Un tiro en el pie

El mayor anhelo que cualquier ciudadano puede tener cuando el pleno del Congreso cierre el pr¨®ximo d¨ªa 30 la investigaci¨®n parlamentaria sobre el 11-M es que se alcance un consenso sobre las medidas a adoptar para que no se repita en el futuro. El presidente de la comisi¨®n, Paulino Rivero, da ya por descartado un acuerdo pol¨ªtico, aunque los socialistas han suavizado en el documento final algunos de los t¨¦rminos m¨¢s duros ("imprevisi¨®n", "enga?o masivo") que conten¨ªa el borrador de conclusiones. Es cierto de todos modos que hay en el an¨¢lisis pol¨ªtico de los hechos un abismo de divergencias imposible de esquivar entre el PP y los dem¨¢s grupos de la C¨¢mara, pero no deber¨ªa ser as¨ª en lo que concierne a sugerencias concretas en materia de seguridad.

El PP se desmarc¨® en marzo pasado, qued¨¢ndose virtualmente solo cuando las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas suscribieron un texto com¨²n, en el que, entre otras cosas, se coincid¨ªa en que hab¨ªa llegado el momento de cerrar los trabajos de la comisi¨®n tras m¨¢s de nueve meses de comparecencias. Todos menos el PP se?alaron que ten¨ªa que ser la justicia y no otra instancia quien continuara desarrollando la investigaci¨®n sobre las responsabilidades penales. La situaci¨®n hoy es la misma. Insistir machaconamente en la necesidad de mantener abierto el examen parlamentario, hablar de obstruccionismo y seguir fabulando a partir de fantas¨ªas conspirativas s¨®lo sirve para alimentar una estrategia de la tensi¨®n.

Destacan por su singularidad algunas de las valoraciones que el principal partido de la oposici¨®n hace sobre la fase anterior al m¨²ltiple atentado. Parece como si emanaran de un grupo que nunca hubiese tenido responsabilidades de gobierno durante ocho a?os y, por consiguiente, jam¨¢s hubiera podido estar en su mano la posibilidad de detectar y depurar actuaciones puntuales, extremadamente deficientes, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE). De un lado, el informe del PP elogia su conducta, para lanzar acto seguido graves insinuaciones sobre fallos deliberados de la Guardia Civil y la polic¨ªa en Asturias.

Es m¨¢s que evidente que hubo errores, y de calibre grueso en lo que concierne a la trama de explosivos asturiana, as¨ª como en la descoordinaci¨®n sobre el seguimiento de los cabecillas e implicados en la masacre. Y de ello cabr¨ªa deducir alguna responsabilidad pol¨ªtica del anterior ministro del Interior. Pero el PP ha preferido dispararse un tiro en el pie, dejando en muy mala posici¨®n a Acebes, con tal de nutrir la incertidumbre sobre la autor¨ªa intelectual del crimen y las eventuales conexiones de la red de Al Qaeda con ETA, sin prueba alguna que lo sustente. Sus conclusiones de ahora, despu¨¦s de un a?o de comparecencias y acopio de documentos, no hacen otra cosa que confirmar la capacidad de fabulaci¨®n que ya acredit¨® el PP entre el 11 y el 14 de marzo.