El espa?ol, contra las cuerdas en la UE
La Comisi¨®n Europea ofrece para la segunda lengua de Occidente el mismo trato que para el esloveno o el let¨®n
A los 400 a?os de que Don Quijote se lanzara contra los molinos, Espa?a e Italia se baten hoy contra los gigantes de la burocracia de Bruselas, en un intento a la desesperada de salvar las lenguas de Cervantes y de Dante del marasmo de la Babel comunitaria.
La llegada de diez nuevos pa¨ªses ha supuesto la entrada de otras nueve lenguas (Chipre vino con el griego) que sumar a las 11 que ya se ven¨ªan usando en la UE de los Quince. En la Comisi¨®n Europea se ha visto la oportunidad de introducir racionalidad en el marem¨¢gnum ling¨¹¨ªstico y en el intento, espa?ol e italiano han sido degradados a la segunda divisi¨®n. El podio es para el ingl¨¦s, el franc¨¦s y el alem¨¢n.
La batalla se libra en la sala de prensa, donde se ha reducido dr¨¢sticamente el uso cotidiano del servicio de interpretaci¨®n: el espa?ol, que se empleaba cada vez que un comisario acud¨ªa ante los periodistas, s¨®lo se usar¨¢ ahora el d¨ªa en que intervenga Joaqu¨ªn Almunia o cuando se trate de un asunto de inter¨¦s nacional espa?ol. Como se har¨¢ con el esloveno, el let¨®n, el eslovaco o el italiano. Alem¨¢n, franc¨¦s e ingl¨¦s estar¨¢n siempre presentes, flanqueados por la lengua del comisario de turno.
La ampliaci¨®n ha supuesto sumar nueve lenguas a las 11 que ya se usaban en la UE
El fondo de la cuesti¨®n es introducir racionalidad en un sistema que no se brinda a ella. Los tratados de la UE hablan de la riqueza de la pluralidad ling¨¹¨ªstica y de la necesidad de que todos los ciudadanos tengan acceso en su propia lengua a lo que se dice y decide en su nombre y comunicar y recibir contestaci¨®n en su propia lengua.
Pero el principio cuesta dinero y la Comisi¨®n no est¨¢ por la faena. Sus c¨¢lculos eval¨²an en 5,6 millones de euros anuales, casi el 25% de presupuesto de la direcci¨®n de interpretaci¨®n, el mantener complemente dotada de int¨¦rpretes la sala de prensa con 19 lenguas. No contabiliza el malt¨¦s, dado que s¨®lo hay ocho int¨¦rpretes cualificados en todo el mundo y no est¨¢n disponibles.
"No se puede pretender que el que alguien escribiera un libro muy importante hace 400 a?os es un argumento para defender una lengua en el siglo XXI", dice Ian Andersen, el portavoz dan¨¦s del director general de Interpretaci¨®n, Marco Benedetti. Fueron Benedetti y Fran?oise Le Bail, portavoz del presidente de la Comisi¨®n, quienes pactaron en noviembre el sistema de reducir las lenguas en la sala de prensa. Nada del espa?ol como lengua internacional, nada del espa?ol como segunda lengua m¨¢s hablada de Occidente, nada del contingente de corresponsales espa?oles en Bruselas como el segundo m¨¢s nutrido de la UE. El espa?ol como lengua es, para la Comisi¨®n, igual que el estonio, hablado por 1,3 millones de personas.
Llueve sobre mojado. Desde principios de los a?os noventa, en aplicaci¨®n de una potestad atribuida en 1958, la Comisi¨®n viene usando como lenguas de trabajo interno el alem¨¢n, el franc¨¦s y el ingl¨¦s, algo a lo que desde entonces se ha opuesto Espa?a tan sistem¨¢tica como infructuosamente. La sala de prensa se libr¨® en su d¨ªa del recorte, pero ahora la Comisi¨®n ha decidido aplicar tambi¨¦n all¨ª el mismo principio. "Espa?a no acepta que haya s¨®lo tres lenguas de procedimiento", reitera el embajador Carlos Bastarreche, quien ha escrito una carta a los responsables de la Comisi¨®n subrayando que las nuevas pr¨¢cticas con la prensa "no son aceptables por mi pa¨ªs". Bastarreche suscribe lo que dice Italia, que el nuevo r¨¦gimen penaliza y discrimina unas lenguas frente a otras, y con ellas, a los ciudadanos de la Uni¨®n.
Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, presidente de la Comisi¨®n, responde que son "problemas puramente log¨ªsticos" los que hacen pr¨¢cticamente imposible que se empleen todas lenguas. Asegura tambi¨¦n que no hay "ninguna intenci¨®n discriminadora" contra el espa?ol y el italiano.
"No entiendo que se contraponga el orgullo nacional a una pr¨¢ctica racionalizadora en el uso de los escasos recursos disponibles", dice Andersen. "El orgullo nacional nos lleva a lo que ocurri¨® en Yugoslavia". El portavoz esgrime la penetraci¨®n ling¨¹¨ªstica para defender que el resultado de la racionalizaci¨®n buscada no es descabellado y se ajusta a la extensi¨®n de las lenguas. En la EU de los Quince, de donde proceden los ¨²ltimos datos disponibles, el 47% de los europeos habla el ingl¨¦s como lengua materna o segunda lengua; el 32%, alem¨¢n, y el 28%, el franc¨¦s. Siguen en la lista el italiano (18%) y el espa?ol (15%).
Espa?a ha pedido una soluci¨®n y con lenguaje diplom¨¢tico ha hecho saber que es un asunto que las autoridades correspondientes deben tomarse en serio. Barroso ha prometido una respuesta. "Existen muchas alternativas, desde que s¨®lo haya una lengua a que se empleen todas en la sala de prensa", se?ala Andersen. "Cada soluci¨®n tiene un precio". Probablemente menor que el precio del conflicto pol¨ªtico y la alienaci¨®n ciudadanas que producir¨ªan la degradaci¨®n en el despecho de un eur¨®crata del espa?ol a la segunda divisi¨®n ling¨¹¨ªstica europea.
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