Dylan 'revisited'
A los que nos gusta de verdad Bob Dylan -a los que ya nos gustaba cuando ten¨ªamos 15 a?os y nadie daba un duro por ¨¦l, fuera de c¨ªrculos m¨¢s o menos esot¨¦ricos- odiamos temas del tipo Blowin' in the wind. Cuando Dylan se esfuerza en ser un buen cantante saca lo peor de s¨ª mismo, porque si su voz de arm¨®nica oxidada hubiera estado destinada a rivalizar con los grandes melodistas del siglo XX la canci¨®n se hubiera llamado Fracaso y la clave Patetismo. Aceptemos que Dylan no canta bien. Adem¨¢s, nunca se ha tomado en serio una grabaci¨®n, ni un concierto, ni una entrevista, ni siquiera una letra. Como l¨ªder de masas, por supuesto, es un aut¨¦ntico bluf, y ya sabemos lo que opina respecto a ser investido gur¨² generacional. ?Entonces? Entonces amamos todas y cada una de las imperfecciones de este hombre, y no dudamos en llamar genialidad a la suma de todas ellas.
Blowin' in the wind funciona como himno digamos pacifista sobre todo si la entonan de esa manera tan pazguata Peter, Paul & Mary. Like a Rolling Stone es mejor, porque cuenta la historia de una mala p¨¦cora y, aunque plagiaba a La bamba -o precisamente por eso- acaba de ser elevada al rango de canci¨®n m¨¢s influyente del rock. Podr¨ªamos seguir tema por tema y cada t¨ªtulo de Dylan merecer¨ªa su Propia Historia. No es extra?o que la dylanolog¨ªa sea una profesi¨®n boyante, sobre todo en Estados Unidos.
Es gracioso, colateralmente, que Blowin' in the wind aparezca en Am¨¦rica mientras en este pa¨ªs Raimon da a conocer Al vent. Estamos en 1963. A ambos lados del Atl¨¢ntico, dos tipos con su guitarra inauguran algo ideol¨®gicamente s¨®lido con dos temas muy parecidos. Ese viento al que hacen referencia los dos es el que entraba en la mansi¨®n marxista del Gatopardo de Visconti, puesto que el film es del mismo a?o. Tantas coincidencias apabullan, aunque tambi¨¦n podr¨ªamos reconocer que todo marca una tendencia. Es el hurac¨¢n de la Historia y del Progreso, qu¨¦ duda cabe, dispuesto a barrerlo todo.
Se ha escrito tanto sobre Dylan que incluso querer continuar este art¨ªculo es ya una ingenuidad. Pero hay una causa justa: ahora es el propio Robert Zimmerman el que acaba de saltar a la palestra para contarnos su visi¨®n de las cosas. El primer volumen de sus memorias (Cr¨®nicas/Cr¨°niques, Global Rhythm Press, Barcelona) se ha publicado en medio de la expectaci¨®n de rigor, quiz¨¢ para descubrir una vez m¨¢s que Dylan s¨®lo est¨¢ dispuesto a contarnos lo que le da la gana, aunque en un estilo cuidado y detallista.
Hay que convenir que si uno nace en Minnesota lo mejor que puede hacer es largarse cuanto antes. A Dylan se lo dijeron claro:
-Si quieres marcharte de Am¨¦rica, vete a Greenwich Village.
En Greenwich Village, hace a?os, conoc¨ª a un tipo -un hispano- que me ense?¨® el primer apartamento que alquil¨® Dylan en Manhattan. Una historia emocionante aunque -no se crean- tengo otras. Cr¨®nicas cuenta con cierto desahogo esa etapa inaugural. En realidad, el libro se detiene en ella y s¨®lo se permite otras incursiones biogr¨¢ficas en determinados episodios de principios de los setenta y finales de los ochenta. No se trata, es evidente, de una biograf¨ªa al uso, aunque conociendo a Dylan es sorprendente que el libro resulte mucho m¨¢s convencional de lo esperado.
A estas alturas del art¨ªculo debo confesar que soy de la cala?a de tipos que aprendi¨® ingl¨¦s para entender las canciones de Bob Dylan. Eso fue antes de que me diera cuenta de que el de Minnesota en realidad no hablaba ingl¨¦s, sino una suerte de lenguaje privativo. Despu¨¦s tambi¨¦n se apoderaron de m¨ª los fantasmas de la electricidad (Visions of Johanna) y llegamos al mutuo acuerdo de que Dylan dir¨ªa lo que quisiera decir y yo entender¨ªa lo que me diese la gana.
Al final, unas memorias sirven simplemente para recabar un poco de empat¨ªa hacia alguien que no quiso ser un l¨ªder sino s¨®lo observar contadores de aparcamientos. "Hab¨ªa una persona desaparecida en mi interior y necesitaba encontrarla (...) Est¨¦ donde est¨¦, soy un trovador de los a?os 60, una reliquia del folk-rock, un art¨ªfice de la palabra de anta?o, un jefe de estado ficticio de un lugar que no conoce nadie. Estoy en el pozo sin fondo del olvido cultural".
He aqu¨ª al hombre ideol¨®gicamente m¨¢s influyente de la m¨²sica popular moderna. No es oportuna la l¨¢stima: ser¨¢ suficiente con una conmiseraci¨®n de amplio espectro, hecha por igual de piedad port¨¢til y de una admiraci¨®n vagamente l¨²cida. And so on.
Joan Gar¨ª es escritor. www.joangari.com
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