La mafia, el l¨¢tigo, la estatua
Cada vez que entra en aguas de Gibraltar un submarino at¨®mico averiado se desata en nuestro pa¨ªs una crisis hist¨¦rico pol¨ªtica te?ida de comicidad. ?Saltaremos por los aires si llega a producirse un accidente nuclear durante la reparaci¨®n del buque? Luego, no pasa nada. La crisis se supera y hasta se olvida. El ministro de turno descansa. Y vuelta a empezar.
No obstante, algunos piensan que el fin del contencioso depende de ese temido accidente mucho m¨¢s que de las aburridas negociaciones. El Pe?¨®n volar¨ªa por los aires y, muerto el perro, se acab¨® la rabia. Dios no lo quiera.
El verdadero mal que anida en la colonia no son los submarinos at¨®micos. Esto lo sabemos todos. El verdadero mal es la existencia de una banca anfibia que, como hemos visto, utilizan los tiburones y cocodrilos de todas las mafias internacionales asistidos por competentes abogados y respetables notarios en un complejo entramado de delincuentes que hacen pedorreta desde sus escondrijos en cuentas y sociedades con sede en la Roca.
En los Emiratos ?rabes Unidos una mujer soltera es condenada a 150 latigazos por quedarse embarazada
A las mafias les traen sin cuidado la soberan¨ªa y las banderas siempre que no les toquen el dinero
A las mafias les traen sin cuidado la soberan¨ªa y las banderas siempre que no les toquen el dinero de la droga, del tr¨¢fico de seres humanos, de la prostituci¨®n y de los negocios inmobiliarios sobre los que ondea el trapo de la pirater¨ªa.
Colonizados o no, todos los para¨ªsos fiscales son iguales ante la ley, aunque unos acaban siendo m¨¢s iguales que otros gracias al crimen organizado.
S¨®lo cinco encarcelados por su presunta implicaci¨®n en este esc¨¢ndalo de Marbella participan en al menos doscientas sociedades. ?No es como para levantar sospechas en medios pol¨ªticos, policiales, empresariales y judiciales? Pero s¨®lo se trata de la punta del iceberg.
Un informe de la ONG Transparency Now asegura que la construcci¨®n es el sector mas corrupto en todo el mundo. Pero el informe tiene una laguna importante: no dice nada de la situaci¨®n en Espa?a. Cuando lo diga, si eso llega, ser¨¢ demasiado tarde. Todo se habr¨¢ blanqueado y sobornado convenientemente.
El l¨¢tigo
En los Emiratos ?rabes Unidos una mujer soltera es condenada a la pena de 150 latigazos, propinados en p¨²blico, por el sencillo hecho de quedarse embarazada. En el mejor de los casos perder¨¢ al hijo. En el peor se perder¨¢ ella misma en la demencia absoluta del horror y de la culpa.
Ante 3.000 espectadores, un hombre de 22 a?os que confes¨® haber raptado, torturado, violado y asesinado a 21 ni?os en Ir¨¢n, ha sido castigado con cien azotes, el feroz acuchillamiento a manos del hermano de una de las v¨ªctimas y, para completar el programa de la justicia, ha sido rematado con la horca. Hemos visto la imagen de ese hombre atado a un poste en las p¨¢ginas de este peri¨®dico el pasado d¨ªa 17. No es una foto f¨¢cil de olvidar, aunque lo peor de la escena no aparezca: el instante en el que el llamado "vampiro del desierto de Teher¨¢n" recibe las pu?aladas y es arrastrado ya moribundo al pat¨ªbulo entre los insultos y risotadas del p¨²blico durante la salvaje ejecuci¨®n.
Por su parte, en Arabia Saud¨ª siguen llevando a las ad¨²lteras de excursi¨®n hasta el desierto donde, una vez enterradas hasta el cuello, sufren la lapidaci¨®n. La mujer, inmovilizada en su hoyo, con la cabeza a disposici¨®n de los voluntarios que la rodean, va recibiendo unas tras otras las pedradas y los insultos de sus matarifes. Muere deseando que acaben con ella cuanto antes, suplicando que las piedras sean grandes y le rompan pronto el cr¨¢neo.
Ambos pa¨ªses, ultra religiosos en la aplicaci¨®n de castigos de extremada crueldad, fijan estos d¨ªas el precio del crudo que debemos adquirir para desplazarnos con nuestras familias y nuestros veh¨ªculos en Semana Santa.
El silencio
Un d¨ªa de absoluto silencio. Ni siquiera deseamos que sea de reflexi¨®n. Cualquier d¨ªa ser¨ªa bueno. Pero eso s¨ª, veinticuatro horas unas detr¨¢s de otras sin o¨ªrlos ni siquiera respirar por la radio o por la tele. Los tres callados como muertos: Rajoy, Zaplana, Acebes. No hace falta que sonr¨ªan. Tampoco esperamos talante ni talento. Tan s¨®lo una pausa. Un alto. Que nos dejen descansar. Que no maltraten m¨¢s nuestros cerebros. ?Acaso es demasiado pedir? ?Tendr¨¢n que suplicarlo sus mismos votantes ya hastiados del PP?
La estatua
A veces abres la p¨¢gina de las necrol¨®gicas con miedo no a los muertos del d¨ªa, sino a conocer a alguno de ellos. Y cuando compruebas que no est¨¢n en tu entorno, respiras. Y dices (sobre todo a partir de cierta edad) que hay que vivir la vida. Son cuatro d¨ªas. Y ahora s¨®lo quedan cuatro estatuas ecuestres del Invicto Caudillo en espera de que se las lleva la gr¨²a municipal.
Porque la gr¨²a no s¨®lo tiene que llevarse mi coche cuando est¨¢ mal aparcado y dificulta el tr¨¢fico. Tambi¨¦n tiene que llevarse al dictador que sigue entronizado en distintas ciudades espa?olas sobre una peana de 50.000 compatriotas fusilados como broche de oro de su victoria b¨¦lica. Y eso entorpece el tr¨¢fico de nuestra democracia. Pero sale la c¨²pula del PP a decir que no se lo lleven. Si hay que pagar la multa se pagar¨¢. Franco debe seguir en doble fila, faltar¨ªa m¨¢s. Y salen los chicos que siempre salen y entonan el Cara al Sol de madrugada con el brazo en alto, corneta y tambor, yugo y flechas, boina roja y camisa azul en su camino hacia el museo arqueol¨®gico nacional sindicalista.
Claro que, bien mirado, la estatua ecuestre del Caudillo que por la gracia de Dios permaneci¨® durante 49 a?os en una plaza de Madrid, puede guardar alg¨²n parecido con una de esas yacientes gordas del escultor Botero si somos capaces de imaginar al ferrolano desprovisto de uniforme, botas con espuelas y la laureada de San Fernando.
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