Ni?o prodigio

L¨¢stima de sonido perruno -un mal sonido en un concierto es tan malo para la sensibilidad musical como el alcohol de garrafa lo es para el h¨ªgado-, porque lo cierto es que este ni?o prodigio es capaz de ofrecer conciertos que enganchan tanto a seguidores del jazz como del pop.

Ataviado con pantalones de camuflaje y sudadera con capucha, Cullum no da para nada la imagen de cl¨¢sico cantante de jazz. Es m¨¢s, dando cabriolas por encima del piano, a veces parece el irritante hijo de la estrella a quien nadie llama la atenci¨®n por razones obvias. Sin embargo, Jamie es quien domina el cotarro y quien dirige al tr¨ªo de experimentados m¨²sicos que lo acompa?an. Incluso invit¨® a su hermano mayor, Ben, a salir a cantar un tema con ¨¦l.

La actuaci¨®n se vio un tanto deslucida por la escasez de volumen, que hac¨ªa que nunca llegaran a sonar los cuatro instrumentos que hab¨ªa sobre el escenario. En cuanto a la joven estrella, supo combinar en su repertorio los temas propios, a¨²n bastante ce?idos al esquema del jazz cl¨¢sico, con las versiones -I get a kick out of you, What a difference a day made o, incluso, la inesperada High & Dry, de Radiohead- en una suerte de espect¨¢culo en el que su personalidad traviesa a?ade puntos de imprevisibilidad a un concierto en el que ni el orden de las canciones est¨¢ prefijado de antemano. Excelente pianista y vocalista en conexi¨®n ultraterrena con Frank Sinatra, Jamie Cullum toca jazz, a pesar de su extraordinaria juventud, como si un viejo le hubiese pose¨ªdo, ya que su modo de interpretar parece decir que el artista ha acumulado ya suficientes vivencias como para llenar de contenido su m¨²sica. Cosa que a los veintipocos a?os resulta a todas luces imposible.

Precoz triunfador, habr¨¢ que ver si su desarrollo como artista le lleva a insertarse en la l¨ªnea de los int¨¦rpretes cl¨¢sicos del jazz o si, por el contrario, se impone su capacidad de hacer evolucionar una m¨²sica que necesita de sangre fresca para hacer revivir su inter¨¦s entre el gran p¨²blico.