El triunfo del pragmatismo
El derrame cerebral sufrido por el primer ministro israel¨ª Ariel Sharon ha vuelto a sumir la pol¨ªtica israel¨ª en el caos. Parec¨ªa que Sharon iba a ser el claro vencedor en las elecciones previstas para marzo, para las que cre¨® un partido propio, Kadima (Adelante), que hab¨ªa atra¨ªdo a importantes figuras del Partido Laborista, en la izquierda, y del Likud, en la derecha. Ahora bien, ?ser¨¢ su desaparici¨®n de la vida p¨²blica verdaderamente tan desestabilizadora como sugieren numerosos observadores?
No hay duda de que fue la capacidad de convocatoria del propio Sharon la que dio tanta popularidad a Kadima. Sus credenciales conservadoras y nacionalistas le aseguraron apoyos en la derecha, mientras que su nueva estrategia de seguridad -que inclu¨ªa la retirada total de la franja de Gaza- atrajo a seguidores de la izquierda. En resumen, Sharon era el candidato de centro ideal: un dirigente que conciliaba m¨¦todos de paloma con puntos de vista de halc¨®n.
Sin embargo, la inoportuna desaparici¨®n de Sharon no significa, en absoluto, deshacer los cambios pol¨ªticos y estrat¨¦gicos fundamentales que ¨¦l hab¨ªa iniciado. A corto plazo, aunque Kadima obtendr¨¢ menos votos sin Sharon al frente, algunos electores ejercer¨¢n su derecho movidos por la simpat¨ªa hacia el l¨ªder ca¨ªdo. Es m¨¢s, los sondeos muestran que el partido todav¨ªa tiene posibilidades de ser vencedor.
Adem¨¢s, Kadima cuenta con un triunvirato impresionante en cabeza de lista. El primer ministro en funciones, Ehud Olmert, un pol¨ªtico veterano y heterodoxo, ex alcalde de Jerusal¨¦n, inspir¨® varias iniciativas de Sharon. Simon Peres, antiguo primer ministro y ex l¨ªder del Partido Laborista, atrae a muchos votantes de izquierdas. Y el antiguo jefe de gabinete y ministro de Defensa, Shaul Mofaz, ofrece su experiencia en materia de seguridad. Sin Sharon ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil limar las diferencias, pero todos han cerrado filas y podr¨ªan muy bien llevar a Kadima a la victoria.
Paralelamente, los principales candidatos alternativos de la izquierda y de la derecha se han ido demasiado hacia los extremos para poder recuperar con facilidad el centro. En la izquierda est¨¢ Amir Peretz, del Partido Laborista, un l¨ªder sindical populista con escasa experiencia en el gobierno nacional y todav¨ªa menos en asuntos de seguridad. Muchos israel¨ªes desconf¨ªan de que sea capaz de dirigir el pa¨ªs.
La idea m¨¢s extendida era que el laborismo quedar¨ªa en segundo lugar en las futuras elecciones y formar¨ªa un Gobierno de coalici¨®n con Kadima. Sin Sharon, es posible que Peretz tenga m¨¢s capacidad de maniobra en la alianza, sobre todo porque Olmert se ha mostrado m¨¢s dispuesto que Sharon a suavizar su pol¨ªtica. Una coalici¨®n entre Kadima y laboristas tendr¨ªa sus problemas, pero constituir¨ªa una base para un Gobierno s¨®lido.
En la derecha est¨¢ Bibi Netanyahu, ex primer ministro y l¨ªder del antiguo partido de Sharon, el Likud. Hace un a?o, parec¨ªa indudable que Netanyahu suceder¨ªa a Sharon. Pero su oposici¨®n a la retirada de Gaza y las fuertes cr¨ªticas que lanz¨® contra Sharon le costaron su posici¨®n de heredero in p¨¦ctore.
Para obtener el control de lo que quedaba del Likud, Netanyahu tuvo que dar un giro brusco a la derecha. A largo plazo, es posible que Netanyahu pueda volver a ascender, tras la era de Sharon, si logra recuperar el centro. Por ahora, en las pr¨®ximas elecciones, lo m¨¢s probable es que se quede al margen.
M¨¢s importante a¨²n es que la continuidad en el frente pol¨ªtico se extender¨¢ seguramente a la estrategia y los objetivos. Sharon encarnaba un nuevo consenso nacional -aceptado, al menos, por dos tercios de la poblaci¨®n- que refleja los enormes cambios vividos por el pa¨ªs. La izquierda aporta la idea de que, a cambio de una paz completa, Israel est¨¦ dispuesto a retirarse de la mayor parte de los territorios capturados en 1967 y aceptar un Estado palestino. A la derecha se le da la raz¨®n al considerar que, en la actualidad, no existe un socio palestino con el que tratar para construir una verdadera paz.
La retirada de los territorios, defendida por la izquierda, gan¨® adeptos cuando empez¨® a reconocerse de forma general que aferrarse a ellos, especialmente a las zonas habitadas por los palestinos, no beneficiaba los intereses nacionales. Israel no tiene intenci¨®n de reclamar esas tierras en el futuro, nunca ha sacado ning¨²n provecho econ¨®mico de ellas y hoy considera que permanecer perjudica, m¨¢s que beneficia, la seguridad. Terminada la guerra fr¨ªa, desaparecida la URSS y debilitado el mundo ¨¢rabe, ya no parece probable una guerra convencional con los ej¨¦rcitos de los Estados circundantes, por lo que los argumentos estrat¨¦gicos en los que se basaba la ocupaci¨®n israel¨ª de estos territorios han quedado obsoletos.
Al mismo tiempo, no existe la menor vacilaci¨®n sobre la idea de librar una dura guerra defensiva contra el terrorismo palestino. Israel completar¨¢ su verja de seguridad y golpear¨¢ a los terroristas y a quienes lancen misiles contra objetivos civiles israel¨ªes. Nadie cree que el l¨ªder palestino, Abu Mazen, pueda o quiera hacer nada para detener esos ataques. Todo lo contrario, tanto la izquierda como la derecha opinan que ni sus colegas ni ¨¦l cumplir¨¢n ning¨²n compromiso que puedan contraer. El movimiento palestino est¨¢ desintegr¨¢ndose, los radicales se est¨¢n haciendo con el poder, y nadie va a construir la paz.
Lo malo, por tanto, es que el conflicto persistir¨¢ durante decenios, debido a la intransigencia y el caos creciente del bando palestino. Lo bueno es que Israel puede defenderse con un n¨²mero relativamente escaso de bajas, su econom¨ªa est¨¢ mejorando y el turismo se recupera. Es posible que, a medida que el extremismo y la anarqu¨ªa de Palestina sean m¨¢s evidentes, la posici¨®n de Israel despierte m¨¢s simpat¨ªas internacionales y haya m¨¢s perspectivas de buenas relaciones con el mundo ¨¢rabe y Occidente.
Fue Sharon quien supo captar el giro trascendental de la opini¨®n p¨²blica israel¨ª y actu¨® en consecuencia. Pero ¨¦l no fue el mensaje, sino el mensajero. La era de pragmatismo israel¨ª abierta por ¨¦l no acabar¨¢ con su desaparici¨®n.
Barry Rubin es director del Centro de Investigaciones Globales sobre Asuntos Internacionales. Su ¨²ltimo libro es The Long War for Freedom: The Arab Struggle for Democracy in the Middle East [La larga guerra por la libertad: la lucha ¨¢rabe por la democracia en Oriente Pr¨®ximo]. ? Project Syndicate, 2006. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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