Uni¨®n futbolera
La Uni¨®n Europea se bas¨® inicialmente en la econom¨ªa para, poco a poco, ir igualando los derechos y deberes de sus ciudadanos y llegar a una Constituci¨®n com¨²n. Sin embargo, visto lo visto, queda en el alambre la sensaci¨®n de que igual hab¨ªa que haber empezado por otra materia. As¨ª, a pesar de las enormes diferencias entre unos pa¨ªses y otros (de sensibilidad, de actitudes, de prioridades...) y de la dificultad para encontrar un bander¨ªn de enganche, existe un elemento que los une: el f¨²tbol.
El alem¨¢n Hannes St?hr, autor de la apreciable Berlin is in Germany (2001), ha llegado a semejante conclusi¨®n (no demasiado alejada del pensamiento y las costumbres de la gente de la calle) en la pel¨ªcula Galatasaray-Depor, formada por cuatro historias independientes, ambientadas en Mosc¨², Berl¨ªn, Estambul y Santiago de Compostela, en las que el hilo de uni¨®n es una hipot¨¦tica final de la Liga de Campeones entre el equipo coru?¨¦s y el de Estambul (lo que demuestra el car¨¢cter ef¨ªmero de la realidad futbol¨ªstica, pues lo que hace unos a?os pod¨ªa ser cre¨ªble hoy no es m¨¢s que una quimera).
GALATASARAY-DEPOR
Direcci¨®n: Hannes St?hr. Int¨¦rpretes: Andrei Sokolov, Megan Gay, Boris Arquier, Miguel de Lira. G¨¦nero: comedia dram¨¢tica. Alemania, Espa?a, 2005. Duraci¨®n: 95 minutos.
En los cuatro cortometrajes (de poco m¨¢s de 20 minutos), sin embargo, el f¨²tbol aparece siempre como tel¨®n de fondo. St?hr utiliza un p¨ªcaro tono de comedia burlesca en el que el segundo elemento que los une es la presencia de la autoridad policial, radicalmente opuestas en el trato unas de otras.
Como en una pel¨ªcula de Chaplin o de Buster Keaton, los protagonistas est¨¢n siempre a merced de la guardia ciudadana, que no siempre se comporta con la eficacia requerida. Ah¨ª comienzan algunos de los problemas de la irregular pel¨ªcula de St?hr, en el excesivo recurso del lugar com¨²n, lo que termina plagando de t¨®picos unas historias que no acaban de sorprender despu¨¦s de puntos de partida m¨¢s o menos interesantes. Adem¨¢s, el primer relato, el ambientado en Mosc¨², es el ¨²nico que contiene un desenlace acorde con lo que hasta entonces se ha estado contando, el ¨²nico que acaba de dibujar el c¨ªrculo de su trama. Por el contrario, y a pesar de espor¨¢dicos momentos de evidente gracia, los dem¨¢s parecen meros esbozos.
Es en el tema de la incomunicaci¨®n donde St?hr apunta sus mejores disparos.
Y es que, m¨¢s all¨¢ de la lengua, lo que debe unir al habitante de Europa es el anhelo de la conexi¨®n, no siempre presente en los mejores momentos de la pel¨ªcula, aqu¨¦llos en los que un ciudadano se siente incomprendido ante una realidad (m¨¢s extranjera que nunca) que le supera y que todos hemos vivido alguna vez.
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