Cogida de Pep¨ªn Monge

Los toros salieron bien presentados y no se cayeron, justo el d¨ªa que se televis¨® el festejo. Fueron mansos en distintas graduaciones, yendo del pregonado segundo a los dulces tercero y cuarto. La afici¨®n no protest¨®; la mansedumbre es una condici¨®n de la res, no un defecto. Por la mansedumbre se lleg¨® a la tranquilidad en los tendidos.

La cruz de la tarde fue para Pep¨ªn Monge, miembro de la cuadrilla de Antonio Barreda. Sali¨® manso el primero de Barreda. Por remedio le dieron capa a destajo. Lat¨ªn sab¨ªa cuando lleg¨® a la muleta. Varios avisos llevaba el espada cuando al rematar una suerte result¨® golpeado yendo a caer a los lomos de la bestia. En su ayuda fue Monge; se le revolvi¨® el manso d¨¢ndole una certera cornada en el muslo derecho de unos 30 cent¨ªmetros, que junto a otra de menos calado en la zona escrotorial fue intervenido en la enfermer¨ªa. En el otro, Barreda no aprovech¨® la bondad de su oponente pero sus redondos resultaron sosos, sin transmisi¨®n. In¨¦dito al natural.

Enrique Ponce s¨®lo pudo lucirse en su segundo. Morado se puso a redondos, circulares, naturales, hasta encimista. Desde el sitio tan personal que pisa el maestro. Salvador Vega tore¨® para el p¨²blico, aprovechando la boyant¨ªa del tercero deleit¨® a la parroquia con toda clase de suertes.