Mantener privilegios educativos
De nuevo voces reclamando libertad por las calles de Madrid: libertad de los padres para elegir la educaci¨®n de sus hijos, amenazada, seg¨²n los manifestantes, por la LOE, la nueva Ley Org¨¢nica de Educaci¨®n. Hablemos pues de libertad en la educaci¨®n, aunque sea por en¨¦sima vez, y corramos el riesgo de aburrir a la ciudadan¨ªa.
?Existe hoy un impedimento para que los padres elijan el centro escolar que desean para sus hijos? En t¨¦rminos legales, ninguno; en t¨¦rminos reales, hay dos limitaciones. La primera referida al desequilibrio que puede producirse entre la oferta y la demanda. En este caso, hay una normativa que regula la puntuaci¨®n de cada familia, normativa conocida e igual para todas ellas. La segunda limitaci¨®n es de orden econ¨®mico: aunque la escuela concertada es legalmente gratuita en los tramos de escolarizaci¨®n obligatoria, hay, de hecho, muchas escuelas concertadas -no todas, desde luego, y hay que subrayarlo- que, con excusas m¨¢s o menos expl¨ªcitas, cobran cuotas a las familias y hacen imposible as¨ª el acceso a estos centros de una parte de la poblaci¨®n.
Aun con estas limitaciones, las cifras muestran que las familias obtienen una plaza en la escuela deseada en una proporci¨®n alt¨ªsima de casos. En Barcelona, durante el periodo de preinscripci¨®n de este a?o, las plazas solicitadas en primer lugar fueron obtenidas en el 90% de los casos; es decir, 9 de cada 10 familias pudieron acceder al centro deseado. Estos porcentajes son muy similares para la escuela p¨²blica y la concertada: 91% en el primer caso, 89% en el segundo. El 10% restante obtuvo una plaza en alguno de los centros solicitados en segundo o tercer lugar, y fueron muy pocas las familias a las que se atribuyeron plazas en escuelas que no hab¨ªan elegido; e incluso en este caso hay un proceso de ajuste que hace que la atribuci¨®n de una plaza se acerque en la mayor medida posible a los deseos familiares.
Esta es la situaci¨®n actual: la LOE la mantiene escrupulosamente. Lo ¨²nico que hace es establecer unas garant¨ªas de gratuidad; es decir, establecer que los centros, p¨²blicos o concertados, no podr¨¢n recibir dinero de los padres por impartir las ense?anzas gratuitas. Es m¨¢s, la LOE excluye expl¨ªcitamente de esta condici¨®n las actividades extraescolares y las complementarias, con lo que abre la puerta de nuevo a aportaciones familiares diversas. Y al mismo tiempo, el acuerdo b¨¢sico alcanzado a principios de este mes entre el Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia y las organizaciones sindicales representativas del profesorado de las escuelas concertadas sienta las bases para una progresiva equiparaci¨®n respecto del profesorado de la escuela p¨²blica tanto en el aspecto salarial como en las condiciones laborales y de formaci¨®n. Si de alg¨²n modo podemos considerar la LOE es precisamente como un proyecto de ley excesivamente moderado, dada la voluntad del Gobierno de llegar a un amplio consenso educativo.
?De qu¨¦ limitaci¨®n de la libertad de elecci¨®n estamos hablando entonces? Es evidente que la argumentaci¨®n relativa a la libertad de elecci¨®n esgrimida contra la LOE no tiene ning¨²n fundamento. Al mismo tiempo, si nos referimos a la otra gran reivindicaci¨®n de la manifestaci¨®n, la exigencia de religi¨®n obligatoria y evaluable en todos los centros, en alguna de sus versiones confesionales o no, lo que se est¨¢ pidiendo es precisamente lo contrario de la libertad de los padres: ?d¨®nde quedar¨ªa la de aquellos que no desean que sus hijos tengan la religi¨®n como materia obligatoria? Desde ning¨²n sector de la Iglesia se ha dado todav¨ªa respuesta a esta contradicci¨®n tan patente. Y es que la Iglesia espa?ola tiene poco h¨¢bito de luchar por la libertad, y de respetar la ajena, incluso en el ¨¢mbito educativo, en el que luch¨® ferozmente en el pasado contra la libertad de c¨¢tedra. Dif¨ªcil lo tiene hoy para presentarse como adalid de la libertad.
?A qu¨¦ viene, entonces, tanta movilizaci¨®n?
Nuestra situaci¨®n educativa lleva a¨²n la impronta del franquismo, que en este ¨¢mbito no hemos superado suficientemente. La no construcci¨®n de escuelas p¨²blicas durante tantos a?os gener¨® un crecimiento de los centros privados que nos ha conducido a una escolarizaci¨®n at¨ªpica entre los pa¨ªses de la OCDE. S¨®lo B¨¦lgica y Holanda, con caracter¨ªsticas escolares muy distintas de las nuestras, tienen un mayor porcentaje de educaci¨®n privada en la escolarizaci¨®n primaria. Los dem¨¢s pa¨ªses europeos -y para el conjunto de la OCDE todos menos Australia- escolarizan a sus ni?os y ni?as en la p¨²blica en una proporci¨®n superior en todos los casos al 85%, mientras que Espa?a lo hace s¨®lo en el 67%. Es decir, casi todos los pa¨ªses han optado por una escuela p¨²blica mayoritaria, que incluye y da coherencia al conjunto de la poblaci¨®n, mientras que la escuela privada queda limitada a una minor¨ªa, perteneciente generalmente a una ¨¦lite social y cultural o a grupos religiosos reducidos.
En Espa?a no ha sido as¨ª: la escolarizaci¨®n p¨²blica es mucho menor y, en algunas zonas, como Barcelona, minoritaria, con aproximadamente el 40% del alumnado en primaria. Es decir, la educaci¨®n p¨²blica puede convertirse en una educaci¨®n marginal, destinada al sector pobre de la poblaci¨®n, y, por tanto, rechazada por la clase media. ?sta tiende efectivamente a utilizar los centros privados. ?Acaso son ¨¦stos mejores?
Los datos del ¨²ltimo informe de la OCDE tienden a mostrar que no es as¨ª; si bien hay diferencia en los logros obtenidos en matem¨¢ticas entre centros p¨²blicos y concertados, esta diferencia queda casi totalmente anulada cuando neutralizamos la procedencia social y cultural del alumnado. Es decir, la escuela p¨²blica obtiene peores resultados porque escolariza a los sectores que poseen menor capital cultural. Estos sectores, dada la financiaci¨®n p¨²blica de la escuela concertada, debieran distribuirse entre todos los centros para hacer posible la igualdad de oportunidades.
Todo ello nos conduce a una conclusi¨®n muy clara: los gritos de libertad est¨¢n clamando, en realidad, por el mantenimiento de una escuela segmentada, diferenciada por niveles sociales, que mantenga unas mayores oportunidades para los sectores acomodados, y que lo haga con dinero p¨²blico. Las familias que acudieron a Madrid tal vez se sientan amenazadas; los dirigentes que las convocan saben perfectamente que ni la concertada est¨¢ en peligro ni la LOE la debilitar¨¢ en lo m¨¢s m¨ªnimo; pero, por si acaso, consideran que es mejor lanzar el ataque y mostrar las u?as, no se fuera a perder un ¨¢pice de sus privilegios.
Marina Subirats es concejal de Educaci¨®n del Ayuntamiento de Barcelona.
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