Fracturas en La Habana
El 20 de octubre de 2004, Fidel Castro dio un mal paso y cay¨® de bruces frente al p¨²blico que lo aplaud¨ªa. Al d¨ªa siguiente apareci¨® en Granma un art¨ªculo titulado 'Estoy entero', en el que Castro, oscilando entre la primera y la tercera persona, narraba los pormenores de la ca¨ªda y de la actuaci¨®n coordinada de los m¨¦dicos y el paciente. "Mi pie izquierdo pis¨® en el vac¨ªo por la diferencia de altura, y el impulso y la inevitable ley de la gravedad, descubierta hace tiempo por Newton, hicieron que me precipitara hacia delante hasta caer en fracci¨®n de segundos en el pavimento".
Seg¨²n Fidel, los cirujanos y ¨¦l mismo, de com¨²n acuerdo, realizaron el diagn¨®stico: "El h¨²mero del brazo derecho presentaba una fisura..., la r¨®tula de la rodilla izquierda estaba fragmentada en ocho pedazos...". Los especialistas y el paciente decidieron, entonces, proceder "a la inmediata operaci¨®n de la rodilla y a la inmovilizaci¨®n del brazo derecho con un sencillo cabestrillo". En medio del tratamiento surgi¨® un dilema: ?qu¨¦ tipo de anestesia aplicar al paciente? Una vez m¨¢s, los cirujanos y el caudillo resolvieron, de consuno, la "anestesia por v¨ªa raqu¨ªdea, que adormece la parte inferior del cuerpo y mantiene intacto el resto del organismo".
En su texto, Castro explica por qu¨¦ "se tom¨®" la decisi¨®n de aplicar la anestesia parcial: "Dadas las circunstancias actuales, era necesario evitar la anestesia general para estar en condiciones de atender numerosos asuntos importantes". Luego de la exitosa operaci¨®n de la rodilla izquierda -"un trabajo de orfebrer¨ªa, en el que cirujanos ortop¨¦dicos se dedicaron a reunir y a ubicar los fragmentos como tejedores, cosiendo con fino hilo de acero unos y otros"-, Castro pod¨ªa asegurar con alivio: "Desde el mismo instante de la ca¨ªda no he dejado de atender las tareas m¨¢s importantes que me corresponden, en coordinaci¨®n con todos los dem¨¢s compa?eros".
La ca¨ªda del 20 de octubre y el texto 'Estoy entero' podr¨ªan interpretarse como episodios reveladores de la esencia unipersonal del r¨¦gimen cubano. En Cuba, como en las monarqu¨ªas absolutas del ancien r¨¦gime, el cuerpo del l¨ªder es tambi¨¦n el cuerpo del Estado. Un cl¨¢sico estudio de teolog¨ªa pol¨ªtica medieval, Los dos cuerpos del rey, de Ernst H. Kantorowicz, describe claramente esta concepci¨®n biol¨®gica del poder para el caso de la Inglaterra isabelina. En cualquier absolutismo mon¨¢rquico, seg¨²n Kantorowicz, el rey posee dos cuerpos en uno: el suyo, que corresponde a su existencia f¨ªsica, y el cuerpo abstracto: la corporaci¨®n personal que controla el reino.
Tras la ca¨ªda del 20 de octubre, Fidel Castro sinti¨® la urgencia de comunicar al pueblo que, a pesar de las fracturas, pod¨ªa pensar y hablar y que esas dos facultades implicaban la mayor parte de su capacidad de gobierno. El t¨ªtulo de su cr¨®nica, 'Estoy entero', quer¨ªa trasmitir precisamente eso: las fracturas en la rodilla y el brazo estaban localizadas en zonas de su cuerpo f¨ªsico, pero su cuerpo metaf¨ªsico, la fuente inagotable de su maquiavelismo y su ret¨®rica, permanec¨ªa intacto. La frase "estoy entero", sin embargo, desprend¨ªa un tono ir¨®nico que no ocultaba la certeza de que cualquier fractura en el cuerpo de Castro tambi¨¦n era una fractura en el Gobierno de Cuba.
Es sabida la obsesi¨®n de Fidel Castro con la medicina, la gen¨¦tica y, m¨¢s recientemente, la geriatr¨ªa. Las cacareadas motivaciones humanitarias de esa obsesi¨®n habr¨ªa que entenderlas como manifestaciones de una voluntad de dominio, basada en la identificaci¨®n entre el periodo hist¨®rico del r¨¦gimen y la vida del caudillo. La prueba m¨¢s pat¨¦tica de esa concepci¨®n biol¨®gica del poder es el llamado "club de los 120", que encabeza el m¨¦dico personal de Castro, Eugenio Selman-Housein Abdo, y que cada a?o re¨²ne en el Hotel Nacional de La Habana a geront¨®logos y ancianos millonarios de todo el mundo que debaten sobre los misterios de la longevidad y la prolongaci¨®n de la vida.
La fantas¨ªa de un Fidel Castro l¨²cido y longevo, formulada por el Dr. Selman en una declaraci¨®n memorable -"nos hemos propuesto que Fidel viva 120 a?os y, si lo conseguimos, trataremos de prolongarle la vida hasta los 140"-, es una maniobra simb¨®lica que quiere ocultar las fracturas del r¨¦gimen cubano. La m¨¢s evidente de esas fracturas es la que, desde 1992, experimentan las ¨¦lites del poder. Una generaci¨®n de pol¨ªticos m¨¢s o menos reformistas, nacidos poco antes de la Revoluci¨®n -Carlos Aldana, Roberto Robaina, Marcos Portal, Carlos Lage, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez, Abel Prieto...-, ha sido desplazada o neutralizada por otra generaci¨®n de pol¨ªticos, nacidos bajo el comunismo: Felipe P¨¦rez Roque, Carlos Valenciaga, Otto Rivero, Hass¨¢n P¨¦rez, Carmen Rosa B¨¢ez, Yadira Garc¨ªa.
Esta nueva generaci¨®n, que Jean Francois Fogel identifica como los "talibanes" del castrismo, ha comprendido que para ascender ya no son necesarias la cohesi¨®n doctrinal ni la lealtad al partido, sino la confianza y la cercan¨ªa de Fidel. Las nuevas formas de veneraci¨®n pol¨ªtica, practicadas por esos l¨ªderes, cristalizan en el llamado "Grupo de Apoyo", una suerte de Gobierno virtual que corrige el funcionamiento de las instituciones del Estado. El cuerpo d¨¦bil de Fidel Castro se "apoya" en esa camada de j¨®venes fervorosos e intransigentes con el fin de trasmitir la ilusi¨®n de perdurabilidad biol¨®gica y, al mismo tiempo, atizar las fricciones dentro de la ¨¦lite. En la administraci¨®n de esos conflictos, Castro reitera su papel moderador y su condici¨®n de eje de lealtades.
Pero detr¨¢s de esas dos generaciones y sus fisuras reside el verdadero centro del poder cubano: la nueva casta militar empresarial que controla los recursos materiales y represivos del Estado. En ausencia de Fidel Castro, ese n¨²cleo, que hoy carece de visibilidad pol¨ªtica, deber¨¢ entrar en escena por s¨ª mismo o por medio de alianzas con las otras dos facciones. La forma en que lo haga ser¨¢ decisiva para determinar el margen de libertades p¨²blicas que se abrir¨¢ en la primera fase de la transici¨®n y las posibilidades que tendr¨¢ la oposici¨®n cubana -sin duda, el actor con mayor credibilidad democr¨¢tica- de integrarse al campo pol¨ªtico del postcastrismo.
Rafael Rojas es escritor y ensayista cubano y codirector de la revista Encuentro.
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