?C¨®mo ven los estudiantes la convergencia europea?
O¨ªmos y leemos a menudo las opiniones de profesores y expertos acerca de los cambios que se avecinan en la educaci¨®n superior europea. Pol¨ªticos, acad¨¦micos, intelectuales ponderan las bondades del nuevo proyecto educativo com¨²n, pero ?qu¨¦ piensan sobre ¨¦l los alumnos? ?C¨®mo ven los estudiantes universitarios la convergencia europea? En el presente curso acad¨¦mico ha entrado en la universidad la primera promoci¨®n de j¨®venes nacidos en Espa?a despu¨¦s de su ingreso en la Uni¨®n Europea, que en aquel a?o de 1986 a¨²n se denominaba Comunidad Europea. En el mismo curso de su estreno como universitarios, el refrendo de la Constituci¨®n europea les da la oportunidad de hacer o¨ªr su voz en una cuesti¨®n tan esencial como ¨¦sa para el proceso de unificaci¨®n de los europeos. Un tiempo, por tanto, en el que coinciden su acceso al estadio superior de su formaci¨®n y el ejercicio ciudadano, por primera vez, de sus derechos electorales.
Que los espa?oles construyan su futuro con franceses, holandeses o alemanes no ser¨¢ poco avance
Parece l¨®gico darles la palabra, tambi¨¦n, y escucharles sobre qu¨¦ esperan, o desean, del proceso integrador de la educaci¨®n superior europea. A los reci¨¦n llegados y a los que, acumulando la experiencia de varios a?os en sus aulas, conocen bastante de las luces y sombras de la senda por la que discurre nuestra ense?anza superior. Unos porque se ver¨¢n afectados por los cambios, otros por razones de solidaridad con sus futuros compa?eros, pues con sus experiencias acad¨¦micas podr¨¢n orientar sobre los defectos organizativos o metodol¨®gicos m¨¢s da?inos. A priori, se intuye que pueden existir tres horizontes, tres niveles de valoraci¨®n en la visi¨®n de los estudiantes universitarios: uno, el efecto de las reformas sobre su posterior acceso al mundo laboral; otro, la ampliaci¨®n de las expectativas en su vida personal y profesional que genera la integraci¨®n supranacional de los estudios superiores y, finalmente, las posibilidades que se abren con las innovaciones educativas para el aprovechamiento de sus cualidades humanas e intelectuales.
Se sintetizan los cambios venideros con la f¨®rmula m¨¢gica del "tr¨¢nsito de la ense?anza al aprendizaje" o, si se aceptan t¨¦rminos m¨¢s convencionales, de la sustituci¨®n de la formaci¨®n pasiva por la educaci¨®n activa. Curso tras curso, rompe el alma de cualquier profesor sensible comprobar que el actual sistema de ense?anza vigente permite que se malgasten las ilusiones de los j¨®venes, y nadie hace nada para impedir que se defrauden sus expectativas formativas. La vitalidad existencial de los reci¨¦n llegados, en el lapso de tiempo que transcurre entre comenzar el primer curso y terminar el ¨²ltimo se adormece y triunfa en ellos el pragmatismo conformista que antepone la satisfacci¨®n del gusto de sus profesores, conducente al aprobado, a cualquier otro anhelo. En esta resignaci¨®n se halla la ineficacia m¨¢s dolorosa de la actual educaci¨®n universitaria. Bienvenido sea, pues, el compromiso con el papel activo de los estudiantes en el devenir de las instituciones y todo cuanto arrumbe su actitud pasiva ante los cambios que se anuncian.
Los italianos tienen la saludable costumbre de desprenderse de los trastos inservibles en el fin de a?o. Bien har¨ªan nuestros dirigentes pol¨ªticos y acad¨¦micos imit¨¢ndoles, arrojando al vac¨ªo con firmeza intereses creados o ego¨ªsmos gremiales a la hora de adaptar la oferta educativa de nuestras universidades al Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior. ?Qu¨¦ pueden esperar los estudiantes de la adaptaci¨®n de las actuales titulaciones a los patrones educativos previstos para su europeizaci¨®n en el nivel de grado? ?Beneficiar¨¢n tales cambios el acceso de los j¨®venes al empleo? Las modificaciones que conlleva la integraci¨®n en el contexto europeo ir¨¢n en el buen sentido si se contemplan como una oportunidad excepcional para corregir los defectos cr¨®nicos que aquejan a nuestra ense?anza universitaria, si la elaboraci¨®n del nuevo cat¨¢logo de t¨ªtulos se valora como un medio y no como un fin. Dicho claramente: el proceso de convergencia representa la excusa para impulsar, con determinaci¨®n y con recursos, las reformas aplazadas desde el intento fallido de 1987.
En los ¨²ltimos meses, y desde ¨¢mbitos profesionales conocidos por su actitud refractaria a toda modernizaci¨®n que da?e sus intereses, se oyen afirmaciones de que "hay que pasar este trago" con simples adaptaciones formales: o sea, que el proceso en marcha se diluya en una simple operaci¨®n de maquillaje. ?Se merecen quienes en los pr¨®ximos a?os acceder¨¢n a la universidad tama?o fraude? El elevado fracaso escolar actual o la escasa capacidad innovadora del sector productivo son algunas de las razones que tiene la sociedad para oponerse a semejante torpeza.
Ser¨¢ fruct¨ªfera la ocasi¨®n si la renovaci¨®n de la oferta educativa se piensa no exclusivamente en clave de actualizaci¨®n de los conocimientos propios de cada t¨ªtulo, si los objetivos educativos incluyen la formaci¨®n trasversal y el desarrollo de capacidades personales o destrezas orientadas a la incorporaci¨®n al mundo laboral. Los dirigentes de la pol¨ªtica universitaria tienen ahora la elevada responsabilidad de no caer en trampas acad¨¦micas ni en ardides corporativos, y aprovechar la ocasi¨®n para la realizaci¨®n de una reforma en profundidad que reduzca el n¨²mero de t¨ªtulos. Una reducci¨®n que no sea la perniciosa consecuencia de la fusi¨®n de los vigentes programas de ense?anza -se ha o¨ªdo semejante desprop¨®sito: recortemos un poco de un t¨ªtulo actual y otro poco de otro y junt¨¦moslos- y que facilite la atenci¨®n de demandas laborales amplias. Los estudiantes tienen derecho a que los t¨ªtulos de grado y posgrado tengan perfiles formativos diferenciados, como ven que ocurre en los pa¨ªses avanzados de Europa y Am¨¦rica.
Los valores c¨ªvicos compartidos constituyen el punto de partida que la Constituci¨®n europea utiliza para esbozar el modo en que ejercer¨¢n sus derechos los ciudadanos europeos. Cualquier universitario espa?ol que haya vivido la fabulosa experiencia de un a?o de estudios en otro pa¨ªs de la Uni¨®n, en el marco del Programa Erasmus, se sentir¨¢ casi con toda seguridad entusiasmado ante el horizonte que se le abre, a pesar de los tropezones de los ¨²ltimos a?os de alg¨²n torpe dirigente pol¨ªtico (alguno lo tuvimos en casa) y de los pasos atr¨¢s (por los ego¨ªsmos nacionales) que debilitan el proyecto europeizante. Un espacio universitario com¨²n generar¨¢ mayor movilidad de las personas y las ideas. Cabe que los estudiantes vean el futuro de la educaci¨®n superior como m¨¢s transnacional, "m¨¢s viajera", m¨¢s multicultural. Puede que las universidades se conviertan en paradigma de lo que es pasar de una declaraci¨®n de principios a unos hechos concretos en cuanto a su europeizaci¨®n, que sean su avanzadilla. Que los universitarios espa?oles construyan su futuro hombro con hombro con los franceses, los alemanes o los holandeses, no ser¨¢ poco avance.
El responsable del Informe PISA, Andreas Schleicher, afirmaba en este diario que "los sistemas educativos con menos ¨¦xito a menudo no utilizan todo el potencial de sus alumnos y sus profesores". Afirmaci¨®n cierta para todos los niveles educativos. Por ello es tan fundamental que los alumnos aprendan cada uno a su ritmo, mediante la incorporaci¨®n de las tecnolog¨ªas educativas adecuadas. Los cambios pr¨®ximos piden a gritos la profunda renovaci¨®n did¨¢ctica, la formaci¨®n metodol¨®gica del profesorado, la revitalizaci¨®n de las tutor¨ªas y la revisi¨®n de las f¨®rmulas de cuantificaci¨®n de su dedicaci¨®n a tareas docentes. Una prueba del nueve del atraso pedag¨®gico entre nosotros es la veneraci¨®n continua de la querida Instituci¨®n Libre de Ense?anza, que hacen quienes se consideran avanzados en la materia. Paradoja nost¨¢lgica que proclama el futuro profundizando en el pasado. A los estudiantes les va mucho en ese empe?o: el fortalecimiento de sus cualidades creativas y su madurez personal. ?Son conscientes de ello?
Entre las prioridades del buen gobernante est¨¢ la adopci¨®n de cuantas medidas sean necesarias para que no se desperdicie la ilusi¨®n de sus compatriotas m¨¢s j¨®venes. El eco del "no nos falles" adquiere en este asunto relevancia singular: la oportunidad es excepcional.
Francisco Michavila es catedr¨¢tico y director de la C¨¢tedra Unesco de Gesti¨®n y Pol¨ªtica Universitaria de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid.
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