de derecho, sus mejores productos de exportaci¨®n (no de imposici¨®n), y por ello ha impulsado una soluci¨®n desde las propias instituciones ucranianas. EE UU, por el contrario, ha estado ausente de Kiev, aunque apoyando a distancia. La UE y sus miembros, esta vez unidos, han sabido no tomar partido por Yanuk¨®vich o por Y¨²shenko, sino por la limpieza del proceso y las buenas relaciones con Rusia. Putin s¨ª tom¨® partido por Yanuk¨®vich.
La UE tiene que asegurarse de que no se desestabiliza la parte externa de sus fronteras. Algo hab¨ªa cambiado, casi sin percatarnos, desde la ampliaci¨®n de mayo: Ucrania toca con la UE. Es adem¨¢s ¨²til para todos que sea la UE como tal, y no los vecinos de Ucrania cargados de historia como Polonia, o m¨¢s lejanos como Alemania, los que se entrometieran como tal en los asuntos internos de Kiev. Pero la UE no puede, hoy por hoy, ofrecerle un futuro a Ucrania. La Comisi¨®n Europea le ha ofertado v¨ªnculos m¨¢s estrechos con la Uni¨®n si las pr¨®ximas elecciones son limpias. Veremos. Y si gana Y¨²shenko, el problema para la UE ser¨¢ que ¨¦ste pedir¨¢ algo m¨¢s: un marco de identidad.
Ucrania no es un campo de batalla entre la UE y Rusia, ni la elecci¨®n entre Yanuk¨®vich y Y¨²shenko es simplemente entre una Ucrania Oriental y m¨¢s pro-rusa y otra occidental y pro-europea, aunque los que m¨¢s lo han visto bajo este prisma son los propios rusos para los que Crimea, sencillamente, es Rusia, aunque formalmente pertenezca al pa¨ªs vecino. Tambi¨¦n lo es entre la modernizaci¨®n o el estancamiento; y entre autocracia a lo Putin y democracia all¨ª y en la vecina Bielorrusia. La m¨¢s grande Turqu¨ªa podr¨ªa tener un papel regional incluso si no entra en la Uni¨®n. Pero Ucrania es demasiado grande y a la vez demasiado peque?a para andar sola y dividida por este mundo. aortega@elpais.es
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